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RICARDO GUZMÁN WOLFFER
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Racismos
No sé hasta qué punto los mexicanos somos racistas. Nos quejamos de la intolerancia estadounidense, de su a veces ferocidad racista, pero poco o nada nos miramos al espejo. El otro día estando en la piscina pensaba en esto. Veía a las parejas entrar en el agua tibia: una negra con un blanco, una japonesa con un negro, un maorí con una china, un africano con una francesa, un neozelandés con una hindú, y después de tanto mirar las piernas que se fundían en la transparencia llegué a la conclusión de que nosotros (los mexicanos) somos más racistas que ellos no porque seamos intolerantes al extranjero sino simple y llanamente porque no aceptamos mezclarnos. Esto es: mientras la mujer tenga ojos de color y piel blanca, todo sea por Dios. Pero si la mujer tiene rasgos achinados, piel morena y cabello lacio oscuro, entonces oponemos cuanta resistencia esté a nuestro alcance, a menos que no tengamos otra opción o, en todo caso, que pertenezcamos a la misma especie. Aquí en la piscina yo he visto, por decir poco, a muchas parejas conformadas por maoríes y neozelandeses, que es como si aquí en México encontráramos por la calle, de la mano, a una indígena huichola y a un joven blanco, de ojos verdes, del Tecnológico de Monterrey. Imposible ver un cuadro de estos entre nosotros. ¿Y por qué?, me pregunto. Las respuestas para estas preguntas son tan evidentes que, por eso mismo, pueden hacerse interminables, así que es inútil responderlas. Mejor dejarlas así, abiertas a la nada, colgadas de su mismo signo de interrogación, para ver si alguien, algún día, nos las puede responder en dos patadas. |