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Fluxus
“Lo más importante de Fluxus es que nadie sabe lo que es”, así respondió Robert Watts, artista señero, cuando se le pidió una definición para el movimiento encabezado por la revista homónima a cargo de George Maciunas, en el año 1960. En igual sentido, su colega George Brecht explicó: “En Fluxus no se ha dado nunca ni siquiera la menor tentativa de alcanzar un acuerdo respecto a fines o métodos; simplemente se han aliado personas individuales, que tenían en común algo innombrable, para publicar y presentar sus trabajos.”
Tales ambigüedades, sin embargo, coincidían y se mostraban congruentes, antes que nada, con el origen latino del término: fluxus es igual a flujo, a movimiento. Con su existencia los límites del arte, ya afectados por el surrealismo y el dadaísmo, cedieron una vez replanteándose sus medios y no sólo los resultados. O sea que más allá de alterar contextos que se infectaban aboliendo fronteras conceptuales, el procedimiento mismo quedó bajo la mira de Marcel Duchamp, John Cage y otros creadores que jugaban al antiarte o arte realista. Entre ellos se puede contar, también, a Erik Satie, quien con su Composición en forma de pera incursionó en los “sonidos visuales”.
Sustentado en que la música es sólo “la organización del sonido” (entendiendo por organización un trabajo de ordenamiento acústico según o no las leyes del ritmo, la melodía y la armonía, y entendiendo por sonido no sólo las notas producidas con instrumentos musicales, sino con objetos comunes como cucharas, bolsas de papel y cubetas con agua, o tomados de una realidad cotidiana banal o extraordinaria, como el tráfico o el canto de un ave casi extinta); sustentado en ello, decíamos, el arte musical Fluxus transformó los conciertos en eventos donde podían ocurrir muchas cosas de corte dramático y plástico, incluidos la música, el silencio y el ruido: un hombre puliendo un violín, otro más torturando un piano, alguno llenando un vaso con agua.
Fluxuations |
En tal escenario, y como lo planteó el mismo Cage, había que “dejar a los sonidos ser ellos mismos”, pues “allí donde, en el pasado, el punto de desacuerdo ha sido entre disonancia y consonancia, en el futuro inmediato será entre el ruido y los llamados sonidos musicales”. No en balde la notoriedad de sus “pianos preparados” o de su obra 4'33'' , pieza en la que el ejecutante se sienta frente al teclado para simplemente quedar inmóvil durante ese período de tiempo, abriendo el silencio a un sin fin de posibilidades acústicas para una audiencia convertida en instrumento: murmullos, silbidos, crujir de butacas, tosidos, etcétera. Desde luego, habrá quienes deslinden a éste y otros autores del movimiento Fluxus; empero, mucho de su hacer participa de él irremediablemente por simples cuestiones de tiempo, espacio y estética. Además, en tanto filosofía más que género reconocible, Fluxus termina abarcando toda impostura por extrema o radical que parezca.
Situémonos, por ejemplo, en el año 1965 y pensemos en la obra Solo para director de orquesta, una provocación de George Maciunas que apostaba por la participación extrema de la audiencia a través de la sorpresa festiva, el silencio o el franco repudio. Es esta: “El director entra y hace una pronunciada reverencia ante el público. Permanece así inclinado mientras realiza diversas acciones con las manos a nivel del suelo, como por ejemplo: atarse los cordones de los zapatos, estirarse los calcetines, limpiarse los zapatos con un trapo, recoger motas de polvo del suelo, etc. La actuación termina cuando el director se incorpora y sale.”
Detrás de tales juegos, contrario a lo que tantos imaginaron en su momento, yacía un espíritu casi infantil alrededor del cual, justamente, no cabían este tipo de textos so pena de alterar su inefable naturaleza. Así lo explicó Maciunas: “Fluxus-arte-diversión debe ser simple, entretenido y sin pretensiones, tratar temas triviales, sin necesidad de dominar técnicas especiales ni realizar innumerables ensayos y sin aspirar a tener ningún tipo de valor comercial o institucional.”
La mejor forma de conocer más sobre los vericuetos del arte Fluxus es indagando en www.fluxus.org y en páginas como www.youtube.com, pues además de nuevos artistas hay cientos de entusiastas y coleccionistas con material apreciable. También se pueden conseguir discografías y biografías de los autores citados y, sobre todo, ubicar el número 99 (Julio/Septiembre, 2006) de la espléndida revista mexicana Pauta, pues en él se reunieron textos e imágenes asombrosos de Cage, Maciunas, Yoko Ono, René Block, George Brecht y Michael Nyman, entre muchos otros (aunque faltan referencias, verbigracia, a escuelas paralelas como la italiana Musica Elettronica Viva). De un ejemplar de dicha revista caído en nuestras manos, precisamente, extrajimos las citas aquí mentadas y la inspiración para un doble reconocimiento.
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