Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de abril de 2007 Num: 630

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

John Berger
en tres tiempos

LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Denominación de origen
FRANCISCO HERNÁNDEZ TALLEDOS

El Mercosur y la tierra purpúrea
GABRIEL COCIMANO

Un sobreviviente del éxito
ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ
entrevista con SENEL PAZ

El Gran Telescopio Milimétrico
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGUELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR


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Jorge Moch
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Otro rojo amanecer

A poco más de cuatro años de empezada la carnicería perpetrada por los norteamericanos y sus alecuijes en Irak, no hay que olvidar cómo la televisión suele retomar la estafeta propagandística que tradicionalmente es potestad del cine. Las películas bélicas, en que siempre los gringos vencen al mal encarnado en extranjeros, suelen pasar de moda rápido en las taquillas de los cines y es entonces que la televisión se convierte, con su inmenso poder de penetración, en el vehículo perfecto para que se enteren no solamente los gringos, sino la perrada toda del mundo entero, de la superioridad de su maquinaria guerrera y de que no titubean en utilizarla en cualquier rincón del planeta. Para atenuar la esencia criminal del acto de ir a asesinar gente a lejanos y casi siempre pequeños países siempre hay un pretexto mendaz. Salvo algunas aisladas producciones críticas, como Apocalipsis (dirigida por Francis Ford Coppola en 1979, basada en la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad) o Pelotón (de Oliver Stone, 1986; Apocalipsis la protagoniza Martin Sheen, mientras que su hijo Charly lo hace en Pelotón), ambas dedicadas a la vergonzante empresa genocida de Vietnam, la mayoría machaca en el mismo sentido: los estadunidenses han sido tocados por el velo de dios para imponer su ley en el mundo, se lleven a quien se lleven entre las pezuñas. Allí Rambo, John Wayne o Zwarzchernazi.


Sátira a Red dawn. www.quintadimension.com

Es chocante, por decirlo de una manera suave, ver en los noticieros norteamericanos a comentaristas y funcionarios a los que la televisión otorga foro cuando hablan sobre los iraquíes que siguen resistiendo la presencia armada extranjera en su país llamándolos "rebeldes" o "terroristas". Hay desde luego un creciente sector de su país que rechaza a George W. Bush y a sus perros de la guerra, pero no hay que olvidar que la reelección del tonto falso soldado fue expresión comicial de mayorías.

Recuerdo una película que hace ya tiempo no surca los reciclajes televisivos de ese cine propagandístico y "b" que tan bien rellena espacios en la tele. Se trata de Red dawn (Rojo amanecer y no, no es la de Jorge Fons, con María Rojo y Héctor Bonilla sobre los crímenes del gobierno mexicano y sus sicarios uniformados en el Tlatelolco ensangrentado de 1968, sino otra película gringa), producción de 1984 dirigida por John Milius en que actúan, entre otros, unos jovencísimos Patrick Swayze, Charly Sheen –sí, otra vez–, C. Thomas Howell, y Lea Thompson.

El argumento, tal vez paradójica reacción a la invasión que ordenó Reagan a Granada en 1983, dibuja la posibilidad de que Estados Unidos fuera invadido por una coalición constituida con ejércitos de Cuba, Nicaragua y la todavía Unión Soviética. La historia transcurre en un pueblo de Colorado y sus alrededores, y narra las peripecias de un grupo de adolescentes gringos que se ven obligados a convertirse en guerrilleros. En "rebeldes". En "terroristas". Curiosamente, como suele suceder cuando las historias las cocinan los vencedores, sus hechos de sangre quedan ampliamente justificados bajo la ética de la resistencia armada del patriota.

Así, podemos ver a los gringuitos asaltar oficinas y dinamitar convoyes. Los vemos disfrazar a sus chicas de putas de cuartel para poner bombas que despedazan lo mismo a los "malos" rusos y cubanos que a los colaboracionistas gringos que trabajan con ellos. Allí el empleo de una granada de mano en una cesta de picnic es solamente un artilugio del ingenio patriota, y no una perversa invención terrorista para fracturarle la vida en pedacitos al invasor. La banda, si es que hay que llamarla de algún modo, toma el nombre del equipo de futbol de la preparatoria local al que varios de los rebeldes pertenecían: Wolverines (Glotones; el glotón es un mustélido, pariente del tejón y el mapache, muy voraz y famoso por su ferocidad y su obstinación).

Cinta que desde luego es incapaz de sustraerse al paradigmático cliché propio del género patriotero, Red dawn tiene a su favor la implícita aceptación de que lo menos que puede alguien hacer, cuando un extranjero ataca y apalea a la autoridad competente y legítima, es organizar su autodefensa. Una peliculilla entretenida y nada más, con un discurso un poco diferente. Se las deberían poner más a menudo a los gringos. A ver si regresan un poco al ambiente de antes de la caída del muro de Berlín, cuando estaban más a la defensiva negociadora y un poco menos en el ánimo de seguirle cascando a bombazos la existencia a otros pueblos de la Tierra.