Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de abril de 2007 Num: 631

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos poemas
JOHN MATEER

Festival de Medellín, la poesía en tiempos de desesperación
JOSÉ ÁNGEL LEYVA entrevista con FERNANDO RENDÓN

Recuerdos y enseñanzas de Joan Miró
ALBERT RÀFOLS-CASAMADA

Miró: un espíritu vivo
ANTONI TÀPIES

Miró y sus constelaciones
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Reliliputiensear
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Luis Tovar
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La relatividad del éxito (II y última)

Vayan por delante las consideraciones anotadas aquí hace una semana, basadas en la irrebatible y cruel dureza estadística, para matizar toda ponderación en torno a lo que, al menos en el caso específico de México, es y significa un éxito en taquilla. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que sólo a partir de un criterio estrecho, desinformado y comodón puede afirmarse la simpleza de que un éxito de taquilla se mide en la recaudación monetaria y nada más, reflejada en dos aspectos primordiales: la posición relativa frente a la competencia, en primerísimo lugar, y el sitio que se ocupe al hacer otro tipo de ejercicios comparativos, por ejemplo, el que suele hacerse entre la primera parte y la secuela de alguna cinta, o entre dos filmes de un mismo director, etcétera.

Para no dejar manco el criterio anterior y darle al concepto "éxito en taquilla" una dimensión no sólo más realista sino también más útil, habría que añadir –sobre todo en cuanto al cine mexicano– algunas otras variantes, entre las que destaca, para empezar, el diferencial entre lo invertido y lo recaudado. Recuérdese lo sucedido a ciertos filmes recientes, cuya permanencia inusitadamente prolongada en cartelera ha hecho que más de uno los imagine no sólo receptores de un ingreso suficiente para recuperar lo invertido, sino incluso ganadores de una utilidad monetaria. Algo así ocurrió con Amores perros, Todo el poder, Sexo, pudor y lágrimas y algunos otros, que a simple vista fueron éxitos de taquilla y que sí, en efecto lo fueron grosso modo, es decir, siempre que no se entre en averiguaciones acerca del destinatario de tal éxito.

Sin duda, otro aspecto a revisar es la muy arraigada costumbre de medirlo todo con la vara hollywoodense. Si se es consistente en ello, por fuerza debería concluirse que ninguna película nacional, en las últimas dos o tres décadas, puede ser considerada con razón un éxito de taquilla. ¿Cómo, si –para no ir más lejos– ni siquiera todos los estrenos nacionales juntos lograron ganar lo que sí se llevó ella sola La era del hielo 2? ¿Es posible hablar de éxito de taquilla para el cine mexicano cuando, a consecuencia de las distorsiones de nuestro mercado cinematográfico, absolutamente todo impide que dicho éxito se verifique? Mientras perviva el injusto pero a la vez insidiosamente legal embudo en el que se atora el equivalente a la producción nacional de un año entero, no será posible para el cine mexicano –lo mismo que para todo aquel no producido en Estados Unidos–, hablar con sensatez de éxitos de taquilla en las pantallas nacionales.

EL EXITOSO EMBUDO


Alejandro González Iñárritu Foto: Omar Meneses / archivo La Jornada

Viene a cuento, inevitablemente, hablar una vez más del muy injusto modo en que la recaudación en taquilla es repartida entre los involucrados. Tema recurrente como el que más, por el cual éste y muchos espacios dedicados a hablar de cine hemos derramado verdaderos ríos de tinta, adquiere todavía más vigencia en virtud de que, como se mencionó antes, la producción nacional ha aumentado hasta ser capaz de exhibir al menos un estreno por semana durante más de un año entero, pero a dicho incremento no lo acompaña ni una distribución acorde a esas nuevas circunstancias ni, muchísimo menos, algún cambio en las condiciones contractuales que el productor se ve obligado a aceptar para que los distribuidores le "hagan el favor" de hacer circular una película de otro modo condenada a seguir esperando o, en el menos malo de los casos, a que el IMCINE entre al quite con sus limitadas posibilidades al respecto.

Tal como se manejan hoy las cosas, una cinta mexicana debe meter en taquilla algo así como su costo de producción multiplicado por diez, para sensatamente aspirar a quedar tablas, puesto que un porcentaje cercano al noventa por ciento de lo recaudado va a parar a los bolsillos de quien distribuye y de quien exhibe. Está perfectamente documentado que con este esquema el productor lleva todas las de perder y, en efecto, suele salir perdiendo.

Hasta que no se legisle para evitar la discrecionalidad con la que el león de dos cabezas de esta historia suele despacharse, al cine nacional no le queda más remedio que mirar desde lejos eso que se llama "éxito de taquilla". Asimismo, es necesario revisar a fondo qué se entiende con esa definición y, en todo caso, adecuarla a nuestra particular realidad.