Los cambios inminentes
lexandria Ocasio-Cortez es un nombre que los electores estadunidenses escucharán cada vez con más frecuencia en los próximos años. Ella será la candidata demócrata en las elecciones de noviembre por el distrito que durante 20 años ha ostentado un veterano político de ese partido y el número cuatro en la jerarquía demócrata en la cámara baja. Alexandria es una joven latina de 28 años, y en esta, que es su primera campaña, declaró abiertamente ser socialista. Esto último fue de lo más sorprendente, incluido el liderazgo demócrata que no es partidario de que sus candidatos declaren abiertamente su filiación socialista en un país donde esa característica aún es tabú. En entrevista dijo que en EU la salud, la educación y un salario digno son instituciones de un profundo contenido social, y para todo fin práctico son socialistas. Esas son las instituciones que ella continuará apoyando desde el Congreso, y quien por ignorancia o ideología no lo entiende, o no lo quiere admitir, se niega a reconocer el beneficio que para la mayor parte de la sociedad han significado. El giro que representa su triunfo tiene implicaciones, no sólo por la victoria misma, sino por lo que algo similar pudiera estar sucediendo en otros confines de Estados Unidos. Por lo visto, Bernie Sanders ha marcado el rumbo de muchos afiliados del Partido Demócrata, quienes han visto cómo, a partir de los años 70, se han erosionado los preceptos que marcaron su inclinación y apoyo a las causas sociales.
La apuesta de los demócratas más progresistas será, además, superar el temor que la sociedad tiene a la socialdemocracia de países como Francia. En buena parte de la sociedad no se entiende que un sistema político como ese pudiera dar a la democracia estadunidense un perfil más actual con las necesidades de un mundo moderno, como el respeto a los derechos de las mujeres, las minorías étnicas y el reclamo de mayor igualdad económica. Son estos los cambios que jóvenes como Alexandria han entendido y los que indudablemente marcarán el futuro estadunidense. En este escenario habrá que considerar la influencia y el efecto que en el ánimo de esta nueva oleada de políticos pudieran tener los cambios como los que se advierten en España y, si no hay sorpresas, en México. Las transiciones parecieran estar marcadas por el hartazgo de la corrupción. No será fácil deshacer los entuertos de tantos años, y de seguro en ello habrá equivocaciones. Pero el aterrizaje ha sido forzoso y pareciera ser la única forma de retomar el rumbo.