Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de octubre de 2008 Num: 711

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El fin del mundo ya pasó
BRUNO ESTAÑOL

Los milagros expresivos de la poesía
JAVIER GALINDO ULLOA entrevista con JUAN GELMAN

Henry Miller: antes de regresar a casa
ANTONIO VALLE

J.M.G. Le Clézio: un Nobel multipolar e inclasificable
LUIS TOVAR

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Felipe Garrido

La pluma de oro

Leí luego, dijo Anacarda sin alzar la vista, el precioso Canto de la pluma de oro: un hombre probo abandona su santuario en el fondo del valle y emprende el camino a las montañas para buscarla. Muchos días, muchas noches, muchos vientos, muchas lluvias y amaneceres y lunas transcurren. Acicateado por la misión que debe cumplir, el bienaventurado cruza el país de los hombres con cola y hocico de perro, duerme en el bosque de los árboles lira, bebe las aguas de la poza dormida, pero pierde el sendero y, a las vueltas del tiempo, olvida no solamente el propósito de su viaje, sino de dónde viene, quién es él. En la selva tenebrosa las frondas se aprietan de tal forma que debe extender las manos para avanzar. Y en ese momento, lejos de desesperarse, el hombre santo afloja la voluntad que lo había animado y aprieta el paso, pues sabe que su destino está seguro si lo abandona en manos del Otro.

–¿Encuentra la pluma?

Anacarda no me contestó.