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Francisco Hernández Talledos
Denominación de origen
Grandes esfuerzos son los que se hacen por incluir ciertos productos endémicos en las normas gubernamentales que garantizan su protección jurídica contra algún posible plagio, o uso indebido que desvirtúe la calidad de su elaboración. Muchas veces estos productos, más que objetos, son verdaderas piezas artesanales, representativas de la cultura de toda una región y sus pobladores. Teniendo en cuenta lo anterior, surge la necesidad de un concepto legal de preservación como la denominación de origen. En Francia, por ejemplo, fue una medida acordada para proteger la propiedad industrial de uno de los productos más característicos de aquel país: la champaña, símbolo indiscutido de la gran tradición campesina gala, en especial para la elaboración de vinos considerados los mejores del mundo.
En Mexico, el caso más notorio es el del tequila, destilado tradicional que hasta hace unos años había permanecido desprotegido ante numerosas falsificaciones. A medida que los esfuerzos por industrializar y comercializar la bebida se hicieron más significativos, se requirió proteger todo aquello que estuviera implicado en su elaboración, desde la planta, el agave azul, hasta el método de la jima; para ello se elaboró una Norma Oficial (nom-006-scfi-1994) que diera cuenta del riguroso método, así como distintos convenios internacionales. Pero la denominación de origen nacional no sólo se limita a productos tan conocidos como el tequila (o el soberbio mezcal), también están la talavera, la bacanora o el café veracruzano.
Y, en el ánimo de "se entiende por denominación de origen, el nombre de una región geográfica del país que sirva para designar un producto originario de la misma, y cuya calidad o característica se deban exclusivamente al medio geográfico, comprendiendo en éste los factores naturales y los humanos" (Art. 156 de la ley del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial), se ha pensado incluir dentro del listado con denominación de origen a una de las más exclusivas y raras aves del paraíso mexicano, el priísta.
Ahora, no se está considerando a todo aquel revolucionario institucionalizado con cargo gubernamental, ya que sus mutaciones son tan variadas, extensas, que sería ocioso encerrarlos a todos dentro de la misma norma oficial, por lo que todo localismo tratará de ser suprimido a una definición concreta.
Uno de los principales puntos a favor del proyecto reside en el hecho de que pocos sistemas políticos han tenido tanto éxito para mantener el poder como el pri, hacedor de "políticos destacados quienes lograron ver fortunas donde nadie más lo había ponderado, logrando alcanzar un nivel de desarrollo personal, también social, fuera de serie [...] del tipo que pocas personas experimentan en muchas vidas" (sic). En lo que toca a su relación con la población, los priístas tuvieron mucho éxito para mantenerla en relativa calma mediante la generación de prebendas; en caso de que no surtiera el efecto deseado siempre dispusieron a discreción del uso de una especie de fuerza pública implacable, legal; si todo lo anterior fallaba estuvieron dispuestos a poner en la nómina a todo aquel reacio, incluyendo a hombres del oficio creativo; fundaron instituciones nacionales sólidas, las cuales, llegado el momento, no dudaron jamás en utilizar para cometer excesos alucinantes: como shoppings en India a bordo de un jet de la Fuerza Aérea, siempre alegando el cumplimiento riguroso de la ley que ellos mismos escribían. Cuando hubo necesidad de echarle el guante a la economía, los viejos revolucionarios no dudaron en llamar a los técnicos para poner en orden todo aquello que no la dejara caminar, incluso con el desliz de agudizar la relación riqueza-pobreza. En cuanto al reparto del poder, es éste el punto fino que lograron solucionar los priístas con gran oficio, ya que al cerrar siempre filas con el Bueno y esperar turno, lograron formar un país a idea suya, así como crear un constante semillero de orgullos nacionales eternizados en bronce.
Uno de los diputados del Partido del Poder arguye: "Sí, mira, por principio la denominación de origen que estamos proponiendo no obtendría regalía alguna, ya que no se trata de un producto [...]; más bien la intención es tratar de proteger el uso que se haga al referirse a los personajes públicos del país, por ejemplo, en Brasil, con los escándalos de corrupción en el Congreso, algunos medios llegaron a decir que la política de aquel país se estaba mexicanizando, lo cual no negamos, pero también es un insulto a nuestro gobierno federal [...] ya que esas prácticas (corruptas) pertenecen al pasado autoritario del pri."
Muchos rumores corren dentro de la pista política debido a la presentación del polémico proyecto; el más obvio, dicen los analistas, es que ante el inminente reinado conservador que comienza el Partido del Poder, éste pretende enjaretar la exclusiva de todos los delirios que provocó el poder total al partido de los que son revolucionarios e institucionales al mismo tiempo, con el fin de que la opinión pública no termine por ubicar dichos abusos en la nueva y girondina estructura federal, la "que durará de aquí hasta que Dios y los Ciudadanos lo quieran" (sic). Muchos de los prestigiados líderes de opinión, que tanto contribuyen a la consolidación democrática de México, arguyen que en plena debacle del pri, el verdadero motivo es restregar cuantas veces sean necesarias al Partido de la Izquierda Rijosa y Echadora su pasado priísta, en lo que es una "astuta y legítima estrategia, de alto olfato político para defender los intereses del grupo en el poder", comenta una conocida politóloga.
Queda todavía por ver si el Partido del Poder logra solucionar, ante los varios cuestionamientos que se le han hecho, si sus alianzas con el viejo régimen al que ahora acusa, sus tránsfugas políticos e intelectuales adoptados, entrarían dentro de la espinosa denominación de origen. La solución, prometen, será brillante.
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