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Cajón de lata en el tintero
"La caballada está flaca,/ muy flaca la caballada;/ mientras nos llegan los gordos/ ya nos llevó la chingada
" Así cantaba Óscar Chávez en la nada lejana década de los años setenta, refiriéndose al escueto mazo de los tapados de donde podía elegirse a quien iba a ser el todopoderoso preciso, durante su reinado sexenal. Igualito que ahora, pues las vacas gordas continúan sin tener para cuándo.
Los anteriores versos llegaron en automático a la mente de este juntapalabras cuando se asomó a la cartelera, vio en ella la oferta cinematográfica y se quedó un buen rato deplorando haber estado en lo correcto hace ocho días, cuando puso a prueba sus flaquísimas dotes premonitorias y, sirviéndose de lo que era un hecho más que seguro y por ende no requería talentos de oráculo alguno, acertó al decir que la cancha disponible para ver una película sería copada por esa nueva muestra de voracidad superlativa y creatividad mediocre titulada en español como Los cuatro fantásticos y Silver Surfer.
PARA QUÉ SON TANTAS SALAS
Las salas de cine tan sólo en Ciudad de México se cuentan por centenas, pero un día como hoy entre el morigerado ogro verde y los fantásticos de cómic le dan a los espacios comerciales una tarascada tal, que en dichos espacios no queda lugar más que para otros diecinueve filmes, incluyendo a Johnny Depp y el stone Keith Richards disfrazados de piratas, con otra generosa cantidad de salas como botín en su cuarta o quinta semana de exhibición. A ver, señores defensores de la ley de mercado como única válida para regir las actividades humanas, ¿cómo puede ser eso "libre" competencia, si ni siquiera es competencia? A ver, señores exhibidores, ¿no se suponía que los multiplex tenían como propósito fundamental la variedad en la oferta? Si así están las cosas, regrésennos a los nostálgicos aquellos cines de-a-deveras, como el Latino, el Auditorio Plaza, el Roble, el Chapultepec, el Ópera, el etcétera
Total, si a fin de cuentas Todomundo puede ver nada más veintiún películas, supongo que a ustedes deberá darles lo mismo –o puede que hasta les convenga--, sacar el rastrillo con el que juntan los morlacos ganados, en unos cuantos sitios y no en chorrocientos
SIENDO EL CINE TAN ESCASO
Ante caballada tan escuálida como la anterior, cualquiera diría que la industria fílmica, ya no digamos la mexicana sino la mundial, está en crisis, pero hasta el inefable Todomundo sabe que no es así, que la verdad pura y dura es que hay muchísima gente involucrada en el cine para quien lo menos importante pareciera ser eso precisamente: el cine. Suenan y resuenan en la mente de este aplastateclas palabras escuchadas muchas, demasiadas veces, de acuerdo con las cuales en México, como en cualquier otra parte, se exhibe el tipo de cine "que la gente pide", pseudoargumento comodón que sólo demuestra el nivel de condicionamiento previo al que fue sometido Mediomundo y que, bien lo sabemos, es utilísimo para curarse en salud, sobre todo en circunstancias como las actuales, cuando tantas cosas pierden sentido: la proliferación de salas chiquitas que a veces ni merecen ser llamadas cines; el grosero precio del boleto –no es que tuviera sentido antes, pero según la ley de la oferta y la demanda, debería bajar--; la esperanza de que se respete alguna vez el porcentaje de tiempo de pantalla para el cine mexicano; la otra esperanza, también inútil al parecer, de que al menos en esto no seamos avasallados por los estadunidenses, que ahora hasta en futbol se dan el gusto, carajo
ALGUNOS CORTOS
Así la situación, es mero sueño guajiro desear la exhibición oportuna o al menos pronta de las decenas de largometrajes nacionales pendientes, producidos en 2005, 2006 y lo que va de este año, y punto menos que sueño imaginar que los cortometrajes tengan salida, digamos por ejemplo los tres queretanos que la independiente Leche Azul Producciones hizo llegar hace poco a esta columna, producidos juntando lana de aquí y de allá, titulados Mesa para dos, Cuarto 69 y El cuaderno, todos de 2005. El primero es un ejercicio de afanes preciosistas sin mucha miga narrativa y el segundo una truculencia thrilleresca más bien manida. El tercero es el mejor: aunque tiene limitaciones de dirección y realización, cuenta con eficiencia bastante una historia fuerte de violencia intrafamiliar y búsqueda de liberación a través del conocimiento. ¿Alguien por ahí los habrá visto, o es triste privilegio de sus hacedores y de algún azaroso, como el que esto escribe?
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