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Manuel Stephens
La República en la Cobarrubias (II Y ÚLTIMA)
La Dirección de Danza de la unam presentó una temporada conformada por cuatro compañías cuyas sedes están en estados de la República. Después de Delfos, vino Antares, con Tu hombro, de Miguel Mancillas. Esta depurada obra, que ya he abordado antes, refleja los intereses del coreógrafo relacionados con la exposición de la intimidad del individuo frente al Otro, y los conflictos que surgen de este choque. Mancillas se ha distinguido por el cuidado que presta a los detalles de producción y Tu hombro no es la excepción. El coreógrafo modifica el espacio con bastidores que penden inclinados del techo y la acción se desarrolla en un pasillo de practicables en proscenio en un escenario desaforado, de esta manera modifica la perspectiva, creando un efecto de mayor profundidad. Los personajes se relacionan en este ámbito “de fuga” en el que intermitentemente irrumpen imágenes de video al fondo; los bailarines van vestidos monocromáticamente con colores terrosos y de blanco, y además son iluminados con lámparas que son parte de la misma escenografía. Las connotaciones de desamparo sugeridas por los carcelarios espacios y el vestuario –que los bailarines se quitan para inevitablemente tener que volvérselo a poner– tienen una relación directa con las imágenes proyectadas, en las que los angustiados personajes quieren romper el encierro en un baño. Estos elementos tienen una gran carga simbólica que incide en el discurso coreográfico propiamente dicho. Los baños como espacio de segregación genérica (en los que el único personaje femenino aparece inerte y cubierto por plástico) y el área restringida en la que se desenvuelven los varones uniformados, son elementos significantes que, junto a otros, no han sido suficientemente explorados por la crítica –desde mi perspectiva la obra abraza una especie de falacia intencional. Tu hombro es una obra enigmática, con mínimas debilidades, que por fin llega a un teatro como el que merece un espectáculo de su nivel.
Fotos: Antares |
Tras años de ausencia en el df , Arte Móvil Danza Clan, agrupación regiomontana dirigida por Judith Téllez, presentó Danzas íntimas: un acercamiento al poro y al sudor. Esta es una obra coreografiada por Téllez, Ruby Gámez y Cristina Garza, en la cual se recrean escenas cotidianas en las que intervienen cuatro personajes, interpretados por los coreógrafos y David Franco. Danzas íntimas es irregular en su conformación; el muy interesante dueto en que un personaje femenino aparece con una banda en los ojos y a merced del varón que la conduce se opone, por ejemplo, a una introducción innecesariamente prolongada y a danzas en que se pretenden gags que no surten efecto. Por la manera en que se aborda el tema es una coreografía que podría funcionar mejor en espacios de cámara.
73 días (1era.invasiónescénica) [sic] de Mauricio Nava, director de SteiCH [sic] Danza Multidiscipinaria, es una obra que le fue comisionada por instancias de la unam para recordar el movimiento estudiantil de 1968. El espectáculo intenta recrear los sucesos que terminaron con la matanza del 2 de octubre reduciéndolos a la relación entre cuatro “personajes-emblema” (uno siempre ausente que resultará ser la voz en off ¡con acento argentino! que narra la historia), quienes están encerrados, sin explicación alguna, en un departamento del edificio Chihuahua de Tlatelolco. De esta manera, el bazucazo en San Ildefonso se convierte en la desaparición mágica de la puerta del baño, las marchas de protesta son ridículos acuerdos entre los personajes, el abuso del poder es una nimiedad que bien podemos aguantar indefinidamente, y la matanza… pues ya pasó ¿qué más da? La pretensión del coreógrafo de propiciar la reflexión sobre lo ocurrido bajo premisas compositivas de tal vacuidad sólo revela una gran falta de conciencia histórica y política. Cuando se abre un “intermedio” en el cual se invita al público a hablar sobre el movimiento sentándose en una silla en el escenario, lo que se externa es lo que cada espectador puede llevar dentro de sí; no es nada generado por la obra misma, que es de una banalidad tan desmesurada, que hizo que muchas personas abandonaran el teatro antes de que finalizara la función. La obra es impecable, hay que decirlo, en la producción, y tiene bailarines de probo desempeño y experiencia, pero no deja de ser vulgar e insultantemente mercantil; es incluso mucho menos que una visón light de la lucha estudiantil de 1968.
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