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Giuliani, experto en terrorismo (I DE II)
EL REY DE NUEVA YORK
Aunque aún faltan algunos tristes meses para que George W. Bush abandone la Casa Blanca , parecería que las elecciones están en puerta a juzgar por la manera compulsiva e histérica con que se comportan los precandidatos a la presidencia de ambos partidos. Y si algo destaca en sus campañas son las mentiras, las hipocresía, los desplantes de magnanimidad y las inverosímiles distorsiones de la historia. Por el bando demócrata, la candidata más popular es la infatigable oportunista y ex primera dama Hillary Clinton, quien no se cansa de repetir que, de haber sabido entonces lo que sabe ahora, no hubiera votado por la guerra, al tiempo en que desde su curul del senado vota siempre para autorizar cualquier propuesta y presupuesto destinado a extender el conflicto, incluyendo llevar la guerra a Irán. Por el lado republicano, el primer lugar lo tiene el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, quien no cesa de explotar los acontecimientos del 11 de septiembre como su sello legitimizador. De acuerdo con la retorcida lógica del hombre que también se apropió de la noción fascista de la cero tolerancia, él es el candidato que mejor entiende la amenaza terrorista, aunque su mejor y única prueba son aquellas imágenes donde se paseaba por el bajo Manhattan entre el polvo y las ruinas (pero lejos del peligro), señalando hacia el infinito con gesto adusto y apariencia de estar preocupado y tener mucha prisa.
OTRO TIEMPO
El ex fiscal Giuliani se presenta como el candidato de la seguridad nacional y el experto en terrorismo islámico (un término que nunca usó en público antes de 2004). Paradójicamente, Giuliani tomó el poder de la alcaldía poco después del primer atentado en contra de las Torres Gemelas en 1993, un acto que debió ponerlo en guardia al respecto de las intenciones de grupos extremistas islámicos de realizar atentados grandilocuentes; sin embargo, el asunto quedó olvidado, por lo que la única mención que hizo en casi una década de ese atentado fue en su mensaje inaugural para celebrar la responsabilidad personal de aquellos que salieron por su propio pie de las torres. Esta era su metáfora para señalar que ya era tiempo de dejar que el gobierno nos solucionara todos los problemas. De acuerdo con Wayne Barrett del Village Voice (agosto 8-14, 2007) en sus reuniones con las fuerzas del orden el tema del terrorismo era raramente mencionado.
FALLAS
En 1995, tras los ataques en Japón con gas sarin, la administración Giuliani puso en marcha un simulacro de un ataque con ese gas en el Metro de Nueva York. El resultado fue una catástrofe vergonzosa que puso en evidencia las debilidades de los servicios de emergencia, que tendrían consecuencias trágicas en los sucesos del 11 de septiembre de 2001, como fueron los problemas de radio y de compatibilidad de los sistemas de comunicación entre las fuerzas de la policía y bomberos, quienes operaban en frecuencias distintas, los conflictos de jerarquía y el hecho de que el centro de control estaba demasiado cerca del sitio del presunto ataque, con lo que quedó parcialmente inutilizado. Pero, claramente, el alcalde transvestista no aprendió nada.
OEM
Cuando ocurrieron los avionazos del 9-11, los bomberos y la policía estaban desorganizados, carecían de preparación para enfrentar una situación semejante (nunca habían tenido un simulacro de algo parecido), los sistemas de radio no sirvieron y cientos de bomberos perdieron la vida al ser incapaces de escuchar los mensajes desesperados para que evacuaran una de las torres. Los helicópteros de la policía anticiparon el colapso, pero no pudieron informarlo a tiempo a los bomberos. Uno pensaría que el alcalde experto en terrorismo hubiera tratado de anticipar actos de terror, en particular en el World Trade Center, el cual había sido señalado como el principal blanco en la mira de los fundamentalistas islámicos. En lugar de eso, el “alcalde de América” como se dio en llamar después de que la revista Time lo nombrara Hombre del año, decidió poner su Oficina para la Administración de Emergencias (OEM por sus siglas en inglés) en la torre 7 del propio WTC, a pesar de haber contado con opciones mejores (y más económicas, como la actual en Brooklyn). La idea era insensata desde cualquier punto de vista, pero Rudy quería que el oem estuviera cerca de su oficina en la alcaldía, además ahí contaba con un departamento blindado a donde llevaba a menudo a su entonces amante y hoy tercera esposa.
Las aventuras de Giuliani siguen…
(continuara) |