Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de marzo de 2009 Num: 732

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Fantasy Black Box (Fragmento)
EFRÉN MINERO

Los disparates de Konstantino
TAKIS SINÓPOULOS

Actualidad de la enseñanza social de la encíclica Populorum progressio
MIGUEL CONCHA MALO

¿Qué es Kind of Blue?
ALAIN DERBEZ

El legado poético de los antiguos mexicanos
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON Entrevista con MIGUEL LEÓN-PORTILLA

Es el momento de estar solo
RICARDO VENEGAS entrevista con VICENTE GANDÍA

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

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Profecías autocumplidas

Para realizarse, una profecía autocumplida necesita ser proferida y, peculiarmente, es en la verbalización de la misma donde está la causa de que se haga realidad. Desde las antiguas historias griegas llegan a nosotros ejemplos de lo dicho: ¿qué hubiera pasado si nadie se hubiera enterado del oráculo que pesaba sobre Edipo? Posiblemente nada, pero fue necesario que Layo y Yocasta se interesaran por lo que había en el destino del recién nacido Edipo para que se desatara una profecía que comenzó a autocumplirse casi de inmediato, no bien los padres de Edipo se enteraron de que estaba predicho que éste mataría a su padre y cohabitaría con su madre: Layo encargó a un hombre que llevara al recién nacido al campo y lo matara para impedir el cumplimiento del oráculo; sin embargo, el hombre se apiadó del niño y lo abandonó. En el lugar fue recogido por otras personas que lo llevaron con un par de ancianos, a los que Edipo siempre creyó sus padres. Cuando, años más tarde, Edipo mató a Layo en una encrucijada de caminos y recibió a Yocasta como esposa por haber derrotado a la Esfinge , era necesaria la ignorancia edípica acerca de la verdadera identidad de sus padres. O lo que es lo mismo: en el momento en que Layo decidió mandar matar a su hijo recién nacido, comenzó a hacer lo necesario para que se cumpliera la profecía. De ahí la sensación de que hicieran lo que hicieran los personajes de este mito, cada acto suyo los llevaba al cumplimiento de su destino.


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Fue el sociólogo Robert K. Merton quien formalizó la estructura y las consecuencias de la profecía autocumplida. En su libro Teoría social y estructura social, Merton afirma: “La profecía que se autorrealiza es, al principio, la definición ‘falsa' de un contexto determinado; sin embargo, ésta provoca un nuevo comportamiento que convierte la falsa definición original en algo verdadero.” Merton derivó su definición del teorema de Thomas: “Si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales.” Esto significa que las personas no reaccionan “objetivamente” ante las diversas circunstancias de la realidad, sino que agregan una fuerte dosis de percepción e interpretación de los hechos, condiciones que determinan su comportamiento frente a los mismos. Una vez que una persona se convence a sí misma de que un escenario tiene un cierto significado –al margen de que realmente lo tenga–, adecuará su conducta a esa apreciación más allá de las circunstancias en sí mismas y actuará en concordancia con sus “convicciones” perceptivas.

Paul Watzlawick, en El arte de amargarse la vida, concluye con la certeza de que “la profecía de un suceso lleva al suceso de la profecía”. En Malena, exitosa película de Giuseppe Tornatore (con una contundentísima Mónica Belucci) se muestra otro modelo de profecía autocumplida: durante la segunda guerra, en un pueblo italiano despoblado de hombres que han ido al frente, sólo quedan mujeres, jóvenes y ancianos; Malena, una joven seria y casada (su marido, desde luego, ha sido alistado para ir a la guerra), pero poseedora de grandes atractivos, es deseada por los hombres y juzgada como puta por las demás mujeres: conforme pasa el tiempo y las circunstancias de sobrevivencia cotidiana se vuelven apremiantes, ella se ve obligada a prostituirse para conseguir comida. Cuando el acontecimiento se descubre, el pueblo queda rencorosamente satisfecho al comprobar lo que “ya sabía”: tarde o temprano, Malena le pondría el cuerno a su marido, demostraría su condición de ramera y, además, dejaría abierta la puerta para recibir con toda “justificación” el odio y la venganza de las demás mujeres.

Hay otras maneras de autocumplir las profecías. Basta con acercarse al cónyuge un día, en la mañana, y preguntarle: “¿Por qué estás enojada?”, “no estoy enojada”, “claro que sí, mira nada más qué seria estás”… Y como la pelea de ese día será histórica, la frase del final puede ser: “¿ya ves cómo sí estabas enojada?” Lo mismo ocurrirá cuando uno de los esposos anuncia que “este matrimonio ya se fue a la mierda” tres años antes de que eso ocurra. Casi es seguro que entre ese momento y el final se habrán producido los incidentes necesarios para provocar el desgaste que llevará hacia la conclusión inevitable: “Ya sabía que esto iba a terminar, te lo advertí desde hace tres años.” Vuelvo a Watzlawick: lo único importante es considerar que la profecía es un hecho consistente y, así, “se llega a donde uno no quería llegar”.