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Una deuda cultural pendiente
Fabián Muñoz
entrevista con Luis Leante
Ganador del Premio Alfaguara de novela 2007 con su obra Mira si yo te querré , el escritor español Luis Leante considera que España tiene una deuda pendiente con los más de 300 mil refugiados saharauis en Marruecos, la cual debe ser saldada al menos en lo cultural. El también autor de obras como Academia Europa (2003) y El vuelo de las termitas (2005) señala que su novela Mira si yo te querré , aunque no es una novela política, sí busca denunciar el silencio de la comunidad internacional ante la tragedia que viven los refugiados de la invasión del Sahara Occidental desde 1975.
– ¿Cómo surge, Mira si yo te querré?
– Es una historia que me salió al paso, yo no estaba buscando escribir nada del Sahara, pero en 2001 hice un viaje a los campamentos de refugiados saharauis en el Sahara en la parte argelina y ahí conocí la realidad de ese pueblo, que son 300 mil personas abandonadas en el desierto desde 1975. Un paisaje bellísimo, pero al mismo tiempo cruel, pues las condiciones de vida son extremas; quedé tan impactado con lo que vi ahí, que decidí contarlo en una novela, Mira si yo te querré que, bueno, al principio el planteamiento es como una historia de amor, que se llevará a lo largo de toda la novela, pero que en el fondo lo que trasciende es la realidad del pueblo saharaui, su cultura, en fin, todo lo que se desprende aquí en la novela.
– No es precisamente sólo una novela de amor, sino de dos amores, el de la relación sentimental y al pueblo saharaui.
– La novela tiene dos pesos específicos, el hilo argumental que es la historia de Montse y de Santiago, que son los dos protagonistas con su historia de amor, y luego el descubrimiento de cada uno de ellos por su parte del pueblo saharaui. Es un amor que trasciende la historia de los dos, es el amor del descubrimiento del desierto del Sahara, lo que ellos encuentran ahí es algo que supera todas las expectativas. Montse va buscando algo al Sahara, pero no sabemos muy bien qué es, porque es un amor de hace veintisiete años, es una cosa imposible que hace; lo que descubre es este pueblo que la acoge, que la recibe, el amor que siente que le demuestra la afectividad.
– De alguna manera es el redescubrimiento de un amor odio que tiene España con esa parte del mundo.
– España se encuentra a 14 kilómetros de África, es el mar lo que las separa, y las relaciones son de mucho tiempo atrás. En la obra se refleja ese amor y odio entre las dos culturas, no solamente saharaui, sino también marroquíes.
Los saharauis fueron por más de cien años una parte de España, llegó a ser una provincia, la número 52, y la deuda de España es muy grande con los saharauis, porque se les abandonó en 1975; se dejó a su suerte a este pueblo, y hay una relación de amor odio con los saharaui. Lo sucedido ahí es más bien para avergonzarse, más que para jactarse de eso, por lo tanto hablamos de una relación muy especial.
– Tu novela ¿es un ejercicio aislado o es ya una tendencia en la narrativa española?
– Por desgracia, no hay muchas novelas que traten el mundo árabe; hay unos cuantos autores que sí están comprometidos y sacan cosas relacionadas con ese tema, pero no es frecuente. España mira más a Latinoamérica o a Europa que al norte de África o a los países árabes. No es una literatura muy frecuente, no es un tema muy recurrente en nuestra literatura. Por alguna razón, España y el norte de África viven de espaldas una a la otra, incluso literariamente.
– ¿Vale la pena mirar más hacia el norte de África?
– No sólo vale la pena, sino que es necesario; estas dos culturas están muy unidas, no solamente por la cercanía, sino porque históricamente España y el norte de África han formado parte de España. Recordemos que España estuvo invadida por los musulmanes durante siete siglos; nosotros somos herederos incluso en el idioma de una gran parte de esa cultura y no se puede obviar, incluso en el lenguaje, nuestro vocabulario, el que ha llegado aquí a Latinoamérica, se enriqueció de la cultura árabe, de las costumbres, y por ello deben quitarse esos prejuicios que existen y ser más cercanos a todo lo que nos rodea. Creo que la diversidad enriquece a las personas y estas dos culturas tan diferentes pueden enriquecerse.
–¿ A qué atribuyes que siendo una tragedia tan grande con 300 mil refugiados en el desierto, la comunidad internacional al parecer hace como que no ve?
– Porque hay muchos intereses ocultos, que no se describen en la novela porque no trata de ser una novela política. En realidad hay inversiones muy grandes. Marruecos es la niña bonita de Estados Unidos y Estados Unidos no quiere que eso se solucione en realidad, porque dentro del territorio de Marruecos hay una gran riqueza y hay petróleo, hay gas, hay fosfatos, la riqueza de la pesca, y algo como el desierto no se puede entender que exista tanto interés de quedarse con él, a no ser que uno sepa todo lo que acabo de decir. Los intereses van más allá de lo humano, y que 300 mil personas o medio millón que son los que quedaron dentro vivan como en una cárcel, no es justificación para ellos para solucionar este problema. Naciones Unidas y demás, pues finalmente terminan por bailar, aunque sea triste decirlo, al son del que más poder tiene, y en este caso el que tiene más poder es Estados Unidos.
– Esta deuda pendiente que mencionas al inicio de esta conversación, ¿en qué sentido podría empezar a saldarse por parte, al menos, de la cultura española hacia la saharaui?
– Creo que poco a poco ya se va haciendo, lo que pasa es que son pasos muy pequeños, los gobiernos no han hecho nada para mover el problema, han hecho alguna vez gestión de acercamiento, pero España está más cercana a Marruecos que a los saharaui. De momento lo que sí es importante es que el pueblo español, el que no es el gobierno, conozca el tema, entonces es importante darlo a conocer.
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