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–¿Que efecto crees que pueda tener este reconocimiento en la voluntad de diálogo, de pacto político, de búsquedas inteligentes y sensibles para una situación que fragmenta a tu país y alarga el desangramiento de la población? –El reconocimiento del Premio Nobel Alternativo de la Paz 2006 al Festival Internacional de Poesía de Medellín, por el momento no va a tener ningún efecto en la voluntad de diálogo entre los ejércitos enfrentados en Colombia. Con muy leves excepciones, los medios de comunicación de nuestro país no informaron absolutamente nada sobre la entrega del Premio Nobel Alternativo, en el Parlamento Sueco, a nuestra organización. Esto habla de la comprobada deliberación de la inmensa mayoría de los medios de comunicación colombianos en desconocer la existencia del Festival Internacional de Poesía de Medellín, un enorme medio de comunicación en sí mismo, sencillamente porque no es manipulable ni susceptible de soborno o compraventa. –¿Cómo nació y se acrisoló la idea y la posibilidad real de montar sobre una situación tan cruenta un acto cultural que involucra, no sé si al inicio, pero hoy sí, a cientos y miles de habitantes de Medellín? –Si Ciudad de México viviera una situación de guerra y estallasen bombas y carros-bombas en sus calles, ¿huirías? ¿Vivirías escondido cada día? Si en tu país la masacre y el genocidio político fueran la constante cotidiana, ¿qué camino tomarías? Bueno, pues nosotros en esas circunstancias fundamos el Festival Internacional de Poesía de Medellín, para oponer la belleza al terror, para enfrentar la poesía a la muerte violenta. En el momento adecuado nosotros interpretamos el amor por la poesía y la voluntad de vida de miles de personas. Entonces decidimos continuar y acrecer año tras año en todos los planos esta propuesta que rompe rígidos esquemas políticos y avinagrados esquemas poéticos. –He escuchado comentarios de algunos poetas que han asistido al Festival de Poesía de Medellín y, aunque emocionados por la asistencia, desconfían de sus efectos literarios. ¿Cuál es el balance más allá de los resultados políticos del encuentro? –¿Por qué no un festival masivo y popular? ¿Damos con las puertas de la poesía en las narices a la población que fluye hacia las fuentes? La pregunta no es inocua ni inocente, como algunos de nuestros poetas críticos que desearían detentar la propiedad privada sobre lo inefable y que babean porque la poesía sea sólo el privilegio de unos pocos. Es como si el amor y la libertad estuvieran destinados a unos elegidos y no a toda la especie humana. Esos poetas dicen emocionarse por la asistencia al Festival, pero niegan la inteligencia poética de la juventud y dudan de la acción de la poesía sobre la intimidad y la sensibilidad colectiva. La población que aplaude, ¿no lee? No saldrán nuevos poetas del pueblo, ¿qué lo demuestra? Lucía Estrada es considerada quizás la mayor promesa actual de la poesía colombiana escrita por mujeres. Desde 1991, cuando era una niña, ha sido parte del público en la mayoría de las ediciones del Festival. Y también ha leído poemas como poeta invitada. Nuestro público se ha nutrido y fortalecido al calor del vasto fuego poético. Este público busca a los autores, les habla de sus obras, es el pueblo que habla de la poesía en las calles, el que alimenta a sus poetas. No lo olvidemos. –¿Cómo has podido, con tu equipo organizativo, obtener los recursos económicos, persuadir voluntades políticas y burocráticas, resistir los embates del propio gremio intelectual, aprovechado las críticas y sorteado los ataques políticos? –Prometeo está constituida por un grupo de poetas que se identifica con unos principios, unos propósitos y una metodología de trabajo en el camino de la creación y de la difusión de la poesía. Hemos quebrantado todo tipo de obstáculos, carencias, presiones, desdenes y amenazas. Nuestra voluntad es férrea. Supe que la poesía también podía generar odio en los humanos. Y que muchos compañeros escritores, como los llamas, de espaldas a la matanza, han deseado el fracaso de nuestro esfuerzo, desposeídos de toda generosidad y grandeza. Piensan en el fondo que la poesía es sólo un género literario. Les gustaría que el Festival desapareciera. Su desasosiego es otra expresión de la naturaleza humana. La arcilla humana es frágil. Pero un asunto es la mezquindad y otro es la crítica. Sobre la crítica lúcida y la autocrítica cotidiana hemos construido un Festival considerado paradigma en el mundo, y una cadena de proyectos complementarios: la Escuela de Poesía de Medellín y los talleres de poesía, la edición de la revista Prometeo –con setenta y seis números en veinticinco años–, la edición de documentales para televisión y de un dvd-Rom con la historia audiovisual del Festival, que incluye una antología digital de poesía mundial. Y hemos desarrollado una acción solidaria para la fundación y fortalecimiento de nuevos festivales poéticos aquí y allá, en muchos lugares del mundo. –¿Cuáles son los principales obstáculos que has tenido que vencer y cuáles son no sólo las motivaciones sino los elementos coadyuvantes en el proceso de creación y crecimiento del Festival de Poesía? –Los obstáculos mayores que hemos afrontado surgen de la ignorancia del Estado sobre la naturaleza de la vida y de la poesía. Nuestro Estado es generoso con la guerra y con la muerte, y mezquino e indiferente con las expectativas de vida de la población. La tropa crece y la población se ve disminuida por la miseria, la desnutrición, el analfabetismo, la insalubridad. La poesía es inútil para los burócratas, pues es nuestra sociedad pragmática y utilitaria. El Estado recorta los fondos destinados a la cultura y al Festival y grava a todos con nuevos impuestos. Nos acercamos a las organizaciones sociales, pues hemos asimilado que será muy difícil realizar una acción poética en gran escala, para insuflar a la población del aliento de una vida nueva, en las condiciones actuales de guerra, y hemos comprendido que hay que acortar el camino hacia la paz de Colombia. Estamos convencidos de que no habrá presente ni porvenir posibles sin la poesía. La poesía es la vida de todos, misteriosa y abierta, que nos invita a sumergirnos en nosotros y en los otros, que también somos. –En su XVII edición, el Festival contabiliza la presencia 747 poetas de 131 naciones, ¿qué significa tener esta red de contactos con poetas del altísimo nivel?, ¿cómo podría aprovecharse más esta presencia y esta nómina en beneficio de la cultura y la paz del pueblo colombiano? –Nosotros contamos con el apoyo tácito de cientos de poetas en todo el mundo. Muchos de ellos han escrito artículos sobre el Festival que luego se han publicado en innumerables medios de comunicación de más de cincuenta naciones. En los hechos, son una red de asesores, consejeros y hermanos a lo largo y ancho del planeta. Estoy seguro que serán aliados fundamentales en el futuro próximo en la tarea de fortalecer el vasto proyecto poético colombiano y para alcanzar la paz definitiva en nuestro territorio, que hará de Colombia un país para la poesía y para la vida, material y culturalmente fundamental en la historia contemporánea. –Por último, dos preguntas. ¿Qué sigue para el festival después de este reconocimiento internacional tan emblemático?, ¿a qué aspira? Y tú, como poeta, siguiendo los ecos de Hölderlin, ¿qué sentido le encuentras a continuar escribiendo en tiempos de desesperación? –El Festival continuará existiendo con mayor energía y será un faro más visible en el mundo. Continuaremos con la tarea de llevar la poesía a todos los colombianos y los festivales a nuevos países; fortaleceremos la presencia de la poesía en los medios de comunicación y en la sociedad contemporánea; lucharemos por la confluencia de los poetas y artistas colombianos para fortalecer la imaginación creadora y emancipadora, y contra la censura provocadora y la autocensura, y participaremos de la configuración de una fuerza poética mundial. Y yo, seguramente escribiré más y mejor, sin desesperación, en las fronteras de una nueva tierra y de un nuevo cielo, pues todo el sentido de la existencia que nos reúne está por descubrirse y por realizarse. |