Disuadir o perseguir
Juegos de guerra 2019
de Rand: Rusia y China derrotan a EU en una Tercera Guerra Mundial
Guerra de cifras
Los departamento colmena: la respuesta clandestina a las rentas caras en Barcelona
ma cuenta los manteles que acaba de entregarle Celso, el empleado de la lavandería. Le paga el costo del servicio y al despedirlo le hace una broma: Mañana llega la nueva empleada. A ver si no me la alborotas, como a Rosa.
El muchacho, halagado por la advertencia, hace el comentario de siempre: No es mi culpa ser tan guapo.
Las meseras, que en esos momentos distribuyen los servilleteros, lo ven alejarse y hacen comentarios maliciosos en voz baja. Ema les recuerda que no es hora de perder el tiempo en tonterías, no tardan en llegar los comensales. Más vale que se apuren.
De buena discriminación
Maestro Miguel Ortas o el arte de saber decirle sí a la vida a lo largo de 90 años
l asesinato del periodista sonorense Santiago Barroso Alfaro, perpetrado el pasado viernes 15 en su propio domicilio de San Luis Río Colorado, no sólo incrementa la tétrica lista de comunicadores victimados en nuestro país, sino que vuelve más acuciante la pregunta que surge de manera unánime ante cada uno de estos acontecimientos: ¿hasta cuándo?
Sin filosofía no habrá Cuarta Transformación; ni sin lectura
in filosofía no habrá Cuarta Transformación nos dijo ayer en La Jornada Gabriel Vargas Lozano del Observatorio Filosófico de México.
l calor del debate presupuestal 2019 –frente a diputados– el secretario Carlos Urzúa sostuvo –entre otras cosas– que las universidades no planeaban adecuadamente sus pensiones
. En boca del principal responsable de las finanzas públicas y primer responsable económico de la 4T, su dicho exige tres aclaraciones.
os movimientos de transformación latinoamericanos que instituyeron gobiernos progresistas se hicieron acompañar a su vez de procesos educativos; ninguno logró desvincularse por completo de los preceptos hegemonizados mediante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura o más recientemente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero sí le imprimieron un sello propio a la educación, recuperando de su historia la tradición liberadora, nacionalista e indígena en algunos casos.
a tuvimos también en México una competencia para ver cuál mandatario iba a ser menos inteligente, si el del norte, o el que acaba de dejar el cargo. Ya se definió que el de aquí se iba a ir muy lejos, sin necesidad de recuento de inteligencia. El que gobierna a Estados Unidos, en cambio, continúa uniendo cada vez a más personas del mundo y de su propia nación, pero en su contra.
os que votaron por Morena establecieron un pacto tácito: llevar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al gobierno y darle mayoría en el Congreso para que dispute el poder, que sigue estando en manos de la derecha política y social. Para esos votantes lo prioritario es reducir drásticamente la desigualdad en los ingresos y la pobreza por medio de incrementos generales en los salarios directos y en los indirectos o diferidos (jubilaciones y pensiones, educación, sanidad, subsidios al transporte y a ciertos insumos productivos y consumos vitales, como las medicinas o algunos alimentos básicos).
l peso de las ideas en la política es mayúsculo. Una y otra vez, sobre todo en coyunturas de incertidumbre, hombres de Estado y pensadores, políticos de avanzada y conservadores preclaros lo han descubierto y vuelto a descubrir. Es en las ideas donde se dirime la disputa por el rumbo del Estado y la nación y es en ellas que pueden encontrarse los hilos de Ariadna que nos saquen del laberinto.
l siglo XX se caracterizó fundamentalmente por la migración laboral, por su parte las primeras décadas del siglo XXI se distinguen por la migración familiar, infantil y juvenil.
ada año en Ciudad de México, al despuntar febrero, empiezan los días cálidos y casi de inmediato algunos fresnos y jacarandas comienzan a reverdecer los unos y a abrir sus voluptuosas flores violáceas las otras.
iguel Morey, pensador catalán afincado un tiempo en México, escribió un espléndido libro, Pequeñas doctrinas de la soledad, que le editó Sexto Piso, el cual nos confronta con lo que sucede actualmente en México, en una atractiva prosa en la que bailan la música española andaluza y la guitarra ranchera mexicana. En la portada del libro, Morey nos dice: “El autor contrapone el único antídoto efectivo: el silencio, pero es un silencio peculiar… el silencio que nos permite dialogar con nosotros mismos, escuchar aquello que anida en lo más profundo de nuestro ser –antes de cualquier normalización preparada por las fuerzas de la sociedad –, para así poder transitar a través del pensamiento que mueve los hilos de ese extraño acontecimiento llamado existencia. Pequeñas doctrinas de la soledad es una puerta que nos comunica con la compañía más preciada a la que podemos aspirar: la soledad de los grandes escritores, soledad que se cristaliza en palabras, y éstas en literatura, el único espejo de nosotros mismos donde la imagen coincide con el objeto que la provoca. Beckett, Artaud, Burroughs, Zambrano, Nietzche, Derrida, Michaux, Lowry, Bataille… son algunos de los rostros que nos acompañan a lo largo de este ejercicio silente que entraña conocernos y reconocernos en los otros. Miguel Morey, con la gran inteligencia, prosa precisa y elegante que lo caracteriza, nos invita a pensar nuestra soledad inmersos en la lectura, porque es la nuestra una soledad de letrada, una soledad literata, ‘la soledad que nace en el interior de ese espacio que abre al lector que lee para sí. Y es la soledad del escritor, simétrica también. «Escribir es defender la soledad en qué es ésta», le escuchamos decir a María Zambrano unas páginas más adelante. Y efectivamente se trata de esto, casi sólo de esto, en las páginas que siguen: de la Soledad de leer y de la soledad escribir de leer y el escribir, y con modos mayores de interrogar la propia soledad. Y de la mayoría de edad y del saber acompañarse’.”
uenos Aires, 1971. Su nombre verdadero, Carlos Eduardo Robledo Puch. Diecisiete años. Adolescente lampiño y rubio, de aspecto andrógino, modales suaves y sexualidad ambigua. Sus camaradas en el colegio lo llaman Carlitos, un poco por desdén, un poco por cariño. Hijo único de una familia de escasos recursos, parece tener en casa todo permitido. Sus padres, presencias apagadas, un tanto sometidas a los altibajos temperamentales de ese niño prolongado, adulto muy precoz, que es Carlitos, viven en perplejidad continua por el inexplicable enriquecimiento del vástago imperioso que pronto se convierte en sostén de la familia. En realidad se trata de un ratero nato, para quien el hurto es una profesión como cualquiera otra. Su especialidad es desvalijar joyerías, casas particulares o armerías, robar autos para incendiarlos después en algún terreno baldío. Además de todo eso, y de modo muy especial, es un asesino metódico y frío, capaz de intimidar a sus propios colegas de crimen, sin tiempo ni ganas para torturar a sus víctimas mortales, pues sus disparos, certerísimos, son fulminantes. Su absoluta falta de escrúpulos, su incapacidad para sentir piedad o expresar remordimiento, lo vuelven una bestia humana, un chacal, como lo denomina la prensa sensacionalista en esa Argentina de los años negros de la dictadura militar, un régimen hecho muy a la medida de este taciturno ángel exterminador.