Foto: Jae C.Hong / AP |
Los inmigrantes en la era Obama
Raúl Dorantes y Febronio Zatarain
Desde que a mediados de los noventa se aprobara la Operación Guardián , han muerto alrededor de seis mil inmigrantes latinoamericanos a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Como parte de dicha Operación –establecida, cabe decir, durante la Administración Clinton– se incrementó el número de agentes fronterizos y se mandaron construir muros en la parte oeste de California, obligando con eso a los inmigrantes indocumentados a internarse en el extremoso desierto de Arizona para llegar a su destino estadunidense.
Pese a las críticas y a las demandas en los ámbitos internacionales, el gobierno estadunidense –sin importar el partido en el poder– no sólo ha fortalecido la Operación Guardián , sino que también ha establecido operaciones similares en otras partes de las casi tres mil millas de frontera. Por ejemplo, en 2006 se aprobó el envío de 6 mil efectivos de la Guardia Nacional y la construcción de 728 millas de muro. Como consecuencia, ya en 2007 la muerte de mexicanos por año en la faja fronteriza casi rebasaba la cifra de quinientos, esto según el ombudsman mexicano José Luis Soberanes.
Y, seguramente, la muerte de centro y sudamericanos tanto en su travesía por México como por la llamada frontera norte alcance un número similar. A esto hay que agregar a los salvadoreños, hondureños y guatemaltecos que día con día pierden una o varias de sus extremidades al ser arrollados por los trenes de carga en territorio mexicano.
MUERTE GLOBAL
Al otro lado del Atlántico quizás llegue al millar la cifra de inmigrantes africanos que mueren ahogados cada año en el Estrecho de Gibraltar. Como sabemos, decenas de inmigrantes se arriesgan en pateras inseguras que acaban naufragando en las aguas del Mediterráneo. En muchas ocasiones las patrullas navales de Marruecos y España no alcanzan a detectar los naufragios. Citemos sólo una nota de la Agencia Efe del 9 de octubre pasado: “Las fuerzas de seguridad marroquí encontraron ayer, en una playa a unos cuarenta kilómetros al norte de Rabat, el cuerpo de un joven marroquí que iba a bordo de una embarcación que tenía previsto llegar a las costas españolas y volcó con cerca de cincuenta personas a bordo a la media hora de partir.” Si la marea no hubiese arrastrado el cadáver de este inmigrante hasta la playa, seguramente el mundo no se habría enterado de la tragedia. Y como ésta, ¿cuántas más habrá?
Este tipo de decesos de inmigrantes –no registrados en su mayoría– también acontece a diario en el estrecho de Adén que separa a África de la Península Arábiga. De acuerdo con un reporte de la organización Médicos Sin Fronteras, más de 32 mil africanos, principalmente de Somalia y Etiopía, cada año intentan llegar al territorio de Yemen. No se sabe exactamente qué proporción muere. La organización de médicos afirma que en los meses de septiembre y octubre se ahogaron más de 120 africanos en el estrecho.
La suerte de los inmigrantes africanos la comparten también decenas (o quizás cientos) de dominicanos y haitianos en el canal de la Mona , en su intento por llegar a la isla de Puerto Rico.
DARWIN Y LOS INMIGRANTES
Es importante recalcar que alrededor de 400 mil inmigrantes mexicanos no autorizados sí logran su objetivo cada año, es decir, cruzan la frontera y se establecen en algún centro laboral de la Unión Americana. Pareciera que los gobiernos estadunidenses, europeos y, en menor medida, las economías prósperas de Asia, no dejan de manejarse a partir de la teoría darwiniana de la lucha por la existencia, en la que sólo logran llegar a salvo a su territorio los más fuertes.
Para explicar esta teoría, pongamos como ejemplo el caso de México. Durante el último año del gobierno de Vicente Fox, el periódico La Jornada publicó que el sesenta por ciento de los mexicanos estaba dispuesto a emigrar a Estados Unidos si lo hubieran podido hacer legalmente. Es obvio que de estos 60 millones de mexicanos, sólo una pequeña porción (alrededor de 400 mil por año) da el salto para pasar a “la siguiente fase evolutiva”. Los 400 mil que dejaron su pueblo o ciudad de origen, y que arribaron a la frontera, muy posiblemente fueron asaltados por los mismos polleros o las pandillas que pululan en la parte sur de la frontera, y sin duda algunas las mujeres fueron violadas. Un mínimo porcentaje de estos 400 mil inmigrantes morirá en su intento de cruzar: .01 por ciento. Desde el punto de vista del gobierno estadunidense, o sea desde su teoría darwiniana, estas muertes mínimas son necesarias para que la gran mayoría –que está considerando venir a este país– por fin desista y se quede en territorio mexicano.
Cabe señalar que el trato inhumano que vive el latinoamericano en la frontera México-Estados Unidos es realmente atroz, pero es mucho más atroz el trato al que se exponen los senegaleses, los argelinos y cualquier otro grupo africano que intente subirse a una patera para llegar a tierras europeas. O bien la suerte que corren los somalíes y etíopes que en ocasiones son forzados a lanzarse al mar por los mismos traficantes, cuando temen haber sido descubiertos por los guardacostas. Todavía recordamos el incidente reportado por diario El País en septiembre de 2005, cuando más de setecientos inmigrantes subsaharianos trataron de librar las mallas con cuchillas que separan a Marruecos de Ceuta. Debido a las cortaduras, hubo un saldo de cinco muertos y más de cien heridos. Como castigo, muchos de los detenidos fueron abandonados a su suerte en medio del desierto por la policía marroquí.
LA VIDA COTIDIANA
Dejemos atrás las fronteras e internémonos en las vidas cotidianas de los inmigrantes que habitan en las ciudades estadunidenses y europeas. En esta primera década del milenio, el mundo ha vivido un retroceso en lo que tiene que ver con los derechos humanos de los inmigrantes.
Veamos el caso de Estados Unidos. Ante las agresiones continuas que estuvieron recibiendo desde el 11 de septiembre de 2001 hasta fines de diciembre de 2005, a los inmigrantes y a sus hijos no les quedó otra que la de tomar las calles y exigir respeto a su dignidad, y una reforma migratoria que incluyera la legalización de todos los indocumentados. Recordemos que entre los meses de marzo y mayo de 2006, más de 12 millones de personas (en su gran mayoría inmigrantes) mostraron su descontento por la propuesta de ley del congresista de Wisconsin, James Sensenbrenner, que era la síntesis de todos los ataques padecidos tanto por los inmigrantes como por sus hijos.
La tragedia del 11 de septiembre de 2001 afectó a los inmigrantes de todas partes. En Estados Unidos, la actitud antiinmigrante se percibió desde la Ley Patriota , aprobada semanas después de los ataques a las Torres Gemelas. En un principio, las detenciones realizadas respondían al propósito de detener a supuestos terroristas o a proteger la seguridad nacional, como la Operación Aeropuerto , que se realizó en Chicago a finales de 2002 y en la que resultaron detenidos decenas de indocumentados y ningún terrorista. En esta redada fue detenida una madre soltera que se volvió símbolo de la lucha de la familia inmigrante: Elvira Arellano.
No es sino hasta la primavera de 2004, con la publicación del ensayo “The Hispanic Challenge”, de Samuel p . Huntington, en que prácticamente se cambia de objetivo: de la búsqueda de células de Al Qaeda o de rastreos de inteligencia en áreas estratégicas, se pasa a la búsqueda directa de indocumentados. Para Huntington, la identidad estadunidense –en esencia protestante– estaba en peligro debido a la presencia de tantos mexicanos. Y han influido tanto las ideas de Huntington, que en el contexto actual de Estados Unidos decir “mexicano” es prácticamente decir “indocumentado”. Es sabido que cuando en la Casa Blanca de la administración Bush se pone sobre la mesa la problemática de los inmigrantes indocumentados, se le refiere como the mexican case.
Bajo el paraguas ideológico de Huntington, el ya mencionado congresista Sensenbrenner inicia en 2005 una lucha frontal contra los inmigrantes, primero con la aprobación de la propuesta Real id Act –que exige que solamente los residentes legales y los ciudadanos reciban licencias de conducir o cualquier otro tipo de identificación oficial. A fines del mismo año, el mismo congresista pisa el acelerador y con la hr 4437 propone la criminalización del indocumentado y de toda persona que le proporcione ayuda; este proyecto de ley fue aprobado en la Cámara Baja , pero rechazado en el Senado.
EUROPA Y SUS INMIGRANTES
El 11 de marzo de 2004, España sufrió un atentado por parte de una célula de Al Qaeda del que resultaron muertas 191 personas. Dicho ataque acrecentó la xenofobia ya existente, llevándola en algunas ocasiones al extremo.
Es importante aclarar que España y toda Europa se han caracterizado por no tener conciencia de su racismo. Es muy común escuchar en boca de un español, una francesa o un alemán comentarios de asombro por la intolerancia que se da en Estados Unidos hacia los inmigrantes o hacia las minorías étnicas. A pesar de todo, el trato que reciben los inmigrantes y las minorías en Estados Unidos es menos denigrante que el que estos mismos reciben en toda la Unión Europea. Basta recordar que hay zonas en Alemania en las que no pueden internarse personas de color, porque simplemente corren el riesgo de no salir vivas.
Ilustraciones de Gabriela Podestá |
Veamos el caso de los dos adolescentes franceses de origen árabe que en 2006 murieron electrocutados al tratar de esconderse de una persecución policíaca. Estas muertes provocaron más de tres semanas de disturbios en los barrios de inmigrantes de París, lo que puso en claro que los hijos de los inmigrantes no están recibiendo el mismo respeto y la misma atención que reciben los jóvenes galos. Es de destacar que el ministro del interior de ese entonces, Nicolas Sarkozy, que aplicó una política de bomberos para mitigar el conflicto, meses después fue elegido presidente de Francia.
Pero el hecho que más sorprende es la agresión que sufrió una inmigrante ecuatoriana de dieciséis años en un vagón del tren metropolitano de Barcelona, en octubre de 2007. Después de haber agredido verbalmente a la jovencita, el muchacho español –de nombre Sergi Xavier– se sintió con todo el derecho de soltarle varios puñetazos y una patada en el rostro mientras hablaba por el celular. Fue detenido y liberado horas más tarde sin ningún tipo de cargos, y además fue visto como héroe por un sector de la sociedad española. Pero la historia de Sergi Xavier no termina ahí: seis meses más tarde fue detenido por conducir bajo la influencia del alcohol. Por este delito sí recibió una multa de mil 080 euros y la prohibición de manejar durante diez meses. El mensaje de la justicia española es clara: “Si quieres alocarte, puedes salir a la calle y golpear inmigrantes; no te va a pasar nada. Pero por favor no conduzcas bajo la influencia del alcohol.”
Lo que llama la atención es que el Estado español –administrado en estos momentos por el psoe , caracterizado en tiempos no muy lejanos por la defensa de los inmigrantes– permita que se sigan repitiendo estas actitudes xenofóbicas. Sólo en abril del presente año, el ecuatoriano Juan Cristóbal fue molido a palos en Madrid al tiempo que los agresores lo insultaban bajo el estribillo de “viva España”.
Por último, ¿cómo considerar a la Unión Europea por encima de Estados Unidos en términos de los derechos de los inmigrantes, si en junio pasado aprobaron su propia hr 4437 en el recinto del Congreso Europeo con el aval de gobiernos de derecha (que no sorprende) y de izquierda (como el español)?
MÉXICO: EL MAYOR EXPULSOR Y CON ACCIONES ANTIINMIGRANTES
Como mexicanos y como inmigrantes, hacemos un breve paréntesis para hacer un llamado de atención a la clase política mexicana y a su sociedad civil por las atrocidades de que son objeto miles de inmigrantes centro y sudamericanos al cruzar el territorio más peligroso en toda su travesía: México.
Es inaudito que el ombudsman del país que más fuerza laboral expulsa en el mundo, tenga que insistir que se deroguen leyes federales que siguen viendo al inmigrante sin documentos como una cosa y no como un ser humano. El pasado 30 de octubre, Soberanes denunció ante el Senado la política represora hacia los inmigrantes, y exigió la derogación del Artículo 67 de la Ley General de Población “para que los inmigrantes sin papeles puedan ser considerados víctimas de delito y tengan la protección del Estado mexicano”.
Esperemos que el Poder Legislativo por fin tome conciencia de que alrededor de 30 millones de personas que viven en Estados Unidos (inmigrantes e hijos de inmigrantes) se autodefinen como de origen mexicano.
OBAMA
En su intento por sacar una reforma migratoria bipartidista que sólo beneficiará a un poco más de la mitad de los indocumentados que vive en este país, el actual presidente electo Barack Obama aceptó que se construyera un muro a lo largo de 722 millas de la frontera, sin duda una extensión del muro que la administración Clinton aprobó que se construyera en California.
El senador Obama explicó en algunas entrevistas que hacer política es negociar: conceder algunas cosas para obtener otras. En este caso, el sector demócrata que apoyó en 2006 aquella reforma migratoria esperaba conseguir, en dicha negociación, que alrededor de siete millones de indocumentados obtuviera su permiso de trabajo y, con el tiempo, su residencia permanente. Esta actitud de Obama, y de muchos otros legisladores demócratas, generó fuertes críticas de parte de los activistas pro inmigrantes.
Aquí es importante señalar la diferencia entre el activista y el legislador: el activista no debe negociar (su fin es que todos los indocumentados reciban su residencia), es una lanza que debe estar punzando en todos los territorios sociales para lograr que la mayor porción de su utopía se vuelva realidad; el legislador, en cambio, debe negociar, y esta transacción debe tener un cuerpo ético, que tanto el debate como los resultados de su negociación se den a conocer ante la sociedad civil, todo para que quede claro que fue una negociación política entre dos o más grupos que representan diferentes perspectivas de la vida social.
El hecho de que el político ceda en algunos aspectos para conseguir ciertos beneficios para el inmigrante indocumentado, no lo vuelve automáticamente enemigo del movimiento pro inmigrante. Hay que criticar la actitud, pero no hay que olvidar que ese político sigue siendo un aliado.
Con el discurso de Berlín –dicho el pasado 24 de julio– quedó claro que Obama no solamente está en contra de los muros físicos, sino también de los muros mentales: los muros entre los blancos y los negros, entre los musulmanes y los cristianos, entre los europeos y los asiáticos, entre los ciudadanos y los inmigrantes. En Berlín, Obama le estaba hablando al mundo. Por eso, ante más de 200 mil personas, afirmó que tenía dos ciudadanías y dos responsabilidades: como ciudadano estadunidense (el bienestar de su patria) y como ciudadano del mundo (el bienestar del orbe).
El 4 de noviembre del presente año, la sociedad estadunidense rompió una infinidad de muros al elegir a su primer presidente afroamericano. Es un suceso que se vuelve un parteaguas en la vida política estadunidense y mundial. En Estados Unidos ya se sentó el precedente: un hijo de inmigrante africano ha sido electo presidente. Si bien en los debates presidenciales Obama, por cuestiones tácticas, tuvo que omitir –entre muchas cosas– la mención de una reforma migratoria, en su primer discurso como presidente electo en el Grant Park de Chicago recuperó una de las consignas más escuchadas durante la Primavera del Inmigrante de 2006: “Sí se puede.” Al final de su discurso, Obama volvió mantra la traducción al inglés de esta frase. ¿Habrá en ese Yes we can alguna una buena nueva para los inmigrantes?
|