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La cita con Vicente Gandía era en una casa de Cuernavaca con fachada de fortaleza. Un jardín con espesura selvática y el estanque de enormes peces (antes tuvo tortugas y se escaparon, luego de años las encontramos y eran enormes, nos confió), creaban una atmósfera de mundo aparte, distante de la civilización que a unos metros de distancia enaltece su progreso. La que se convertiría en una visita póstuma (una semana antes de su muerte) fue una experiencia en la que Ricardo María Garibay y el autor de estas líneas coincidimos al escuchar el testimonio del pintor valenciano-mexicano. Renuente a la conversación y con fama de no ser un entrevistado común, Gandía se dejó ver como artista y como ser humano. En su estudio, al preguntarle sobre su más reciente trabajo, contestó con franqueza categórica: No estoy haciendo nada. Hablemos sobre el color como sinónimo de libertad. Como sinónimo de libertad y de emociones, creo que un pintor debe saber usar el color. ¿Cómo aprecia lo que otros ven en su obra? Bien, hace muchos años que estoy en este asunto, hasta puedo decir que estoy un poco mimado por la gente. Se han escrito sobre su obra distintos trabajos Bueno, libros, dos o tres cosas Hay ensayos sobre su trabajo. Sí, pero en fin, modestamente. No tan modestamente Bueno, bueno, no soy un pintor vedette ni nada que se le parezca. ¿Cómo vive actualmente Vicente Gandía? Vicente Gandía vive muy ordenadamente en este tiempo (no siempre fue así), trabajo en el taller que está atrás y ya, y pare usted de contar, no voy a fiestas ni a nada, eso fue para los 18 años, pero ya no tengo ningún interés en ello. Veo algún amigo que viene aquí generalmente y no hay más. ¿En qué momento se encuentra como ser humano y como artista? Como ser humano me siento maduro y bien, toda la vida he estado zangoloteado, pero ahora estoy sereno y tranquilo, como artista no lo sé, es muy difícil hablar de la propia obra. No lo sé y no sé qué voy a hacer todavía. ¿Qué significa una ventana en su obra? Una ventana obviamente es para mirar hacia afuera. Las ventanas que tengo son para entrar en diferentes ambientes y ver otros mundos, básicamente. ¿Se ha propuesto otras temáticas en las que se siente más libre? No sé, durante un tiempo hice desnudos, después mucho bodegón en mi vida, he tocado todos los temas, oiga, ya soy muy viejo, hice muchas cosas en muchos años. ¿Ha influido la literatura en su trabajo como artista? Mucho. Soy un lector incansable. ¿Podría mencionar algunos autores? A Cavafis, leo indiscriminadamente, voy a comprar por docenas los libros, leo todo, sin seguir ningún orden, sin seguir ninguna línea. ¿Y los poetas? Tomás Segovia. No soy muy social. No voy a reuniones de nada y ahora menos, ahora le diría que estoy en el jardín y ese es todo mi mundo físico. ¿Cómo se accede a Vicente Gandía, cómo se abre la puerta de su amistad y de su arte? De la amistad con el corazón; del arte, veamos qué tan abusado es usted para pescar cosas. ¿En qué momento es un riesgo la pintura, una apuesta? Yo soy bastante pedestre, no me siento ningún istmo, nada, he trabajado espontáneamente lo que ha ido viniendo, claro, la edad y ver cosas ha modificado un poco mi visión, pero no voy por ahí. ¿Cómo se siente en Cuernavaca? Divinamente, no voy a ningún lado, no veo a nadie y me siento feliz porque es el momento de estar solo. ¿Tiene alguna relación con las instituciones culturales? No, porque estoy cansado, estuve muchos años en el Salón de la Plástica Mexicana , en muchas cosas, estoy saturado de gentes y de genios. ¿A qué se debe este cansancio? Supongo que a la edad (risas). ¿Se considera un pintor aislado? Sí, pero también muy cercano a los demás, no me siento incomprendido ni nada que se le parezca, generalmente con la gente funciono, mejor dicho, la gente funciona con mi pintura. ¿Por qué pintar? Porque no sé hacer otra cosa. Estudié arquitectura, pero dibujo y pinto desde niño. No sé hacer otra cosa, no tengo ningún mensaje qué dar, celebro la vida, celebro el amor (aunque esté muy choteado). Hablemos de la infancia. Nunca hubo un despertar, me fui haciendo profesional poco a poco, es decir, estuve paralítico mucho tiempo y fue una cosa estupenda leer y pintar, ahí empezaron los dibujos. Sobre sus relaciones con otros artistas. Bien, en todo el mundo porque viví mucho tiempo en París. Sus ventanas, el color, transmiten paz. Me ha dicho la palabra clave porque eso es lo que quiero transmitir a los demás, paz. Tragedias y dramas ya hay bastantes y no veo por qué pintarlos, lo que quiero es eso, transmitir un poco de paz, de equilibrio a los demás, la vida no es para tanto, nos tomamos todo muy a la tremenda. Y los temas cotidianos, la corrupción, los crímenes. Eso es inherente al ser humano, hay que aceptarlo porque no estamos en el cielo, no es un paraíso esto, es la forma que tiene mucha gente de vivir. No presto mucha atención a eso. Me interesa más la gente que hace algo, que propone algo o que trata de salir de cosas, verá: no me gusta revolverme en la mierda. ¿Qué es la mierda? La mierda son las pendejadas, los montones de cosas que pasan a diario que no valen la pena. ¿Apartarse le permite concentrarse para crear? He estado mucho tiempo en eso, soy muy viejo ya, he estado muchos años inmerso en todo eso, le hablo de cuando había dos galerías en Ciudad de México. Como no creo en la denuncia, siento básicamente que la pintura es belleza, formas bellas de ver las cosas. No tengo nada que repelar ni protestar porque protestaría por tantas cosas porque uno es un horror, que mejor no digo nada y veo qué hay de bueno. |