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La relatividad del éxito (I DE II)
La Motion Pictures Association (MPA) sostiene que, en 2006, a nivel mundial México ocupó el quinto lugar en asistencia a salas cinematográficas, el octavo en cantidad de pantallas disponibles, así como el undécimo sitio en cuanto a taquilla. Suena bien. Sin embargo, la tonada ya no es tan dulce cuando uno se entera de que nuestro país cae hasta el decimoséptimo sitio en producción, y que la participación doméstica en taquilla es, a nivel mundial, nada menos que la vigésimo sexta.
A esto debe añadirse que, por primera vez en muchos años, en 2005 la producción nacional rebasó –con un total de cincuenta y tres– la media centena de filmes anuales, cantidad mínima a partir de la cual puede hablarse de una industria cinematográfica. Puede hablarse, cierto, aunque obviamente una industria con-todas-las-de-la-ley requiere de muchas más cosas que una cantidad equis de producciones para ser percibida y vivirse a sí misma como tal.
Por otro lado, se estima que 2006 arroje una cifra final de sesenta y cinco cintas producidas. También suena bonito, aunque ya no tanto cuando se conoce la dimensión del descenso entre lo que se filmó y lo que a final de cuentas se exhibió, pues tiene forma de abismo: hace dos años se quedaron enlatadas treinta de las cincuenta y tres películas mexicanas listas para exhibirse, mientras que el año pasado sólo se estrenaron veintiocho de las mencionadas sesenta y cinco, lo que arroja un total de sesenta y siete filmes que no han llegado a la pantalla; es decir, más de los producidos sólo en el último año. Sesenta y siete, piense usted: podría estrenarse una a la semana durante un año y cuarto, tiempo que serviría para seguir acumulando –como de hecho ocurre en este momento– más películas que quién sabe cuándo serán estrenadas.
Fotograma de la película Efectos secundarios, tomado de: media.eresmas.com |
A pesar de que, comparativamente con 2005, el año pasado significó un avance para el cine mexicano en términos de ingresos, al haber aumentado 7.4 por ciento la recaudación por película, sus 287 millones de pesos en taquilla no son sino un paupérrimo 4.7 por ciento de los aproximadamente 600 millones de dólares que constituyen el récord histórico de ingresos para todo el cine que se vio en México durante 2006. Aún más: de aquellos casi 300 millones de pesos, casi la mitad correspondieron a Una película de huevos, lo cual dejó únicamente 145 millones de pesos para el resto de las cintas mexicanas estrenadas.
¿Cuál quieres ir a ver?
Todo lo anterior significa, entre otras cosas, que el mexicano es uno de los públicos más asiduos a las salas, uno de los que mejor oferta disfruta en términos de disponibilidad de espacios, e igualmente se cuenta entre los que más ingresos le genera a la industria cinematográfica, globalmente hablando. Sin embargo, y aunque no sea de ningún modo algo novedoso, hay una distorsión evidente en el hecho de que, entre los diez estrenos más taquilleros de 2006, sólo la referida Una película de huevos haya figurado, por cierto en séptimo lugar, con todo y haber representado un verdadero hito con sus casi cuatro millones de asistentes en sala. La siguiente película mexicana con mayores ingresos fue Efectos secundarios, que con sus cuarenta y seis y pico de millones de pesos arañó apenas la tercera parte de lo que obtuvo Una película
, pero no alcanzó siquiera la mitad de los casi noventa y ocho millones que se metió a los bolsillos Poseidón, la décima cinta más taquillera en México en 2006.
Salvo el aumento, absolutamente marginal, del 0.3 por ciento de 2006 respecto del año anterior, la participación del cine mexicano en taquilla no ha hecho sino descender de manera consistente, mientras que, por el contrario, la producción ha ido en aumento.
México produce cada vez más cine y éste es cada vez menos visto, a pesar de que, en términos absolutos, aumentaron tanto la cantidad de estrenos –nacionales o no–, la asistencia por película y el número de pantallas.
Algo está pasando, cuya explicación no parece radicar en donde tradicionalmente se le busca, cuando en un solo quinquenio el cine mexicano desciende 5.1 por ciento su participación en taquilla, al pasar de 9.8 por ciento en 2002, al ya mencionado 4.7 por ciento en 2006; y la cosa es todavía peor si se considera que hace cinco años fueron estrenadas solamente quince películas mexicanas, es decir, prácticamente la mitad de los estrenos nacionales de 2006. En otras palabras, la producción se cuadruplica y la participación en mercado baja a la mitad.
(Continuará)
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