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Manuel Stephens
La República en la Covarrubias (I DE II)
La Dirección de Danza de la unam organizó una temporada en la Sala Miguel Covarrubias con compañías con sede en estados de la República y cuya programación en los teatros del Distrito Federal es cada vez más esporádica. A lo largo de cuatro fines de semana se presentaron Delfos (Mazatlán), Antares (Hermosillo), Arte Móvil Danza Clan (Monterrey) y Steich Danza Multidisciplinaria (Guanajuato). La selección es acertada, ya que estas compañías cuentan con destacadas trayectorias, además de que permite ver con este breve muestrario cómo se distribuye geográficamente la danza contemporánea en nuestro país. Se recalca la preponderancia de agrupaciones en el norte y en particular en el noroeste, donde se está dando un intenso movimiento que, sintomáticamente, tiende puentes hacia el extranjero y no hacia el resto de la República , debido a la ausencia de políticas culturales integrales que permitan la comunicación entre los artistas mexicanos. Es evidente también que el sur es una región que no tiene suficiente representación en la escena dancística, a no ser por el caso de Mérida, con Lourdes Luna y Tatiana Zugazagoitia, quienes emigraron a ese estado.
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La temporada dio inicio con Delfos, agrupación codirigida por Claudia Lavista y Víctor Ruiz, que presentó el programa con el cual ha estado celebrando su décimo quinto aniversario, De Delfos a la Post Modernidad (sic), conformado por obras de estreno de los coreógrafos invitados Vladimir Rodríguez, Magdalena Brezzo y Michael Foley. Ladrones en la casa del rumor, de Foley, quien actualmente colabora con la Universidad del sur de Florida, es una obra formal que no contribuye en nada a la revaloración de lo académico; construida con base en frases de movimiento y manejo del espacio correctos pero sumamente tradicionales, la pieza no logra comunicación emotiva alguna con el espectador, y la mención de que está basada en un relato de Ovidio sale sobrando; el vestuario, que parece mal inspirado en alguno aparecido en un capítulo de la sesentera serie Star Trek, y la iluminación, con lámparas que iluminan las piernas del teatro al mejor estilo de los cabarets de los setenta, le dan la puntilla con un toque de humor involuntario que elimina cualquier acierto que pudiera tener la obra. En la función de la 7a. generación de la Escuela Profesional de Danza, dirigida por Delfos, Foley montó a los egresados No hay ángeles en mi cielo Kamikaze, que mostraba las habilidades técnicas de los bailarines sin mayor pretensión, y que indudablemente rebasa por mucho la obra que nos ocupa.
Reality, de Brezzo, es una obra que hace patente el desgaste a que ha llegado el modelo que le ha conseguido tantos reconocimientos a la coreógrafa. La utilización de voces en off que contextualizan la escena, en la cual los bailarines transitan por situaciones dramáticas o simplemente ejecutan el movimiento, llega a un punto muerto en esta pieza, que supuestamente da una visión crítica de la influencia de los medios televisivos. Sin embargo, Feng Shui y otras paranoias, que Brezzo montó con Barro Rojo, muestra ya un cambio de intereses compositivos que es de esperarse que se acentúe.
Húmeda, del coreógrafo colombiano Vladimir Rodríguez, abrió el programa y destacó del resto. Esta interesante y divertida obra de tono fársico escenifica una fiesta entre amigos que se sale totalmente de control. El centro del escenario, donde se desarrolla la reunión, es la sala de la casa de una mujer obsesionada con la limpieza; los invitados conversan sobre cosas intrascendentes revelando así sus personalidades. Como contrapunto, alrededor se da una escena de seducción callejera que fracasa entre dos personajes que se reencontrarán en la fiesta, sumándose esto a una serie de desencuentros por venir. La obra combina eficientemente la representación teatral convencional con la dancística, la palabra y el movimiento, construyendo una situación dramática deliciosa en que la comunicación entre los personajes se destruye paulatinamente hasta desbordarse en la violencia. Húmeda muestra las inesperadas capacidades histriónicas y la conocida excelencia técnica de Karen de Luna, Agustín Martínez, Johnny Millán, Omar Carrum, Karla Núñez y Claudia Lavista. En 2006 se presentó en la Covarrubias el espectáculo La mesa, de Rodríguez, con el que de ninguna manera se intuye que el coreógrafo pudiera lograr una pieza como Húmeda, lo que sugiere que en este caso el éxito pertenece a los bailarines de Delfos.
(Continuará)
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