Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de diciembre de 2007 Num: 665

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Berlín, Berlín
ESTHER ANDRADI

Seis poetas seis

El Museo Judío de Berlín

La República Libre de Schwarzenberg
HANS-WERNER THIELE

Berlín es un cuento
ESTHER ANDRADI

En Prenzlauer Berg
ANNETT GRÖSCHNER

Hauptbahnhof, Estación Central
GRUPO ATAXIA

Indígenas y extranjeros en Berlín
HEIKE GULATZ

Rostros de invitados
EMINE SEVGI ÖZDAMAR

Leer

Columnas:
Lunas de Octubre
MARCIA TORRES-SACÍA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Berlín, Berlín

Esther Andradi

De la nueva Berlín se ha dicho mucho. Que si seduce más que París, impacta más que Londres, que convoca más que Roma, que centro de la política y futura capital de los Estados Unidos de Europa... la capital de Alemania no se priva de nada. Por si fuera poco, su alcalde, el socialdemócrata Klaus Wowereit, orgullosa y públicamente homosexual, acaba de declarar que Berlín es pobre pero sexy.

A dieciocho años de la caída del Muro, la ciudad hace uso, abuso y despilfarro de una mayoría de edad adquirida a golpe de grúas y demoliciones, construcciones y renovaciones, y haciendo gala de su salvaje juventud, se pinta y repinta, se desviste y excita y contonea en un alarde permanente de innovación y temeridad. Desde que se cayó el telón que la mutiló durante veintiocho años, Berlín tiró la casa por la ventana. Y la elevó por encima del polvo del tiempo que la había sumergido en el absurdo. Se acuerdan de aquella escena de Las alas del deseo, de Win Wenders, donde el protagonista decía: “ ¿ No puedo ver más la Potsdamer Platz?” Ahora no sólo se ve, sino que, además, cuesta entender dónde quedaron las piedras que la ocultaron durante tantos años, el muro de más de cien kilómetros, los terrenos minados, la policía del pueblo, los muertos... A cambio, la crema y nata de la arquitectura internacional dejó su impronta aquí: Norman Foster, Daniel Libeskind, Richard Rogers, Renzo Piano, Jean Nouvel, Frank Gehry, Claude Vasconi, Dominique Perrault, Shin Takamatsu...


Escena de Las alas del deseo de Wim Wenders

Y, sin embargo, no es ni ruidosa como Londres ni aristocrática como París: frente a ellas Berlín despliega todas las ventajas de la metrópoli al mismo tiempo que se protege en la naturaleza; no hay tráfico enloquecido ni precios exhorbitantes, y no es el cemento el rey de los barrios, sino el verde, los parques, los bosques y lagos y canales y el río que la atraviesa dotándola de un carácter casi bucólico. Los 5 millones anuales de turistas, una cifra en ascenso desde el comienzo del milenio, dan fe de la preferencia que va ganando esta ciudad.

Y claro que tiene con qué. Hay espectáculos y clubes, centros y eventos por docenas, amoldados a los más diversos gustos y economías. Incluso más de lo que las endeudadas arcas de la municipalidad puede permitirse, pero esa es otra historia. Hay tres teatros de ópera, ocho grandes orquestas sinfónicas, cincuenta y dos teatros, trescientas galerías de arte y 250 salas de cine. Berlín tiene 180 museos, colecciones y archivos; la Berlinale, uno de los más importantes festivales de cine europeos, los principales estudios cinematográficos del país (Babelsberg), numerosas editoriales creadas a principios del milenio que resisten las fusiones, y un festival cultural que se despliega a lo largo del año estableciendo ejes temáticos según las estaciones: jazz, teatro, música contemporánea, teatro europeo. El Festival Internacional de Literatura acaba de cumplir su séptimo cumpleaños en el pasado septiembre, con la participación de 152 autores provenientes cincuenta y un países, que convocaron a 34 mil espectadores durante 254 lecturas en diferentes instituciones a lo largo de trece días. Un récord de continuidad y entusiasmo.

Y ya que hablamos de literatura, la nueva ciudad dio lugar al surgimiento de la llamada Generación Berlín, con exponentes en el campo novelístico como Ingo Schulze, Terézia Mora y Arno Meyer, entre otros. Al mismo tiempo, y con el soporte de las nuevas tecnologías, en las páginas de internet surgieron los surfpoetas y la poesía también se consigue en las máquinas expendedoras de golosinas, libros... y ahora de poemas. La población de Berlín expresa mejor que en cualquier otra ciudad alemana, el enriquecimiento y la vitalidad que han generado en la cultura los últimos cuarenta años de migraciones procedentes del sur, especialmente turcos, griegos, habitantes de los Balcanes, italianos, portugueses, españoles... La literatura refleja ese cruce con la aparición de una nueva generación de poetas y narradores en lengua alemana, que ellos mismos o sus padres han nacido fuera de Alemania, como es el caso de Emine Segvi Özdamar, escritora, dramaturga y actriz nacida en Estambul .


La Victoria alada de Berlín

Compitiendo con los teatros, las orquestas y las compañías artísticas subvencionadas por los fondos de la ciudad, se han impuesto proyectos alternativos, surgidos por la ocupación de predios y edificios y alojando a expresiones artísticas de vanguardia, refugiando parcialmente a los más de mil trescientos artistas que según cifras de la asociación de artistas plásticos estaría a la busca de un taller. Por ejemplo, la Kunsthaus Tacheles, creada en las ruinas de un área comercial de principios de siglo (30 mil m2 de superficie, www.tacheles.de). En 1990 un grupo de artistas invadió el lugar para evitar su demolición y, al mismo tiempo, crear un centro de intercambio internacional y llevar el arte a la calle. En su momento fue uno de los centros de arte vanguardista. Muy pronto otros grupos realizaron acciones semejantes, como la Asociación Schwarzenberg, que logró consolidar su proyecto artístico también en pleno centro de la ciudad.

Será por eso que Berlín, pese a todo, aún guarda en su piel rejuvenecida las cáscaras de las ciudades que la precedieron. Caminando por sus calles una se confronta con edificios de la gloria prusiana, con vestigios del esplendor de la vanguardia de los años veinte, los bloques de la arquitectura nazi, las huellas de identidad de los habitantes judío-alemanes, aislados, segregados y empujados a la muerte o a la emigración sin retorno, la sofisticación que ostentó Berlín Occidental en contraste con el pesado realismo socialista de la ex capital de la RDA. Sótanos arcanos, fábricas a medio demoler, edificios con uno, dos, tres fondos transgrediendo los límites de la calle, contrastan hoy día con flamantes construcciones que se hicieron cargo del baldío más grande de Europa, resultado de la caída del Muro y de la reestructuración y saneamiento constante que desde entonces vive esta ciudad: Berlín work in progres, todo cambia, siempre en movimiento.