Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de agosto de 2008 Num: 701

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Santiago Hernández: de Niño Héroe a caricaturista genial
AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Poniatowska: el compromiso de consignar
ROSARIO ALONSO MARTÍN

Tres poetas de Guatemala

Una deuda cultural pendiente
FABIÁN MUÑOZ entrevista con
LUIS LEANTE

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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GUACHA Y PÚCHALE

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ


Norteñismos norestenses,
Jorge y Homero Adame,
El noreste de México,
México, 2007.

Ahora que se ponen de moda los diccionarios de todo tipo, conviene recordar que se trata –siempre– de textos de consulta, menos visionarios que provisionales y más precarios que precisos, sujetos al devenir, como la vida misma, lo que justifica el desapercibimiento de quienes los escriben, pero no su falta de honradez. Bueno para diez millones de mexicanos (casi la décima parte de la población del país), el diccionario de los Adame, como las películas de los Almada (guardada sea la proporción), interesará a una gama de visitantes sin duda más amplia que los tres estados de la región que estudia: Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.

Elizondo Elizondo, ese doblemente insondable escritor regiomontano, es un antecedente inmediato (1996) del trabajo de los Adame. Fue su Lexicón del noreste de México un texto empeñado en (el verbo es demasiado heroico) “rescatar” las formas dialectales de una de las zonas geográficas menos atendidas del país –excepción hecha de sus centros urbanos, como Monterrey. Giros y voces de esta variante del gran dialecto mexicano del español, sin embargo, presentan peculiaridades de las que los autores avisan desde la introducción: huellas del náhuatl, términos de la ganadería, pochismos irremediables y algunas voces jariosas, como sunfiate y quiote , con ese sufijo hispanizado de la terminación tl del náhuatl.

Kikapúes son los habitantes originarios de esta región, junto con los mascogos y los huastecos. Larga es la historia de su abandono. Milagrosa es la sobrevivencia de sus costumbres y modismos. No es inútil, pues, el registro de formas del habla como “ñango”, “ñeco” o “ñecto”, destinadas a adjetivar, respectivamente, al flaco, a la persona de buen carácter (presumible aféresis de la palabra “muñeco”) o al sujeto torpe, ya que de tales expresiones se nutre la vida diaria de una amplia zona de nuestro país. Olvidar que somos lo que hablamos conduce, se sabe, a la amnesia verbal, traducida en la adopción adocenada de frases y voces obscenas de tan manoseadas, carentes de imaginación.

Pero es la segunda parte del diccionario, dedicada a reconocer locuciones populares, la que mejor devuelve al lector la imagen del norestense. Reculemos, no obstante, ante la omisa inclinación de los autores a diferenciar entre la expresión autóctona (“cachondearse el carro”, por “descomponerse el coche”) y la que pertenece a una norma más amplia, vale decir, “dar el braguetazo”, que no necesita mayor explicación y se usa hasta entre diáconos con oscuras apetencias. Sin embargo, es claro que el diccionario no desmerece por ello. Todo le hace cuenta. Uno se pasea por el libro con agrado. “Vale chiche de gallina”, entonces, comedirse a dimensionar si en Xochimilco dicen lo mismo que en los suburbios de Ciudad Victoria, pues de cualquier forma las formas del habla son proteicas, huidizas y contagiosas. Y, aunque todos los diccionarios son mortalmente polémicos, no hay peligro, por lo menos con éste, de quedar zurumbato (atontado).


LOS PLACERES

ILEANA CIDONCHA


Indiscreciones de un perro gringo,
Luis Rafael Sánchez,
Alfaguara,
España, 2008.

Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro.
Franz Kafka

Carlos Ferrari, el aplaudido autor de El insólito caso de Miss Piña Colada, dice que “quedarse dormido es también una crítica” –negativa, definitivamente– por lo que quedarse despierto también lo es –positiva, irrevocablemente. Cuando llegó a mis manos el pasado viernes a eso de las 6:30 de la tarde un ejemplar de la nueva novela de Luis Rafael Sánchez, Indiscreciones de un perro gringo, me dispuse a leerla de inmediato. Con breves interrupciones de alimentación y una que otra frivolidad, no la solté hasta el final, sin quedarme dormida y sin que siquiera me rondara el sueño.

Esta novela que publica el padre de La guaracha del Macho Camacho, es la primera del género desde La importancia de llamarse Daniel Santos hace veinte años. En el ínterin, hemos leído sus libros de ensayos y sus columnas periodísticas, hemos visto sus obras de teatro y lo hemos escuchado ofrecer contundentes conferencias, pero del placer irreductible de la novela, de la suya, nos había privado. El paréntesis valió la pena. En Indiscreciones... Luis Rafael se refocila en el cenit de su prosa narrativa.

Tras leer las vicisitudes de Buddy Clinton, el perro de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill, y probable testigo único de los deslices sexuales del primer mandatario con la becaria Monica Lewinsky, quedé afectada por la avería que sufría Buddy en su cerebro electrónico que lo forzaba a la enumeración. Así que procedo a enumerar las distintas lecturas que dicta el libro en cuestión. Con su permiso.

1. La lectura que llamo playera, en la que va la anécdota, la del puro entretenimiento, tan válida como las demás, pues es la que hace a un libro asequible al gran público: al estudiante de secundaria, al ama de casa, al técnico de computadora o al oficinista por igual. O sea, todos nosotros. Ese lector disfrutará del humor, de las ocurrencias y de la sexualidad del texto de Sánchez.

2. La que denomino de sillón, la del comprometido con la injusticia, con el prejuicio, con la igualdad racial, con la política y sus desmadres. En las páginas de Indiscreciones, Sánchez, con su pluma filosa, plasma de forma incisiva e inmisericorde e infalible todo lo que a través de sus cinco sentidos digiere y expone sobre la realidad que nos rodea.

3. La que titulo de escritorio, la del enamorado de nuestra lengua materna. Ese lector sucumbe ante la manera en que Luis Rafael dispone del infinito caudal del español, ese idioma hablado por más de 400 millones de personas, enriquecido por cada una de ellas, y que el escritor deja que hierva a borbotones, para asentarse luego y ofrecer a sus lectores el placer sensual de sus adjetivos y vocabulario –el de diccionario y el suyo propio–, de sus retruécanos y elipsis, de sus enumeraciones e intertextualidad, de sus descripciones y, en sus palabras, de “un racimo de relatos y microrelatos, de fabulillas y viñetas”.

4. La que bautizo de cama, la que sin querer jamaquea en su cerebro el cúmulo de tantas lecturas, adormiladas pero dispuestas a despertar ante el estímulo príncipe. La que no sólo disfruta de las alusiones literarias del autor, sino que entre lee otras legítimas influencias en su obra. Así despertó Franz Kafka mientras saboreaba este texto, ramalazos de El Castillo en la situación de Buddy; pinceladas de Informe a la Academia en las elaboraciones del personaje.

5. La que apodo de hamaca, la esquizofrénica, la de ensalada mixta, la de todas las anteriores, que deriva en el placer, en el gozo jocoso, comprometido, lingüístico y literario que nos regala Luis Rafael Sánchez.



Alas de centella. Discursos,
Alí Chumacero,
Jorge Asbun Bojalil (compilador),
Seminario de cultura Mexicana/
Universidad Autónoma Metropolitana/Casa Juan Pablos,
México, 2008.

Luego de una introducción, si bien breve, no exenta de un yoísmo que le estorba, el volumen recoge las palabras generosas que el maestro Chumacero pronunció en ocasión de diversos temas, eventos y personajes, que no fueron elaborados con el propósito de ser transferidos al papel pero que, como todo lo poco que de don Alí se ha editado, no tiene desperdicio.



Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura.
La utopía y el imperativo de leer,

Juan Domingo Argüelles,
Oceano,
México, 2008.

Hace años que nuestro columnista –”Jornada de poesía”– y amigo Juan Domingo viene ocupándose del fenómeno-problema del libro y la lectura. Prueba de ello son los volúmenes ¿Qué leen los que no leen?, de 2003 y Ustedes que leen, de 2006, entre otros. Con el presente antimanual, el autor “reflexiona, más allá de mistificaciones y lugares comunes, sobre la verdadera importancia del libro”.



Paternidad y vida familiar en la Ciudad de México. Un estudio del desempeño masculino en los procesos reproductivos y en la vida doméstica,
Olga Lorena Rojas,
El Colegio de México,
México, 2008.

Una conjunción de las perspectivas antropológica, sociológica y demográfica fue empleada por la autora para elaborar una metodología que le permitiera abordar con mayor profundidad el papel masculino en los temas aludidos en el título. El estudio cuenta con una amplísima bibliografía relacionada.



Revistas culturales latinoamericanas 1920-1960,
Lydia Elizalde (coordinadora),
Conaculta/Universidad Iberoamericana/
Universidad Autónoma del Estado de Morelos,
México, 2008.

Bien lo dice la cuarta de forros: el presente volumen es “un magnífico inicio historiográfico de este quehacer”, es decir, el de la elaboración de publicaciones culturales en el ámbito latinoamericano. Se incluye, por ejemplo, un texto de Ángel Miquel relativo a las revistas mexicanas sobre cine que vieron la luz entre 1926 y 1961.



68-08, 40 años, movimiento estudiantil del 68,
Universidad Nacional Autónoma de México,
México, 2008.

Este no es propiamente un libro sino la programación de cine que la UNAM ofrece entre julio y octubre de este año, conmemorando el cuarenta aniversario del movimiento estudiantil de 1968. En otros espacios dentro de este suplemento se hablará de dicha programación, en verdad extraordinaria, misma que hará bien en ver, para documentarse, más de un sesentero de ésos que hoy en día osan presentarse a sí mismos como casi héroes de dicho movimiento, por más que el registro civil sea la única entidad donde su nombre consta.