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Poetas de la generación hispanomexicana
A Carlos Blanco Aguinaga, César Rodríguez Chicharro
y Federico Patán.
Después de la Guerra civil española, durante la emigración republicana llegada a México entre los años 1938–1944, gracias a la oferta realizada por Lázaro Cárdenas, los españoles que llegaron a México escapando de la incipiente noche fascista, trajeron consigo una renovación profesional y cultural muy benéfica para el país que los recibía. A esa generación de adultos exiliados se le suele conocer como la primera generación del exilio en México. La segunda es la de los hijos de esa primera generación, niños o jóvenes que no pudieron tomar la decisión de exiliarse y debieron seguir el destino de los padres. A estos, llegados aquí entre sus dos y catorce años de edad, es a quienes se conoce como segunda generación del exilio español en México o hispanomexicana (término acuñado por Arturo Souto), o nepantla (término acuñado por Francisco de la Maza), o fronteriza (término acuñado por Luis Rius): es una generación, aparentemente, "entre dos tierras" –que es lo significa nepantla. Un grupo de esta generación manifestó, tempranamente, una marcada tendencia por la expresión poética, incluidos algunos que ya no volvieron a abordarla, como Inocencio Burgos, o que se dedicaron a la narrativa, como Roberto Ruiz.
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Casi todos los poetas de la generación hispanomexicana se dedican actualmente a la docencia y la investigación, y escriben muy buenos e imaginativos ensayos. Casi todos viven en México (y, quienes han muerto, lo hicieron en este país). Casi todos tienen hijos mexicanos. Cuando eran estudiantes de Letras, en Mascarones (pues casi todos estudiaron Letras Hispánicas; de entre quienes eligieron las Letras como destino universitario, sólo Federico Patán optó por las inglesas), fundaron revistas literarias diversamente efímeras: Presencia se publicó durante dos años (1948–1950); Clavileño, con sólo dos números, vio la luz en 1948; Hoja apareció entre 1948 y 1950; Segrel ofreció dos números en 1951; e Ideas de México se difundió entre 1953–1955. Frente a todas ellas, la revista Las Españas, dirigida por la generación de los mayores y que llegó a incluir las colaboraciones de algunos de los integrantes de la segunda generación, fue muestra de perseverancia: apareció entre 1946 y 1963: veintinueve números.
Si entre los integrantes dedicados a esta generación se restan los exclusivamente dedicados al ensayo, el periodismo cultural, la pintura y otras artes, la docencia, la vida académica, la investigación literaria, la producción poética en catalán, y a quienes han escrito eventualmente poesía para dirigir sus intereses prioritarios al ensayo y la narrativa, el número exacto de poetas que resta de esa no tan complicada selección es el de trece. Así, aquellos poetas que llegaron a México durante su infancia o primera adolescencia –entre 1939 y 1944, han escrito su obra en español y nacieron entre 1925 y 1937– son: Manuel Durán (Barcelona, 1925), Nuria Parés (Barcelona, 1925), Carlos Blanco Aguinaga (Irún, 1926), Jomí García Ascot (Túnez, 1927-Ciudad de México, 1986), Tomás Segovia (Valencia, 1927), Francisca Perujo (Santander, 1934), Luis Rius (Tarancón, 1930-Ciudad de México, 1984), César Rodríguez Chicharro (Madrid, 1930-Ciudad de México, 1984), José Pascual Buxó (Sant Feliú de Guixols, 1931), Enrique de Rivas (Madrid, 1931), Gerardo Deniz [Juan Almela] (Madrid, 1934), Angelina Muñiz-Huberman (Hyères, 1936) y Federico Patán (Gijón, 1937): esa voz de diez poetas y tres poetisas que escriben –o han escrito– en español, en México, representa el 0.25 por ciento de los 4 mil niños salidos de España y llegados a México entre 1939 y 1944, porcentaje referido a un cálculo hecho por Blanco Aguinaga.
¿Dónde están ellos? Desde luego, en la historia de la poesía mexicana, como rama peculiar de la Generación del Medio Siglo (José Emilio Pacheco, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Juan Vicente Melo, Juan García Ponce
). ¿Quiénes los leen? Como –en México– a todos los poetas mexicanos y extranjeros, muy pocos, pues ya se sabe que el escaso público lector tiende a ser escasamente aficionado a la poesía, lo cual es triste, pues en la nómina de los poetas hispanomexicanos se encuentra escrito mucho de lo bueno de la poesía mexicana contemporánea, en la buena compañía de los demás integrantes de la Generación del Medio Siglo. Como dijera Hegel: peor para los lectores ignorantes de poesía.
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