Portugal, Alemania y Argentina se sumó este domingo al grupo damnificado España, cuyo tiqui-taca parece haber pasado a mejor historia. Está imponiéndose el futbol directo que explota a jugadores como Mbappé, Cavani y Suárez. Los rusos no tienen ese arsenal, pero son rocosos y juegan en su casa. Aguantaron el insulso juego hispano y los mandaron de regreso con todo y el rey Felipe VI presente en las gradas.

El Tri enfrentará a Brasil, tal vez la gran favorita. A tenor de lo visto hasta ahora todo es posible. En el ambiente del Tri flotarán las elecciones del domingo, aunque es fácil dar por sentado que nada influirá en el juego de quienes salten a la cancha de la remota ciudad de Samara.

Al cierre de esta columna, que lo es porque ocupa una columna, las tendencias electorales campaban a sus anchas dando ganador a ya sabes quién, aunque a media tarde José Antonio Meade, lanzó un tuitazo asegurando que llevaba amplia ventaja.

Por eso es bueno recordar que en México el plomo flota y el corcho se hunde. Es decir, nada es lo que parece.

Pese a que 99 por ciento de las encuestas pre y pos electorales daban un holgado triunfo a ya sabes quién, falta por ver si los que pueden sucumbirán o no a la tentación de hacer un fraude electoral de proporciones bíblicas.

Lo que importa es que el voto se respete, que no se imponga el gandallismo tan clásico de quienes ejercen el poder en este país situándose siempre por encima de la voluntad ciudadana.

Doblar el veredicto de los electores podría provocar un cisma nacional de difícil solución. Ya hay precedentes, que nadie se llame a engaño.

Debo decir que dos horas después de que me entintaran el dedo pulgar de la mano derecha procedí a ensalivarlo y a frotarlo con la mano izquierda. En unos tres minutos la tinta había desaparecido.

Eso, ¿no es un fraude?