Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de marzo de 2009 Num: 732

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Fantasy Black Box (Fragmento)
EFRÉN MINERO

Los disparates de Konstantino
TAKIS SINÓPOULOS

Actualidad de la enseñanza social de la encíclica Populorum progressio
MIGUEL CONCHA MALO

¿Qué es Kind of Blue?
ALAIN DERBEZ

El legado poético de los antiguos mexicanos
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON Entrevista con MIGUEL LEÓN-PORTILLA

Es el momento de estar solo
RICARDO VENEGAS entrevista con VICENTE GANDÍA

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

¿Qué es Kind of Blue?

Alain Derbez

Se ha anunciado en dos lugares de jazz de Ciudad de México la presencia del grupo Jazz Mediante para fines de febrero. Como saxofonista integrante del grupo, sé lo que vamos a tocar, o mejor dicho, sé de los “entendidos” de los que vamos a partir con dos guitarras y contrabajo también para que surja lo que tiene que suceder desde la improvisación. Esos “entendidos” fueron grabados en un disco hace cincuenta años y siguen ahí, dejándose retomar para bien y gozo de los testigos y los protagonistas.



Las míticas sesiones

Seguramente entre pieza y pieza algo comentaré: finalmente soy un historiador que quiere, además de con su instrumento de saxoservidor, lanzar desde su académica profesión jamás por mí encorbatada, boyas al mar para que quien quiera nadar en esas aguas de información lo haga en lo que empieza la siguiente rola. ¿Qué diré? ¿Acaso lo he pensado? Sí, claro, diré algo de lo que dije ya para esos programas de radio que se transmiten por el mismo motivo: cincuenta años de Kind of Blue, el disco que, grabado en marzo y en abril de 1959, vino a cambiar la cara al mundo del jazz. Lo firmó Miles Davis, el catalizador, el concatenador, el imán, el trompetista, el autor, pero el disco es de un colectivo agrupado alrededor de un icono. Miremos quién estuvo: Bill Evans, el pianista que volvía para la ocasión a sentarse a un piano cuyo banquillo ocupaba ya el pianista jamaicano Wynton Kelly. “Wynton –escribió Miles en su autobiografía– llegó justo antes de entrar en el estudio para grabar Kind of Blue, pero yo ya había planeado aquella sesión pensando en el estilo de Bill Evans.” Tal vez ahí me calle y comencemos con el primer tema de la noche, ¿acaso el primero del disco de la marca Columbia: los nueve minutos de “So What”? La introducción la hace el piano de Bill y la pieza –los conocedores hablarán del modo dórico– se va en las notas blancas del Re al otro Re comenzando con el contrabajo de Paul Chambers, quien le da ritmo y melodía a la primera propuesta a la que le contestarán los otros instrumentos sin decirlo, pero muy audible: “¿So What?” ¡Cómo que y qué!... Nada y todo: medio tono subimos y vuelta abajo. El disco, comienza a verse, basa su complejidad en la sencillez, podría en eso estar el secreto de la perdurabilidad de la fascinante propuesta. Los solos sostenidos –primero el de Miles– por la batería de Jimmy Cobb y el contrabajo de Chambers, son apuntalados por la exactitud de Evans, discreto, notorio, notable en su presencia de invisibilidad sonora. Y luego de Miles: John Coltrane al sax tenor y después Cannonball Adderley al sax alto...¡No, no piense quien no sabe en una reunión de superestrellas! Es lo de menos eso: aquí lo que suena es la confortable camaradería, el tocar para tocarse a gusto partiendo de una línea trazada por Miles dentro de la música modal. Escribió en la portada de aquel disco el propio Bill Evans: “Existe un arte visual japonés en el que el artista está en la obligación de ser espontáneo. Debe pintar, sobre un fino pergamino, con un pincel especial y tinta negra, con el cuidado de que una pincelada no interrumpa la línea o traspase el pergamino. No hay lugar para borrones o cambios. La disciplina a la que los artistas se someten es la de permitir que la idea se exprese a sí misma en comunicación con sus manos de forma tan directa que no pueda interferir la reflexión.” Hablamos de acción directa, de improvisación. Tal vez algo de esto diga antes de tocar –ahí estuvo al piano con dominio del blues Wynton Kelly y no Evans– el segundo tema del disco: “Freddy Freeloader.” Una vez más el orden de los solos comienza con Miles, luego Coltrane, y lucidor con la tranquilidad de quien se siente en casa el sax alto de Julian Adderley. Luego viene el solo de Kelly, alegre, francote, un compadre disfrutando un blues como disfruta la sed de una cerveza. La pieza está perfecta ahí, porque lo que viene es la intensidad de un tema circular al que, por cierto –tal vez apuntaré–, le acaban de hacer un arreglo con tamboura incluida –como si Miles no hubiera hace ya tanto... Pero no me distraigo. Lo que viene es un tema de Bill Evans que Miles Davis firmó, porque la idea de ese Sol menor y ese La aumentado surgió de su cerebral capacidad de ponerse y resolver obstáculos frente al teclado. Lo que de ahí salió fue un tema de diez compases con la introducción de Bill despistando al afanoso en predecir los por dóndes de la música. El tema lo toca la trompeta con sordina de Miles, y luego de un solo corto le da a Evans los trastos sólo para que éste pavimente un camino donde la intensidad introspectiva de John Coltrane desfilará exultante. ¡Cómo! ¡En una misma línea los adjetivos introspectivo y exultante! ¿De qué se trata? Oigámoslo. El tema es “Blue in Green.”

Recordemos –le diré al público– que estamos hablando de un disco de larga duración que permitía un descanso, un levantarse para voltear el negro plato de la tornamesa, y ahí descansaremos tras el arrebato para tomar energías desde una composición que es energía en sí misma con sus doce compases y cuatro más, y el universo abierto para viajar por él: “All Blues.” (Tal vez ahí, antes de comenzar, les diga un poema de los varios que la composición ha estimulado, tal vez no: “Igual que los lagartos en la piedra, atraigo con la lengua un cuerpo que a la memoria escapa. La mujer misteriosa vuelve al disco: y “All Blues” ha llegado el turno de Cotrane”). Ah, festín de la noche con el solo de John. Y al terminar: “Flamenco Sketches.” Oigamos a Bill Evans, oigamos los silencios de Bill Evans. La frescura de los silencios de Bill Evans y los sonidos que los rodean en esa combinación de sapiencia con naturalidad. ¿Qué es Kind of Blue? me preguntaré, ¿qué sigue siendo Kind of Blue? No lo sé. Tal vez si algún día alguien me encarga hallar música para terminar una guerra no me quepa la menor duda. Lo que venga después será eso que huele antes de la aurora.