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(cuentos cortos alternativos: el lector decide cuál final prefiere)
RICARDO GUZMÁN WOLFFER
Versos, 2
TITOS PATRIKIOS
El arte olvidado de la conversación
ADRIANA KOLOFFON entrevista con ROB RIEMEN
Raymond Carver, poeta del “realismo sucio”
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
La mentira
RAYMOND CARVER
Los rayos gamma en 2012
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Con las ganas (II Y ÚLTIMA)
Hace cuatro días, el Salón Cinematográfico Fósforo ofreció, en funciones a las trece y las diecisiete horas, el mediometraje documental Su mercé (2007), dirigido por Isabel Muñoz. Ese mismo día se exhibió, en la sala José Revueltas del Centro Cultural Universitario, otro documental: Bajo Juárez: la ciudad devorando a sus hijas (2006), de la realizadora Alejandra Sánchez. Al margen del doble gusto que da el hecho de ver programados un par de buenos documentales y que éstos fueron realizados por mujeres –en un medio artístico, creativo y profesional a veces tan misógino como lo son muchos otros–; al margen, pues, de esa buena noticia, persiste aquello de lo cual se hablaba aquí en la entrega pasada: ya que se trata de dos filmes incluidos en el Ciclo Perspectivas del Cine Mexicano 2008, y puesto que dicho ciclo tiene como propósito darle salida a producciones nacionales que, por una u otra causas –de las que aquí se ha hablado tantas veces–, no tienen la suerte de cotejarse pronto con un público que por lo regular permanece ignorante de la existencia misma de todo ese cine; ya que el objetivo es difundir, dar a conocer; desenlatar, pues, ¿cómo hacerle para que este tipo de funciones, este género de propuestas programáticas, no le pasen de noche al cinéfilo estándar, ése que suele aproximarse al cine al menos con una idea previa, si no es que con una decisión tomada, acerca de lo que ha de ver? ¿Cómo entender que ni en internet, ni en inserciones de prensa, ni en carteles ni en ninguna parte dicho cinéfilo estándar pueda tener a mano la programación del ciclo? Quienes dieron cuerpo a esta (de todos modos buena) idea lo saben: es mucha la resistencia del público masivo a entender que el cine mexicano no es un género en sí mismo; siguen en pie la inmensa mayoría de los prejuicios en torno a una producción cinematográfica que, debido a su propia naturaleza o bien ayudado por la sevicia de sus muchos malquerientes, es considerado malo de entrada, donde “malo” puede significar casi cualquier cosa, al gusto del malqueriente o del desinformado en turno: que si lento, que si de güeva, que si siempre son los mismos actores, que si derrotista, que si no entretiene, que si aburridísimo, que si no se compara con Hollywood... –dicho sea todo lo último, claro, entre comillas.
Escena de Más que a nada en el mundo |
Nada más injustificado, pero tampoco nada más perdurable que un prejuicio: una vez que se instala, para diluirlo es precisa una labor provista tanto de constancia como de inteligencia. En este caso general, el del cine mexicano que no ha podido ser visto y que, como cualquier otro, debiera verse, y en el caso particular del Ciclo Perspectivas, lo que da urticaria es pensar que tampoco era tan difícil hacer las cosas ya no se diga perfectas o excelentemente, sino bien y ya. No era difícil, mucho menos imposible, difundir la programación: títulos, fechas, horarios y lugares, en un solo desplegado físico o virtual, de manera que ese público que va al cine la mayoría de las veces movido por lo que previamente ha podido saber de tal o cual película, estuviera en condiciones de “dejarse seducir” por el cine mexicano, como sugiere la bienintencionada publicidad oficial del requetemencionado ciclo.
Este juntapalabras se hace cargo de que todo lo anterior parece simple, pueril e incluso un tanto absurdo. El problema es que no solamente lo parece sino que lo es : tan simple como habría sido publicar una programación hecha y derecha, tan pueril como no haberla publicado, y tan absurdo como el hecho de que el archimencionado ciclo termina hoy pero lo más probable es que usted, improbable lector, jamás haya tenido acceso a la información que requería o que le hubiera sido agradable tener y, por lo tanto, no pudo ver Su mercé, Bajo Juárez, Más que a nada en el mundo, Malos hábitos ni algún otro de los muchos filmes que –una vez más– deberán esperar otra oportunidad para ser no sólo exhibidos sino efectivamente vistos.
UNA DE TANTAS
El Ciclo Perspectivas abrió, por cierto, con una película aparentemente ad hoc con el espacio físico que lo albergó, titulada Cómo no te voy a querer (2008), dirigida por Víctor Jesús Avelar a partir de un guión de su autoría, pero no producida por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, sino por el Centro de Capacitación Cinematográfica. Para quien lo ignore –es el caso de muchos–, la frase que da nombre a la película corresponde a la primera línea del cántico porrista con el cual los futboleros aficionados a los Pumas de la UNAM suelen acompañar las peripecias del partido en turno. Por falta de espacio, de Cómo no te voy a querer se hablará aquí la próxima semana.
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