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José de la Herrán, músico de las esferas
Hoy, cuando las especialidades científicas llegan a lo infinitamente pequeño (la nanomecánica), lo mismo que a la frontera de lo descomunal (los agujeros negros), quedan pocos “todólogos” estudiosos de distintas zonas del conocimiento abocados a su interrelación y ensamblaje; sabios a quienes no sólo importa la información por sus fines prácticos, sino por sus causas y consecuencias piel adentro; seres en extinción que nos van dejando sin el preciado pegamento que relaciona “lo uno con lo otro”.
Pues bien, el curioso científico mexicano José de la Herrán es uno de ellos. Resultado reciente de su pensamiento conector, es un hermoso librito llamado Física y música, de la colección Viaje al Centro de la Ciencia, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y publicado el año pasado, en el que aborda las características físicas del sonido, de su producción, de los instrumentos y de la voz, de la escritura musical y del oído, y en el que ofrece un muestrario de grandes físicos-músicos para quienes hacer melodías, ritmos y armonías estaba íntimamente relacionado con la exploración de nuevos mecanismos y perspectivas (de Bach a Julián Carrillo, pasando por Einstein y Beethoven).
Con un lenguaje comprensible para cualquier melómano, músico profesional o ingeniero en ciernes, el uso de diagramas e imágenes variopintas produce una asociación inmediata y deliciosa entre los fenómenos matemáticos y aquellos salidos del espíritu artístico. Así podemos conocer, más específicamente, las partes de un violín, el acomodo de una orquesta, las cualidades de las ondas sonoras, los rangos de la voz humana, la relación y diferencia entre el órgano y el piano, la anatomía del oído y los aparatos de reproducción de sonido, desde el fonógrafo de Edison hasta el disco compacto, entre otros muchos temas.
Ahora bien, ¿por qué decimos que José de la Herrán es de esa rara especie que parece saberlo y abrazarlo todo? Digamos como resumen que en 1944 inició sus estudios en la Facultad de Ingeniería de la unam , aunque luego los suspendió para dedicarse al diseño y construcción de radiodifusoras de alta potencia. Partícipe en el nacimiento de la televisión en México, diseñó e instaló muchas de las primeras. Lo más importante de aquel período, empero, fue su colaboración en la fundación de la XEW Radio, así como del laboratorio de física y televisión de la estación.
A los treinta y dos años se recibió como ingeniero mecánico electricista, lo que no le impidió desarrollar otra de sus grandes pasiones: la astronomía (de niño había construido un telescopio de diez centímetros de diámetro para mirar el cielo). Fue por este otro amor que De la Herrán se convirtió en uno de nuestros grandes divulgadores a través de su sección Descubriendo el universo, en la revista Ciencia y Desarrollo del CONACYT, para más tarde fundar la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, y el Museo Universum, espacio que en 2007 inauguró, en su honor, el Planetario José de la Herrán.
Por si esto fuera poco, como Diputado Federal de la lv Legislatura, presentó la primera exposición de carácter científico de la Cámara y promovió, en 1994, una iniciativa de ley para proteger meteoritos y aerolitos como patrimonio nacional, la que fue aprobada de inmediato. Esto para no hablar ya de su interés en la naturaleza, el buceo, el piano (que dice tocar al estilo de Agustín Lara), el ciclismo y el patinaje sobre ruedas (sí, leyó bien, ¡el patinaje de figura sobre ruedas!)
Prueba de que una vida alcanza para muchas cosas, De la Herrán ha recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1983, la medalla Luis g . León de la Sociedad Astronómica y el Premio Alejandra Jaidar de Divulgación, entre otros reconocimientos. Sin embargo, su legado, por encima de los artículos, conferencias y libros que ha producido, es el perfil de un autodidacta que supo integrar la información escolástica con otras pasiones de la vida para generar “luz y movimiento”, como hizo con la música en el libro que da pretexto a nuestra nota, y en el que por supuesto también suenan las esferas siderales y el Big Bang.
Quede como despedida esta cita suya en una vieja entrevista: “La participación en el descubrimiento y en la explicación de las cosas es lo que hace el cambio de una enseñanza pasiva a una activa. Por esto creo que debemos ser autodidactas […] Cuando se es niño o joven y se tiene la oportunidad de observar, estar cerca y participar en cuestiones de ciencia y de técnica, cambia la manera de ver la vida, se ve uno más motivado a desarrollar la creatividad y hacer cosas, que es lo que necesita este país.”
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