Las tendencias indican: ¡AMLO presidente! // Gabinete con el que arranca su sexenio // Wall Street da la bienvenida al cambio
Revés y recomposición // Mandato de cambio // AMLO, Morena y la esperanza // Los probables gobernadores
Calambres y taquicardias // El sabor del Himno Nacional // Lealtad y antigüedad partidaria // Sufragio por Morena
Los cambios inminentes
En puerta, cuarta transformación // Democracia dispendiosa y fallida
Finanzas públicas (1er trim 2018)
¿Por qué nos odian?
De NASH y otros azares
Caen los gigantes
Sorpresas e innovaciones en el Mundial ruso
a elección presidencial de ayer es extraordinaria por donde se le vea y en muchas dimensiones marca un punto de inflexión en la historia de México y de América Latina. Representa el triunfo de un proyecto transformador en lo político, lo social, lo económico y lo ético que se propuso conquistar el poder presidencial por la vía pacífica y democrática; asimismo, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, de su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), y de su coalición Juntos Haremos Historia, integrada además por los partidos del Trabajo y Encuentro Social, marca el fin de un ciclo de gobiernos que empezó en 1988 y llevó al país por un camino de desarrollo supeditado a la economía de Estados Unidos, a una dramática concentración de la riqueza, al crecimiento desmedido de la pobreza, al quiebre del estado de derecho en diversas regiones, a una alarmante corrupción y a asimetrías sociales que terminaron por generar una crisis de inseguridad y violencia, exasperación ciudadana y pronunciado deterioro institucional.
¡Por fin ganó México!
l futuro está aquí. Todos salimos a defender nuestro México, porque nosotros lo hicimos y nos pertenece.
ste 2018 México ha experimentado una singular paradoja: mientras amplios sectores sociales reclaman y comienzan a asumir una condición democrática basada en el diálogo y el respeto, los principales actores políticos –el gobierno y los partidos– se han batido, por decir lo menos, en un duelo a navajazos.
o es momento para triunfalismos. La victoria ciudadana en las urnas con Andrés Manuel López Obrador es apenas el primer paso hacia la transformación de la República. La llegada de un hombre honesto y digno a la Presidencia de la República implicará un cambio radical en las altas esferas del poder y un nuevo contexto para el florecimiento de la sociedad civil. Sin embargo, el futuro de México no dependerá de lo que haga o deje de hacer un solo hombre, sino de las acciones de cada uno de nosotros.
yer, primero de julio, millones de mexicanos salieron a votar, y si no hubo un fraude de Estado monumental, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será el próximo presidente de la República. De no ocurrir nada extraordinario en el periodo de transición, el primero de diciembre próximo AMLO deberá asumir el gobierno. Pero en ese lapso, y aún más allá del mediano plazo, el poder seguirá estando en manos de la clase capitalista trasnacional.
ajo el emblema Volkswagen se cobijan 12 marcas de vehículos y 120 complejos industriales que los producen en diversos países. Es la mayor fabricante de coches del mundo. Sin embargo, sus maneras de burlar la ley están a la orden del día. El pasado mayo, por ejemplo, la justicia de Estados Unidos citó a declarar a Hebert Diess, presidente de la multinacional, a fin de conocer todo lo que sabe sobre la manipuilación de pruebas anticontaminantes en varios modelos de coches de esa empresa y que fueron vendidos en el vecino país. Un mes después, en Alemania, otra investigación sobre el mismo tema llevó a la detención de Rupert Stadler, director de Audi, una de las marcas de la trasnacional. Es el primer gran ejecutivo del grupo Volkswagen enviado temporalmente a prisión bajo el cargo de estar supuestamente implicado en el que en todo el mundo se conoce como el dieselgate: manipular motores para camuflar emisiones de gases contaminantes.
a reforma fiscal instrumentada por el gobierno que está por terminar consiguió el objetivo de elevar la recaudación impositiva. No consiguió, sin embargo, elevar, como ofreció, la productividad global y el ritmo del crecimiento económico.
ecir que “los intelectuales tal o cual” implica ciertas dosis de generalización. Se trata de una categoría social con bordes imprecisos y demografía limitada, que no obstante, o por eso mismo, goza de un prestigio inmanente, promovido sobre todo por los intelectuales mismos; al menos aquellos que gustan de las mieles y oportunidades del poder y las han sabido aprovechar. Obra en su favor que lo antintelectual
es políticamente incorrecto, irracional
. Su público apechuga, se los traga, les concede 15 o 20 minutos de fama, cinco sexenios de privilegio, compra en Sanborns y los aeropuertos los ejemplares de sus libros y revistas que no compra el gobierno.