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Medicina a tiempo
LETICIA MARTÍNEZ GALLEGOS
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DIMITRIS PAPADITSAS
De cómo no aprender los pasos de baile
JUAN MANUEL GARCÍA
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EMILIO COCO
Paz y las sílabas del silencio
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ
Octavio paz y el arte de ametrallar cadáveres
EVODIO ESCALANTE
Entrevista con Enrique Estrázulas
ALEJANDRO MICHELENA
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Nada: los escombros de Irak en el siglo XXI
DESAPARICIÓN
Nada en Irak es lo que parece. No lo era en el tiempo de Hussein y mucho menos lo es ahora en tiempos de la ocupación estadunidense. Irak parece un país, sin embargo, es sólo una palabra hueca. Bagdad es ahora un mosaico de sectores divididos por barreras de concreto, puestos de control, alambradas y zanjas. Como escribe el corresponsal Patrick Cockburn, la ciudad no es ahora más que una colección de ghettos sunitas y shiítas hostiles que ondean sus propias banderas y viven en estado de sitio permanente, ajenos a los designios del gobierno títere de Nouri al Maliki. Pero si la situación en la “capital” es desastrosa, las cosas no están mejor en el resto del país.
ROSTRO IRAQUÍ
Nada resulta más indicativo del vacío de poder que hay en Irak, a cinco años de la guerra, que la reciente incursión del ejército iraquí ordenada el 25 de marzo de 2008 por Al Maliki a la ciudad de Basra, donde intentó arrebatarle el control de la ciudad sureña al clérigo shiíta Muqtada al Sadr y su milicia Mahdi. El gobierno central está ahora en manos de shiítas, el partido de Al Maliki, Dawa, es un bastión fundamentalista de ese grupo étnico. Sin embargo, las diferencias del primer ministro con Al Sadr son más que las afinidades, y Al Maliki creyó (seguramente inspirado por sus asesores estadunidenses) que no había mejor manera de mostrar su poder a nivel nacional que sometiendo a Al Sadr. Para su mala fortuna, su estrategia fue un rotundo fracaso. Su incursión fue detenida y casi dos mil soldados se retiraron. Las fuerzas de ocupación querían “poner un rostro iraquí” a la operación, y lo único que obtuvieron fue la confirmación de que el gobierno pelele y su destartalado ejército improvisado están aún muy lejos de ser autosuficientes.
DESERTORES
Desenmascaremos al terrorismo de Estado patrocinado |
Nada revela con mayor contundencia la incompetencia del gobierno iraquí, tras su desastrosa incursión, que su decisión de dar de baja a mil 300 soldados y policías por desobedecer órdenes o desertar. Al mismo tiempo, el gobierno lanzó otra ofensiva contra ciudad Sadr, un barrio de Bagdad controlado por Al Sadr. La intención era detener a las milicias que envían obuses contra la “zona verde”, el distrito amurallado donde se oculta el gobierno, las embajadas, las direcciones locales de las corporaciones extranjeras y los altos mandos del ejército de ocupación. Pero la expedición resultó un caos. Nuevamente un batallón del ejército iraquí simplemente decidió retirarse, ignorando a sus superiores y a los soldados estadunidenses que los acompañaban. En la primera plana del New York Times del 16 de abril de 2008, Michael Gordon describe con detalle cómo los “soldados americanos se cuestionaban acerca de la tenacidad de sus aliados iraquíes”, cómo dudaban que estas fuerzas pudieran defenderse sin su ayuda y cómo su incompetencia rampante era peligrosa para los civiles y para las tropas estadunidenses. Pero lo más hilarante del asunto es que los mandos estadunidenses habían obligado a los soldados iraquíes a situarse frente a ellos. El mayor Sattar, el líder de la compañía iraquí que desertó explicó: “Cada casa en ciudad Sadr tiene a uno de sus hijos en el ejército Mahdi, por lo que es muy difícil convencer a la gente de creer en el ejército iraquí.” La narración tiene ecos decimonónicos y evoca tantas otras batallas que las potencias coloniales libraban, poniendo por delante a los nativos amistosos que podían sobornar o intimidar para que tomaran las armas en contra de sus compatriotas.
MALABARES
Nada es mejor testimonio de la mentalidad belicista de la Casa Blanca que la obstinación por culpar a Irán de todo lo malo que sucede en Irak. La calistenia mental y el contorsionismo intelectual desplegados por la administración Bush para establecer vínculos entre Teherán y la insurgencia, resultarían dignos de un espectáculo circense de no ser por sus posibles implicaciones bélicas. Al Maliki, el primer aliado estadunidense, se reúne con los iraníes para pedir ayuda, la población shiíta que era la favorita de Estados Unidos ve a Irán como aliado mientras desconfía de los ocupadores. Los grupos rebeldes que han aumentado la violencia son sunitas, algunos neobazistas, otros que se suscriben a la “marca” Al Qaeda, y rebeldes de todas denominaciones que en general tienen en común que no son aliados ni amigos de Irán.
TABÚ
Nada sería más catastrófico que eu comience una guerra con Irán. Sin embargo, para un régimen que ha fracasado en todas sus ambiciones de transformar al mundo, ya nada es tabú.
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