Algún día dejaré el vicio de perderme
en lugares conocidos
o desconocidos,
será propósito de año nuevo,
motivo de manda en la calzada de los Misterios
a gatas sobre pencas de maguey
y a grito pelado.
Algún día firmaré, con sangre si es preciso,
mi desistimiento.
Volveré. ¿A dónde vuelve
el que no salió de ninguna parte,
o de alguna que no era origen
y nunca fue la casa?
Regresar es búsqueda.
O extravío.
Ya verán.
Limpio como angelito
y tamaña sonrisa a media cara
diré ya vine
hablando en serio.
Ese día haré a un lado la botella
aunque esté llena,
enjuagaré los vasos
y los pondré a escurrir,
abriré las ventanas,
te daré un ramo de flores
en olor de vida, cálido,
íntimo y rojo.
Cesarán promesas
y buenos propósitos,
miedos, culpas, dudas, evasiones,
cuentos de hadas
y llamados urgentes.
Desenchufaré la tonada
y sonará todo lo acústica
que el oído quiera.
Imagino agua fresca,
un arroyo cercano
y una silla donde juntos quepamos
sin clavarnos los huesos,
amándonos con todo el tiempo
del mundo.
Ese día hará bueno.
Ni nubes, ni polvo,
ni estruendo de motores.
Se fundirán en la memoria
los kilómetros desaforados,
los minutos ciegos,
los hoteles de una noche,
los bares de mala muerte,
la tristeza eternamente pospuesta.
El día que venza el vicio de la ausencia
brindaré en alto con el vino
del amor y la experiencia.
A falta de un origen,
llegar será el comienzo. |