Poesía viva de Andalucía
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Poesía viva de Andalucía
Nadie
ignora la enorme riqueza poética de Andalucía. Todos
recordamos los nombres de Luis de Góngora, Gutierre de Cetina,
Gustavo Adolfo Bécquer, Luis Cernuda, Federico García
Lorca, Antonio Machado, Manuel Altoloaguirre, Vicente Aleixandre,
Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Manuel Machado.
La tierra andaluza tiene
grandes poetas clásicos. Los contemporáneos no desmerecen
en nada a sus ancestros. Nuestra antología Poesía
viva de Andalucía, que reúne a casi trescientos
poetas, da una amplia muestra de la alta calidad con la que, en
este momento, se escribe en Andalucía.
Aquí presentamos
una breve selección de la antología que preparamos
Raúl Bañuelos, José Brú, Ramsés
Figueroa y yo mismo, que también se presentará en
la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como parte del homenaje
a Andalucía.
Dante
Medina
Fábula
del viento
Carlos
Edmundo De Ory
Oyendo el viento fuera
escucho adentro el canto
me parece que mujo cuando muge la noche
y vuela la paloma y vuela el alimoche
y
se confunden voces de esperanza y espanto
Como el viento me muevo
nuevo y viejo de tanto
vivir y revivir naciendo a trochemoche
siendo ya el huracán humano en un derroche
de
nociones que son sones y son encanto
Mucho después
que el ángel tocara mis cabellos
con la caricia inmensa de una mano ejemplar
toqué
las manos blancas y negras del amor
Montando en mariposas
y volando en camellos
el viento de la vida me supo despeinar
y
en mi cabeza absurda tengo en alto este honor
|
Carlos
Edmundo De Ory. Cádiz, 1923. Publicó sonetos de magnífica
factura
en la tradición quevediana, con humor y ligereza. Tiene una
obra abundante.
Defiéndame
Dios de mí
José
Manuel Caballero Bonald
Entre muros de vidrio
y de papel, sangrientas láminas
de tinta agraz y vino
intraducible, voy recogiendo
cada furtiva noche alguna
palabra, algún rescoldo
de humildad o de olvido
con que pueda perder
mi lucha contra
mí.
Yo imploro al miedo,
a la locura, al delincuente
corazón, para que no mancillen
este piadoso vértigo de tierra
podrida, esta borrosa efigie
del desdén, y que me dejen
desoír los oráculos,
andar a tientas hasta
poder llegar a equivocarme
impunemente, mereciendo
mi
propia perdición.
Usurpadores panes, sucios
oros coléricos,
vaso y libro malditos,
libradme del laurel
alevoso, de la paz
enemiga.
¿Quién eres
tú
que osas profanar este inviolable
cerco de esclavitud: la mesa vil,
la sábana
cobarde, los oficios
degradados del
tiempo? ¿Para qué
tanta propiciatoria
rebelión?
Nunca
más, nunca más. Estoy solo
mirando las cenizas de la noche
indefensa, los rastros del azar
trunco en vida sin nadie.
Tumba y tesoro, duermo
conspirando conmigo, levantando
setenta veces siete
la bandera del miedo, la culpable
rapiña
de los años.
Madre
primera, búscame entre los hijos
de la ira, ciégame el pecho
injusto, restáñame este vidrio
desolado, este papel
escrito para nunca. Aquí
se yergue la equidad de mi derrota.
Defiéndame
Dios de mí.
|
José
Manuel Caballero Bonald. Jerez de la Frontera, 1926. Su obra ha
recogido la herencia
de la gran poesía andaluza, en especial de Luis Cernuda,
acentuando su lírica desencantada.
Yo,
feminista, en un concierto
Ángeles
Mora
A Teresa
Gómez
Cuadros para una exposición
de Moussorgski
juegos de cartas de Stravinski
(intermedio de las mil y una noches de Strauss)
que hoy puedo ya oír la música en vaqueros
dice mi amiga digo que a fin de todo y cuentas
las mujeres no existen
sino
como apresuradamente sucias o amorales
pero
tan temblorosas por el frío.
(Aunque, niño,
por verte
la punta del pie
si tú me dejaras
veríamos a ver...)
Salvo que allí soñada y en la fila
de al lado, con Moussorgski
trucándole las cartas a Stravinski
cómo decir
a voces que te quiero:
si nadie habla en voz alta
en un
concierto. |
Ángeles
Mora. Rute, Córdoba, 1952. Escribe poemas que se suman a
la tradición de la fina poesía
andaluza, con su agregado de ironía. La mayor parte de su
obra tiene temática amorosa.
Fez.
1308
Abelardo
Linares
A Fernando
Ortiz
El vuelo de palomas a
la tarde
sobre el azul del cielo, las murallas
con nidos de vencejos, el lejano
rumor del muecín sobre la torre,
el fluir de una fuente, el rubio albero
que pisé tantas veces. Yo era un niño.
El puente de las barcas sobre el gris
relámpago del río, la mezquita
penumbrosa y vastísima. Mi casa.
Muda el tiempo las cosas, el recuerdo
embellece lo amado y lo rescata
en toda su hermosura, de la muerte.
Por todo eso ahora, desterrado
en extranjera tierra, volver quiero
a la niñez antigua en mi Sevilla.
Recordar unos ojos agrandados
por el khol. Y aspirar aquel perfume
a nardo y a jazmín. Y oír de nuevo
un pregón de albahaca, una canción
que se pierde en la noche y la memoria.
Como un durazno
y su áspera dulzura,
el placer del recuerdo.
Sombra sólo
lo que está
por venir, lo que he perdido.
Ya sólo
vive en mí; muere conmigo
un
mundo, una ciudad, un sueño, un nombre. |
Abelardo
Linares. Sevilla, 1952. Junto a sus poemas que retoman las mitologías,
escribe también
acerca de su visión de Sevilla. Es un maestro en la construcción
del poema de principio a fin.
Los
espejos
Luis
García Montero
A Luis
Muñoz
No importa si has dormido
poco o mucho,
los espejos de hotel nunca perdonan
y son como animales
de montaña
que
no aceptan el trato de los hombres.
La luz de los espejos
familiares
se apiada de nosotros, sin embargo,
nos ayuda a fingir y por afecto
o por
costumbre llega a perdonarnos.
Yo sé que los
espejos son el agua
estancada de un
río que se mueve.
Y he visto cómo
el sol que reverbera
puede
ocultar el cieno de las sombras.
Pero quien mira al fondo
de tus ojos
ve las grietas del tiempo, las arañas
de un pasado que surge de improviso
en
mañanas de hotel y nos ofende.
Para qué contestar.
Cierra los ojos,
porque no hay otra cosa que envejezca
peor
que tu mirada. |
Luis
García Montero. Granada, 1958. Es el poeta más conocido
de la llamada "poesía de la
experiencia", una de cuyas características principales
es el lenguaje conversacional.
Izquierda/
derecha
Isabel
Pérez Montalbán
Compañera, hora
en llamas:
A la derecha de Dios,
las mujeres
con bella manicura, los banqueros
jugando al golf con palos enemigos.
A la izquierda, los niños, las termitas,
el oro falso, la vida en cupones
de riqueza aplazada. Nunca es tarde.
No hay más que fe en el centro.
El centro es Dios cansado y aburrido
de esconderse y estar siempre tan solo.
Dicen que ya no existe la hojarasca
cubriendo los caminos de otro mundo.
Pero la gente espera y compra suerte,
hora en el veneno de las horas.
Y mientras, el infierno sigue abajo,
la derecha construye un cementerio,
y la izquierda, un eclipse de emergencia.
Qué
frágil y pequeño el pesebre del hombre. |
Isabel
Pérez Montalbán. Córdoba, 1964. Tiene siete
libros publicados. Su poesía va desde la lírica
más honda hasta el registro de acontecimientos sociales e
históricos, de una manera lúcida y reveladora.
Alta
metafísica del trapo
María
Eloy-García
he visto entonces el
signo
de toda la ropa tendida
su coyuntura modificada
una manga al borde oh pablo gargallo
como un marat sin espacio
inflado por el aire
un suéter opina que hacia allí
hacia nada la nada del suéter
camisas muestran su detrás y su debajo
honestamente advierten todo su poliéster
la vida es una sencillez de pinzas
un simple juego de poleas
por el que la funda destrozada
de un colchón se desliza/
la imposible cabeza bocabajo de una americana
no se relaciona
autonomía de unas bragas confirman
el pobre estado de su infeliz autoestima
hace un momento suicidio de pinzas
y calcetín izquierdo/
la muerte puede ser como la vecina
del primero que acumula calcetines
y el más allá cuando esos calcetines
se los ponen sus hijos
entonces la vida surge de una lavadora
motor primero y la arruga es la orogenia
y el móvil de la vida
la plancha es dios cuyo libro sagrado
es el de instrucciones
la iglesia es el detergente quitamanchas
y la mancha la llevamos todos defecto de fábrica
porque hay que vender detergentes
el paso del tiempo está programado
hasta la feliz y centrifugante catarsis
y por fin cualquier desdichado anorak
cualquier sábana desafortunada
se desprende de aquel hilo
se desentiende de aquellas frágiles poleas
y es claro que
aquella vieja última
y también
primera porque vive en el primero
espera en el ojo del patio que todo lo ve
para
abrirnos las puertas de su casa infinita |
María
Eloy-García. Málaga, 1972. Es licenciada en geografía
e historia. En su obra encontramos el aprovechamiento y la fresca
aplicación del vocabulario (de otras áreas de conocimiento)
extraño a la literatura, expresados en metáforas muy
bien elaboradas.
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