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Otoño Líquido
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Juan de la Cabada: imagen y palabra
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Contra la voluntad de originalidad
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La barra de los tontos
Para hablar de televisión en México es necesario repetirse
hasta la saciedad y un poco más. Hagamos reiterativo recuento
como disco rayado, pero es que después de tantos
años de la misma basura uno esperaría que la cosa
hubiera cambiado, que la oferta del duopolio
mejorase, que dejara de palear tanta
mierda a la humilde casa de ustedes
cada que uno prende la tele: hay una
barra de programación cuya característica
principal y denominador común
es una de las más puras expresiones de la
estupidez que cocinan Televisa y TV Azteca. La barra comprende el horario
de la mañana, desde inmediatamente
después de
los primeros noticiosos, para
adueñarse de la tarde y noche;
o sea que, interrumpida la barra
por los noticieros matutinos,
del mediodía y de la noche,
el fenómeno más bien
es de todo el día. La estupidez
más pura durante todo el
día. Lo menos malo de la programación
de ambas televisoras se sitúa
en sus canales satélite, que en Televisa
es el Canal Cinco y, por mera
copia vil de una competencia que
ha demostrado claramente que es
incapaz de reinventarse, en TV Azteca el Canal 7. Canal 4, el
otro satélite de Televisa, es una copia fiel del 2, o sea, la misma
mugre.
El contenido de la mañana es el mismo en todos los casos;
mismo horario, mismo formato: una risueña y subnormal
pandillita de ñoñas y ñoños comentando y celebrando
un mismo cúmulo de estulticia que nada bueno aporta al
ideario colectivo de los mexicanos o, para más exactitud,
mexicanas, porque ambas productoras televisivas se jactan
de que las revistas de la mañana están pensadas para “la
mujer mexicana”. Afortunadamente, las mujeres de mi familia,
que son tan mexicanas como las señoras que imaginan
los mazacotes ejecutivos y productores de las multimencionadas
empresas, no se aplastan ocho horas diarias a ver
sus deleznables programas y cultivar esteatopigias, ni parecen
necesitarlos para afianzarse ni en su feminidad, ni en
su mexicanidad.
En Canal 13 de Azteca y Canal 2 de Televisa, más lo que
se ve en Canal 4 de la misma familia, las revistas “para señoras”
son de contenido ofensivo, toda vez que suponen a su
audiencia poco menos –o harto más– que idiota. Una audiencia
idiota que se babea con los pinchemil anuncios de
tintes para las greñas y detergentes y limpiadores, para la
que, al parecer, esos señores de las empresas fabricantes de
limpiadores y sus alecuijes de la publicidad televisada conciben
como única vocación de la mujer mexicana: abjurar
de sus rasgos mestizos y limpiar la inmundicia ajena. Programas
como Hoy, Se vale o Muévete (ése corre las mañanas
de los sábados) en Televisa, o sus malas imitaciones –ya
los “originales” son malísimos, y todavía los de la tiendita de
enfrente han logrado hacer malas copias– en TV Azteca, como
Venga la mañana o Venga la alegría o Venga la porquería en cuestión (hay otro que se llama De poca, sólo que les faltó
la tercera palabra del título: calidad), son producciones hechas
con una sola cosa en mente, según parece: la borra. El
relleno. La paja con que forrar las mañanas –y buena parte
del resto del día– con cualquier porquería que justifique el
lanzamiento machacón y perverso de campañas publicitarias
con que terminar de hacer de la mente de la mujer
mexicana una bonita pachola de carne molida. De condimentarla
se encargan por las tardes esos otros programas que
son la ulterior expresión de la vulgaridad y la estulticia bien
majadas en el crisol de la tele: Ellas con las estrellas, La oreja y Ventaneando, o cualquier porquería del tipo, donde la
farándula de la más baja ralea siempre encuentra foro:
amoríos violentos, chismes de arrabal y lastimosas escenas
en que putas ancianas al borde de la jubilación, deformes
y ajadas a base de cirugías fraudulentas, juegan a sacarse
mutuamente los ojos por la única imbécil razón de
seguir saliendo a cuadro. La más aberrante muestra de los
excesos en que se incurre en todos estos programas está,
quizá, en las acaloradas falsas discusiones entre conductoras
y conductores acerca de lo que sucede en las telenovelas
de la tarde, aquellas con las que las televisoras intentarán
redondear su crimen intelectual y mantener embobadas
y sentadas frente a la televisión a nuestras madres, hermanas,
hijas y esposas, y a buena parte de sus hijos, padres,
hermanos y maridos. Y mientras tanto, como siempre, brilla
por su ausencia la autoridad que regule el caudal de
este drenaje. No cuesta trabajo imaginar que, como muchas
otras, Josefina Vázquez Mota es de las que se chutan
entera esa barra para tontos…
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