Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de enero de 2008 Num: 671

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La ciudad y las bicicletas
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

La desaparición
YORGOS YERALÍS

Diplomacia cultural: elementos para la reflexión
ANDRÉS ORDÓÑEZ

Santa María, California
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA

Un paso adelante hacia
El Paso

FRANCISCO CALVO SERRALLER

Cincuenta años del grupo El Paso
MIGUEL ANGEL MUÑOZ

La otra Frida
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Cincuenta años del grupo El Paso

Miguel Angel Muñoz

A la memoria de Antonio Saura, Luis Feito y Rafael Canogar,
de quienes he aprendido mucho sobre el tema

“El Paso es una agrupación de artistas plásticos que se han reunido para vigorizar el arte contemporáneo español, que cuenta con tan brillantes antecedentes, pero que en el momento actual, falto de una crítica constructiva, de marchands, de salas de exposiciones que orienten al público y de unos aficionados que apoyen toda actividad renovadora, atraviesa una grave crisis.”

Así comienza el manifiesto de El Paso de febrero de 1957 –y que este año cumple cincuenta años– firmado por Rafael Canogar, Luis Feito, Manolo Millares, Antonio Saura, Manuel Rivera, Antonio Suárez y Manuel Conde. Los términos en que se expresa son habituales en un grupo que pretende romper con la situación dominante, esa atmósfera plásticamente superada, e iniciar una serie de actividades que pueden dar solidez a sus propuestas.

“El Paso –dice Saura– alude más a un gesto, a una actitud. Un paso es un gesto incipiente, tímido si se quiere, pero aventurado y aventurero si se da hacia delante… [ el emblema ] era exactamente un gesto, un rasgo al azar . ” Así se eligió el nombre de El Paso, símbolo del paso dado hacia una realidad plástica y estética. El Paso fue un grupo con una presencia destacada en el mundo de las artes plásticas y con una resonancia notable en los demás ámbitos culturales. Frente a su pretensión inicial – no fijarse en una tendencia determinada–, El Paso se convirtió de hecho en un grupo de tendencia, el informalismo, la orientación más vanguardista en aquellos momentos. Algunos aspectos concretos de la creación de El Paso son motivo de debate: ¿cuál fue el punto de partida?, ¿qué artista? Por mi parte, debo decir que acepto lo comúnmente admitido: la idea de El Paso tiene su origen en Antonio Saura, su contenido político es impreciso, pues si bien algunos de los componentes están próximos al pce – fundamentalmente Saura y Millares–, aunque no militen en el Partido, el grupo como tal es independiente y algunos artistas ven con sumo recelo los planteamientos políticos.

Una exposición fundamental del grupo fue la titulada Otro arte , que se basó en una idea del crítico francés Michel Tapié, y donde participaron artistas como Burri, Appel, De Kooning, Tobey, Pollock, Tàpies, Guinovart y, desde luego, los miembros del grupo El Paso. De ahí vinieron los grandes éxitos y la repercusión mundial: las muestras, en 1958 en la Bienal de Venecia, en la Bienal de Sao Paulo y en la Tate Gallery de Londres, en 1962, donde Canogar, Saura, Feito y Millares lograron consagrarse como artistas individuales, y de ahí la Galería Pierre Matisse los tomó como parte de su establo.

Millares creó una de las obras pictóricas de mayor consideración y originalidad en el ámbito hispánico; fundándola en un régimen de intensidad constante su arte transita libremente entre las alusiones a una figuración desgarrada y la contención en lo abstracto. Saura, con su violencia fue, en cierta medida, el orientador de toda una estética internacional; en sus imágenes más astrosas, deshechas y aparentemente improvisadas, compensa con una extraordinaria calidad pictórica sus raptos y agresiones. La gestualidad de Canogar queda al descubierto en la importante aportación de pintores como Still o Rothko, a la manera española, es decir, creando una pintura llena de resonancias de la naturaleza, que no es revelada a través de una austera y jugosa dicción pictórica. Creó una obra informalista con una coherencia extraordinaria en un período peligroso, en el cual la tentación de realizar informalismo per se llegó a sobreponerse muchas veces, incluso en artistas dotados. La gran virtud de Canogar fue conseguir, en su espontáneo modo de resolver un dilema, recuperar ciertos elementos esenciales de lo tradicional dentro de lo más rebelde y poético. También Luis Feito (1929), que residía en esos años en París, hace una pintura española, serena y quieta como un espejo sobre un agua tranquila.


Antonio Saura,
L’odeur de la sainteté, 1975

Los artistas de El Paso desarrollaron diversos planteamientos en los que pueden apreciarse numerosos puntos en común. Aunque esto no permita hablar de un estilo de El Paso, resulta evidente que imprimieron a sus obras orientaciones definitorias de unas señas de identidad. El grupo irradió hacia el exterior, por un lado exponiendo las obras de sus miembros, por otro publicando un periódico y escribiendo artículos. Estos artistas, que compartían ideas parecidas y habían elaborado un programa de acción común, ¿tenían una doctrina? ¿Tenían la intención de crear una verdadera Escuela? Desde luego que no, sólo intentaban trascender con su arte más allá de la frontera de España.

Los artistas del El Paso tuvieron preocupaciones dispares en torno a la materia y el gesto. Algunos se mostraron inclinados a indagar el mundo de la materia, como Millares, Feito y Saérez, o del gesto, como Saura, Canogar o Viola, a través de cuyas experiencias llegaron a soluciones distintas. Sin embargo, en la obra de todos estos artistas hay una preocupación y una indagación común, ya sea en el campo de la gestualidad o de la materia, basada en la reducción y simplificación del color. La pintura adquiría un compromiso no solamente con la realidad, sino con las exigencias del arte de vanguardia del momento. Así, el grupo aprovechó el inagotable movimiento pendular de la creación artística (del presente al pasado para retomar un nuevo presente), y se lanzaron repetidas veces al inmediato pasado europeo y estadunidense, y absorber, analizar, sintetizar y desarrollar la nueva esencia del informalismo que existía en el interior del conocimiento de esos artistas precedentes. Al incorporar esos mundos e identidades a sus obras, el grupo elevó el fenómeno estético por encima de lo tradicional, evitó que las innovadoras ideas quedaran excluidas del proceso de expresión artística y que a ésta se le negara su condición de auténtico lenguaje. Así apareció una nueva inteligencia estética con la que los artistas consiguieron en una sola imagen, simultánea y aparentemente plana, una variada y rica colección de formas, líneas, planos, luces, colores y ritmos.

El éxito del grupo –aunque desapareció en 1960– se plasmó en la compra de obra por parte de todos los museos de Europa y América, no sólo de Jorge Oteiza, sino de Millares, Canogar, Saura, Tàpies, Guinovart y, desde luego, adquiridas también por coleccionistas particulares. Por todo ello, la opinión del crítico inglés Porter McCray, director de la Tate Gallery, como la de otros críticos importantes del mundo, es fundamental para entender la importancia del grupo El Paso en el arte de la segunda mitad del siglo xx , pues fue calificado con las siguientes palabras: “Es valiente, ultramoderno y corta la respiración.” Hoy, a cincuenta años de distancia, no cabe duda que la propuesta estética de El Paso sigue moderna, contundente y con una vigencia sorprendente.