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El adiós de los Beatles
Paul McCartney acaba de anunciar que próximamente lanzará una pieza inédita de los Beatles llamada “Carnival of Life”. Dice que se trata de una canción en la que se puede percibir la espontaneidad lúdica del grupo en su mejor momento. Además, durante la pasada entrega de los premios mtv Europe, recibió un reconocimiento como Última Gran Leyenda de manos de Bono (u2). Por otro lado, hace unos meses el escritor e investigador italiano Mario J. Cereghino (Che Guevara: Top Secret) publicó un libro en donde se revelan datos desconocidos sobre la relación del grupo con la corona y el gobierno británicos; una relación complicada que, según pruebas extraídas de los archivos de Kew Gardens, muchas veces incomodó a unos y otros bandos oficiales, ambos interesados en jalar agua para su molino durante la beatlemanía. Fuente inagotable de noticias y leyendas, en medio de estos acontecimientos el conjunto inglés cumplirá en enero cuatro décadas de haber dado su último concierto. Ahí nuestro pretexto dominical.
Haciendo memoria, diremos que ocho años fueron suficientes para que los Beatles nacieran, triunfaran y desaparecieran. De 1962 a 1970, su paso por el decenio más importante en la historia del rock dejó obras trascendentales, así como muchas incógnitas relacionadas con su amistad y distanciamiento final. Mil y un veces tratadas en distintos libros (incluyendo el Anthology, escrito “por ellos mismos”), estas cuestiones permanecerán borrosas y alimentando el mito del grupo más grande de todos los tiempos, sobre todo porque dos de sus integrantes han muerto con sus versiones de los hechos. Así, pues, si en noviembre pasado se celebraron cuarenta años del Álbum Blanco, este 2009 se cumple el mismo aniversario de aquella presentación realizada en el techo de las oficinas de Apple Records en el centro de Londres, durante las sesiones del disco Get Back, luego llamado Let It Be.
Típico día en la ciudad nórdica, el frío, el viento y las nubes amenazaban sin decidirse del todo a maltratar al cuarteto de Liverpool aquella tarde del 30 de enero. Bien abrigados y con el look desaliñado que los caracterizó al final de su trayecto juntos, Paul, John, George y Ringo ostentaban largas cabelleras, con la diferencia de que el primero además presumía una poblada barba, el segundo unas largas patillas y los dos restantes un par de bigotes medianamente crecidos. A ellos, en un segundo plano, se sumaba desde el teclado ese hombre de color por muchos considerado un “quinto beatle pasajero”, Billy Preston, invitado a las sesiones para, en buena medida, cambiar la tensa dinámica de trabajo a la que se habían acostumbrado con el tiempo.
Retando a las autoridades que terminarían por arrestarlos mientras la gente en la calle formaba eso que llamamos multitud, los músicos ignoraban –ahí lo poético de las imágenes– que estaban dando su último concierto. Y es que, si en 1970 saldría al mercado el mentado Let It Be con la película de su proceso creativo –o decadencia final, según se le vea–, ambos enlatados hasta después de disuelto el grupo, fue un año antes, justo en el verano del '69, y apenas meses después de su presentación callejera, cuando concluyó el cisma que terminaría por separarlos.
En aquel momento acababan de terminar Abbey Road (último disco que los congregaría en un estudio), la presencia de Yoko Ono se hacía insoportable para los colegas de Lennon, McCartney se convertía en un tirano creativo, Harrison comprobaba su madurez e independencia (sobre todo tras su viaje al festival de Woodstock) y Ringo se hallaba al margen de todo proceso importante en el rumbo de la banda. Entonces, sin afán de citar lo ya conocido, diremos a manera de resumen que por estas y muchas otras razones la llama de los Beatles se dejó sentir por vez final en ese show en el que, ya sin gran interacción entre ellos, tocaron “Get Back”, “Don't Let Me Down”, “I've Got a Feeling”, “One after 909” y “Dig a Pony”, además de pequeñas versiones a “God Save the Queen” y “I Want You (She's So Heavy)”, interpretadas mientras el segundo ingeniero, Alan Parsons (¡) cambiaba de cinta.
Gran documento en video y fotografía –igualmente recogido en el filme Let It Be–, éste por el cual hoy recordamos a Paul, John, George y Ringo puede verse en su totalidad vía Youtube.com, pues con todo y la gran distancia temporal, siguen siendo miles los seguidores que trabajan alentando su legado y que lamentan la forma y términos de la separación (incluso con una demanda de por medio entre McCartney y sus otrora amigos). Queden pues, como despedida y recordatorio de que inevitablemente “todo lo que inicia debe terminar”, las palabras de Lennon citadas en el libro The Beatles Anthology: “Cuando hicimos Let It Be ya no podíamos seguir fingiendo. Podíamos leernos el pensamiento y eso nos agobiaba, porque hasta entonces habíamos creído intensamente en lo que hacíamos y en el producto que sacábamos, y todo tenía que estar perfecto. Y creíamos. De repente dejamos de creer. Habíamos llegado a un punto en el que ya no había magia.”
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