Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 21 de mayo de 2006 Num: 585


Portada
Presentación
El impasible
HÉCTOR PÉREZ MARTÍNEZ
Juárez
ALFONSO REYES
Sobre Juárez
JUSTO SIERRA
Principio para un canto a Juárez
RUBÉN BONIFAZ NUÑO
Juárez: indio, liberal y masón
ALFONSO SÁNCHEZ ARTECHE
A Juárez
CARLOS PELLICER
Albricias
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO
Bazar de asombro

Columnas:
Enrique López Aguilar

Verónica Murguia

Angélica Abelleyra

Luis Tovar

Marco Antonio Campos
Noé Morales Muñoz

(h)ojeadas:
Reseña de Gabriela Valenzuela Navarrete sobre Viviendo entre ángeles


Directorio
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Justo sierra

Sobre Juárez

¡Gran padre de la patria, viste el triunfo de tu perseverancia, de tu obra, de tu fe: en ese triunfo te dejamos; en esa luz de apoteosis perdurará tu memorial! Tu vida posterior no fue, no, indigna de tu grandeza de luchador, hombre de gobierno, quisiste fundar una administración y vencer siempre los elementos de la guerra civil, por tus armas primero, luego por leyes de sabiduría y de justicia; y trataste de levantar al pueblo mexicano, cuya sustancia era su raza, al grado superior a que tú habías ascendido, transformando las condiciones del trabajo nacional, protegiendo las grandes empresas de progreso material, y a la plena conciencia de sí mismo, abriendo de par en par ante su camino las puertas de la escuela.

Los impacientes de realizar ideales que sólo lentamente pueden llegar a la vida protestaron armados y ceñudos contra ti; muchos eran tus colaboradores, tus correligionarios; algunos habían salidos de tus manos armados de su fe en la libertad y la democracia: eran tus hijos.

Ese fue tu destino y en lucha moriste. Periódicamente te levanta al margen de tu memoria la voz airada de la detracción y del odio, en nombre de la patria, en nombre de la historia. Es inútil. Eso sólo sirve para sublimar tu glorificación y aquilatar tu mérito. El Partido Liberal, que hoy es la nación, en manos de ella, ha puesto tu gran recuerdo, y la nación de mañana y la de hoy, y la de siempre, oirá en cada conciencia de niño, en cada inteligencia que despierta, las divinas palabras maternales de la escuela laica, de la escuela nacional, que cantará tus alabanzas, que bendecirá tu obra.

Es justo que ya que no acertaste a vivir para presenciar la resurrección definitiva de la patria en la prosperidad y en la paz, asistas a esta gran época, unido al cerebro y al corazón de cada mexicano que ame a su país. Y nadie lo amó como tú: por eso nadie tiene mayor derecho que tú a que sus errores "le sean perdonados".

Todos estamos contigo, será inútil injuriarte o rebajarte; la diatriba será un remusgo que hará espuma en torno al arrecife inconmovible, y pasará y morirá.

Celebrando los ritos de nuestra religión cívica, cada generación, al partir, dirá a la generación que se levanta y llega: "¡Perseverad como él, quered como él, creed como él." Y le entregará la antorcha de inextinguible luz.

Todos estamos contigo; el día en que el pacificador, el gran adversario de tus postreros días de lucha, llevó reverente a tu mausoleo la corona del recuerdo nacional, todo lo pasado quedó en la sombra y surgió definitivamente el sol de tu ideal y tu gloria. Sea ella el símbolo de unión y de concordia; sea un ara en que fraternicemos los mexicanos. Todavía será turbada la paz del reposo augusto que ganaste bien, perenne batallador; pero no podrá nadie arrancar tu nombre del alma del pueblo, ni remover tus huesos en tu sepulcro: para llegar a ellos será necesario antes hacer pedazos la sagrada bandera de la república, que te envuelve y te guarda.

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