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¿Y ora quién sigue?
Para
José, Carmen, Javier, Julio, Ilana,
Ciro, Víctor, Pilar y, en fin, quienes
vayan engrosando tan triste lista
Es
recuento viejo. Hay en México una vasta colección
de lamentables cancelaciones, estrangulamientos económicos,
anatemas del mundillo político, decretos de represión
y silenciamiento con que los señoritos encorbatados suelen
extirparse de la delicada dermis esas incómodas cuestiones
de la prensa. Las herramientas, que suelen parecer muchas y distintas,
están hechas de una misma aleación de poder y autoritarismo.
La viciosa, asfixiante relación del poder político
con los medios cuando se atreven a resultarle críticos, cuando
escatiman dulzura y no se ponen zalameros, constituye buena parte
de esa mezcla odiosa que se asienta en nuestra médula idiosincrásica:
la corrupción. Corrupción por miedo miedo a
los sicarios o a los auditores de Hacienda o por conveniencia,
corrupción al fin: y si el medio no se autocensura siempre
quedan las viejas estrategias del prinosaurio (Manú Dornbierer
dixit) ya olvidadas por muchos, incluidos tagarotes
ex funcionarios priístas que hoy juegan, qué paradoja,
en los medios como mediocres comentaristas de noticias que para
exculpar su ominoso pasado ejercen esa misma libertad de expresión
que en algún momento de su carrera política les resultó
incómoda y desde luego censurable como el asalto a
instalaciones y oficinas, el robo de equipo de cómputo o
de comprometedores documentos, los atentados, las amenazas y en
progresiva intensidad los levantones y el asesinato. Se nos
repite constantemente, sobre todo en la televisión, en Televisa
y tv Azteca, pero también en anuncios pagados con nuestro
dinero en otros medios y hasta en los sistemas de televisión
de paga otra vez, aquello de repetir mentiras para a la larga
fundamentar verdades que en los gobiernos salidos del pan
la libertad de expresión y prensa están bien guarecidas,
y sin embargo es en estos pocos años que se multiplicaron
las desapariciones de periodistas, y se sucedieron los ataques de
índole varia: el terrorismo fiscal, la persecución
política, las anónimas amenazas y las públicas
advertencias o descalificaciones, a veces hasta internacionales,
a los medios nacionales claro, difícilmente a las televisoras
del duopolio omnisciente, con tal de acotar ya la verdad,
ya una investigación inconveniente como en el caso de las
muchas colas sueltas de Marta Sahagún y sus bodoques o, con
mayor vehemencia, con tal de bloquear cualquier expresión
de la izquierda cuyos masivos alcances resultan inconvenientes a
la derecha gobernante. Allí el más reciente caso de
José Gutiérrez Vivó, asediado ferozmente hasta
la consunción por la derecha con el auxilio lamentable del
desgobierno de Vicente Fox cuando era tlatoani y no nada más
un señor un poco tonto, insospechadamente rico y muy bocafloja,
porque fue en su programa donde López Obrador anunció
su malograda otra vez Fox y sus alecuijes, su guerra sucia
y sus redivivas, sucesivas sartas de mentiras y marranadas
candidatura. Y por más que desgañiten en contrario
Calderón y sus embajadores en la televisión, muchos
no tragamos que la Omnímoda Presidencia no pudiera detener
la avalancha, la multiplicidad de trapacerías cometidas en
contra de Monitor. Que se los crea su abuela, por no decir alguien
más cercano de su familia
Es recuento viejo, digo,
que vayan desapareciendo de los medios electrónicos masivos,
y de la radio, las pocas voces críticas a los gobiernos del
color que sea su bandera, de la tesitura que sea su presunto proyecto
sociopolítico y no es casualidad que esto sucede en
gobiernos de ultraderecha mal disimulada. Ni siquiera con Salinas
de Gortari se vio la prensa acotada como ahora, con tantos truquitos,
tanta hipocresía de acuerdos oscuros y convenencieros, fácilmente
signados porque se trata de arreglos entre empresarios, que no entre
empresarios y auténticos servidores públicos: un verdadero
servidor público será celoso vigilante de que pervivan
y destaquen todas las expresiones políticas y sociales, y
sería particularmente cuidadoso con las que le resultasen
antagónicas. Esto en otro país, en otra dimensión,
claro, porque aquí lo que impera es el abuso faccioso y discrecional,
cobardito, esquinero, gandaya hasta que en lugar de medios libres
e incómodamente críticos, en lugar de prensa, en lugar
de periodistas obtengan lo que parecen perseguir los encorbataditos:
serviles feligresías, cohortes rastreras, lacayunos amanuenses
y lamebotas de cuota fija, que desde luego los hay, los ha habido
y parece que los va a haber siempre como una de nuestras mayores
vergüenzas.
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