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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
La ciudad y las bicicletas
RICARDO GUZMÁN WOLFFER
La desaparición
YORGOS YERALÍS
Diplomacia cultural: elementos para la reflexión
ANDRÉS ORDÓÑEZ
Santa María, California
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA
Un paso adelante hacia
El Paso
FRANCISCO CALVO SERRALLER
Cincuenta años del grupo El Paso
MIGUEL ANGEL MUÑOZ
La otra Frida
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Columnas:
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Felipe Garrido
Fin de año
Cuando yo era niña pasábamos las fiestas de fin de año en casa de los abuelos. De mis tías, la que menos hijos tenía, tenía nueve, y la campeona diecisiete, así que hagan cuentas. Yo tengo sólo dos hermanos y me sentía siempre un poco mal, con esa familia. Una vez, cuando yo tenía siete u ocho años, nos juntamos todos. La mesa comenzaba en el zaguán, cruzaba el patio y la cocina y terminaba en el corral –donde se criaban gallinas y guajolotes. Los abuelos se sentaron a la entrada, para ver quién llegaba –eran los únicos que conocían a toda la familia–; los chicos quedamos en el fondo del corral, y allí, lejos de los mayores, organizamos un concurso para ver quién bebía más vino. No recuerdo los detalles. Acabamos debajo de la mesa y al día siguiente lo que menos nos importaba era ver qué regalos nos había traído el Niño Dios. Fue la primera –casi la única– borrachera en serio de mi vida. Cada vez que me acuerdo me vuelve a doler la cabeza. |