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Juan Domingo Argüelles
Tres ediciones para celebrar Ojo de jaguar
Al cumplirse el 25 aniversario de Ojo de jaguar, el libro inaugural de Efraín Bartolomé (Ocosingo, Chiapas, 1950), diversas instituciones culturales y editoriales llevaron a cabo tres ediciones conmemorativas con características muy diferentes cada una.
Destaca, entre ellas, la edición en gran formato y pasta dura (44 por 29 cm), encuadernada en tela, coeditada conjuntamente por la Universidad de Colima y MonteVenus/La Casa del Poeta (Colima, septiembre de 2007).
Esta impresionante edición especial de trescientos ejemplares numerados y firmados por el autor se realizó a iniciativa de los Editores de MonteVenus, los también poetas Verónica Zamora, Sergio Briceño González, Sandra Velázquez y Carlos Ramírez Vuelvas.
La presentación es de Marco Antonio Campos, su primer editor, quien recuerda que “cuando en 1982 Efraín Bartolomé publicó modestamente Ojo de jaguar, sólo unos cuantos admiraron a un poeta fuera de serie. Ahora, años después, aumentado, nos lo entrega de nuevo. Es el libro de su estado natal, Chiapas, un lugar donde se siente a la tierra y al hombre en carne viva. Hay paisajes recobrados, historias de familia, historias de los otros, historias de sí mismo. Por la poesía de Efraín Bartolomé los nombres propios de personas, sitios y cosas son ya parte de nuestra imaginación y música. Es tal la capacidad de Efraín Bartolomé para crear imágenes y sensaciones que desde los primeros instantes nos adentramos en sus versos o, aun, los versos nos habitan.”
A decir de Bartolomé, “el libro ha crecido con los años como una criatura viva. En cada nueva edición se le han sumado poemas de la misma estirpe, de la misma familia espiritual, escritos con la misma sangre poética. El libro supo ganar lectores: antes de ahora se ha editado seis veces, desde su aparición inicial.... Ante la espléndida edición conmemorativa por los veinticinco años de Ojo de jaguar, que en este 2007 lanza MonteVenus, sólo puedo decir con Ramón López Velarde que mi corazón leal se amerita en la sombra ”.
Esta gran edición del libro que ha llegado a su cuarto de siglo se complementa con una investigación hemerográfica y selección de notas de Guadalupe Belmontes Stringel, es decir “ Ojo de jaguar ante sus lectores”; un ensayo de Gustavo Ruiz Pascacio, “La anagnórisis selvática”; una entrevista de Marco Antonio Campos (1998), sobre el poema “Audiencia de los Confines” y, finalmente, una entrevista de quien esto escribe: “ Ojo de jaguar veinticinco años después.”
No menos pulcra y elegante, con una sobriedad admirable, es la edición conmemorativa de Ojo de jaguar (México, octubre de 2007) que llevó a cabo el también poeta Francisco Magaña, en Ediciones Monte Carmelo, de Comalcalco, Tabasco. Esta edición de quinientos ejemplares reproduce, en un formato de 23 por 16 cm el contenido de la edición de gran formato de MonteVenus. (Por cierto, esta es una de las ediciones con las que Magaña celebra el décimo aniversario de su espléndido y empeñoso proyecto Ediciones Monte Carmelo.)
Cierra o abre, como se quiera ver, esta tercia de ediciones conmemorativas por los veinticinco años de Ojo de jaguar, la edición de pequeño formato (11 por 7.5 cm) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y la Casa Juan Pablos (México, agosto de 2007). Con un tiraje de mil ejemplares es algo más que una curiosidad y por supuesto más que un bibelot. No es un adorno; es un libro que cabe en cualquier bolsillo, para llevarse a cualquier parte y leerlo y releerlo cuando se nos antoje. Las páginas liminares son también de Marco Antonio Campos quien, enfático, advierte: “Es admirable la precisión de los juegos de luz y sombra en las imágenes del libro. Veamos lo que ve el prodigioso ojo de jaguar. Oigamos una voz, una gran voz. A un gran poeta.”
Ojo de jaguar ha recorrido cinco lustros entre la selva de las emociones, entre el follaje de los libros, ante la admiración de los lectores. Es, asombrosamente, un libro inaugural y magistral que sigue creciendo y fortaleciéndose a la par que crecen y se fortalecen la maestría y la sensibilidad de su autor. El jaguar y su mirada son la ambición y la concreción de su poesía: “Un sol del tacto/ Por la intrincada selva de mis nervios/ lo miro caminar/ Perfecto hijo del día y de la joven sombra/ Suave centella:/ silencioso paseante de mis venas.”
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