Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Dos poemas
ARNOLDO KRAUZ
Voces
YANNIS DALLAS
Velvet Revolver y Libertad
SAÚL TOLEDO RAMOS
John Connolly: victorias pírricas
JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ
Cantata (fragmento)
CARLES DUARTE
João Guimarães Rosa: gran señor y gran señora
RICARDO BADA
Los cien años de João Guimarães Rosa
HAROLD ALVARADO TENORIO
Bordar canciones
JUAN MANUEL GARCÍA entrevista con JUANA MOLINA
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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
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Felipe Garrido
Marginado
Pafnuncio Ordaz llegó a la isla encorbatado –lo recuerda don Atanasio en la cantina y algunos curiosos se le avecinan a la mesa–, en el yate nuevo del gober. Lo acompañaban su esposa –perlas, esmeraldas, estola de marta, hasta eso, discreta–, su secre y el secre de su secre, el titular de Comunicación Social del estado y un señor del Consejo que nunca se quitó el saco. La Güera Rius y el Bien Peinado lo recibieron muy sonrientes en el muelle, pero él no se detuvo a escuchar ningún discurso; todos los niños de San Miguel de Afuera, vestidos de blanco, le formaron valla a lo largo de las dos cuadras y media que nos separaban del hotel. Al entrar al vestíbulo se derrumbó el maestro entre temblores y suspiros, visiblemente conmovido. “¡Ay de mí, ay del poeta! –dijo y eso lo escuché yo; nadie me lo contó–. Todos lo ningunean, lo desprecian, tratan de humillarlo. Pero el poeta persevera porque es un proscrito, un paria, un marginado de la sociedad.” |