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Antigüeva (II de III)
A un público cinematográfico cuyas entendederas y atención están siendo inclemente y sonsonetescamente acribilladas por la massmediática reiteración, entre otros pocos datos, de la fabulosa y muy envidiable cifra de tlacos que en su país de origen y en este Mexicalpan recaudó en su estreno, recauda hoy mismo y seguirá recaudando Batman. El caballero de la noche … a un público más que entrenado en la correspondiente voracidad al respecto que, teniéndolo en las fauces desde ahora, es seguro que no va a soltar el par de durables huesos farandulescos implícitos en saber si Heath Ledger recibirá o no recibirá post mortem el Oscar por su papel de Joker, o si es verdad que, estando en Londres, Christian Bale se agarró a los trompis a su madre y a su hermana la mismísima noche del estreno... a dicho público, que al ver la publicidad con la que se promociona Hellboy. El ejército dorado, siente sonar un agradable clic en su cabeza cuando lee los dictums que suele producir el más sesudo de los análisis posibles, verbigracia el “endemoniadamente espectacular” que el señor Omar Reyes tuvo a bien permitirse en Televisa Espectáculos, o el exhaustivo “¡Cuernos y rabo para Del Toro!” con el que don Carlos Gómez Iniestra da una vuelta al ruedo de su palabrería en Cinepremiere… a ese público, en fin, al que la veraniega cartelera le junta menos de tres decenas de filmes para escoger –y ni siquiera veinte en la parte comercial--, pareciera insensato pedirle que no se llame a güeva cuando vea, si tal imponderable llegase a suceder, un filme como Familia Tortuga, cuya trama se muestra tan supuestamente ayuna de todos aquellos atributos enumerados aquí la semana pasada, es decir, que en ella “no pasa nada” porque el agüevado no alcanzó a mirarle nada de inusual, extraordinario, sorprendente, pasmoso, rutilante ni maravilloso.
LA QUINTA PREGUNTA
Heath Ledger |
Bien puede procederse al revés y, antes que en Familia Tortuga, uno puede primero hurgar, para no ir más lejos, en este otro –porque no tendría sustento decir “este nuevo”— Batman. Así pues, ¿hay algo de inusual o de extraordinario en el tema al tratarse de una película del género heroico, en donde todo se reduce a la manidísima, archiesquemática y recontramaniquea lucha cinematográfica del bien contra el mal? ¿Tiene algo de sorprendente el carácter de los personajes principales, si estamos ante una reelaboración que en la búsqueda de la fidelidad al espíritu original de dichos personajes cifra el quid de su valor narrativo? ¿Hay algo pasmoso, digamos, en unos efectos especiales de postproducción siempre superables al siguiente remake, o a cargo de los productores de la película de héroes que contraponga la competencia, y que tanto en una como en la otra son requisito más indispensable que la mismísima coherencia interna del relato, efectos sin los cuales dicho relato –Batman, Hellboy o la que usted guste– no pasaría de ser un sencillísimo cuento para dormir niños? A los ojos de quien ha visto las tres batmanescas cintas anteriores, más las hombrearañescas, las cerocerosietescas, las cuatrofantastiescas, las jamesbondescas, más las que se acumulen los veranos que vengan, ¿en serio en serio pasarán por maravillosos los artilugios mecánico-cibernético-digital-electrónicos –esos que los agüevados tanto disfrutan llamando gadgets–, si les ocurre lo mismo que a los efectos especiales, amén de que más de una vez –comprobado– han llegado a robarle reflectores al propio personaje que los ostenta? ¿Será el conjunto de las diversas mediocridades en Batman conjuradas, capaz de alcanzar, toda vez que se han sumado, un factor de calidad más alto que el de cada una si actuara por su cuenta? A saber, pero a final de cuentas en este tinglado sólo hay poco más que la combinación del pseudoperiodismo amarillista que siempre babea en estos casos de famosos que se mueren por una sobredosis de drogas, más la tendencia inercialmente adjetival de cierta dizque crítica que todo quiere resolverlo a punta de panegíricos que quepan en una sola frase, sumados al pavlovianismo de quien ve llegar el verano cinematográfico y a lo más que aspira es a que “lo sorprenda” una superproducción.
La quinta pregunta podría ser esta: ¿qué se sabe, qué se ha dicho públicamente y en esos mismos medios, por esas mismas voces, acerca de José Ángel Bichir, Luisa Pardo, Manuel Plata o Dagoberto Gama? La respuesta, claro está, es un rotundo “nada”. Pero la quinta pregunta bis es más interesante: ¿importa que la respuesta sea precisamente “nada”? Para fortuna de los mencionados y de quienes han visto o verán su desempeño en Familia Tortuga, no sólo no importa, sino es bueno que así sea.
(Continuará) |