Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de enero de 2008 Num: 673

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Calar sin culpa
GABRIEL SANTANDER

La ceniza
SARANDOS PAVLEAS

Correspondencia
y literatura

EDMUND WILSON

La Celestina: una lección en el arte de la elección
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

El microcosmos de micrós
AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Entrevista con
Margaret Randall

XIMENA BUSTAMANTE

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
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Verónica Murguía

Un monasterio calvinista

El minimalismo es, según John Pawson, un arquitecto mundialmente famoso que favorece esta tendencia, “la búsqueda de soluciones basadas en la estética de lo sencillo, la perfección que se alcanza cuando ya no se puede mejorar por substracción”.

En la moda, el campeón de esta tendencia es el diseñador estadunidense Calvin Klein, cuyos diseños, aun en los ochenta, esa década circense, siempre se han destacado por la pureza de sus líneas y el rigor del corte. Calvin Klein, sin embargo, es más conocido por el atrevimiento de sus anuncios: no hay más que recordar a Brooke Shields, apenas de diecisiete años y aún rodeada por la atmósfera de perversión del film Pretty Baby, anunciando los pantalones de mezclilla de la firma. Shields, inclinada y con el pelo ondeando como una bandera a su espalda, se desabrochaba una camisa roja. Debajo se leía: “Nada se interpone entre mis Calvin y yo”, es decir, ando con jeans y sin calzones.

Impulsor del heroin chic, las fotos de sus campañas suelen sugerir historias sórdidas o audaces protagonizadas por gente lánguida y esbelta que aparece en diferentes fases de desnudez. Algunos de los modelos, como el rapero Mark Wahlberg, se volvieron famosos gracias a los anuncios donde aparecieron en calzones. O sin ellos, como Kate Moss.

Otro anuncio polémico fue el de Obsession , uno de sus perfumes. En él se distinguía entre sombras a una guapa que se estaba dando la gran divertida con dos muchachos. Algunos puritanos se quejaron, y el perfume, claro, se volvió un clásico. La tienda principal de la firma está en la Quinta Avenida, y la diseñó Richard Pawson, el arquitecto mencionado al principio.

Ahora, permítame el lector llevarlo por otra parte. En el siglo XII, cuando el arte gótico despuntaba en la Edad Media como una estrella, hubo dos tendencias enfrentadas en la arquitectura: la cluniacense, representada por la catedral de Saint Denis, opulenta joya arquitectónica que buscaba ser una suerte de relicario para la presencia de Dios, y el arte cisterciense, propuesto por San Bernardo, de austeridad y armonía rigurosas. Los edificios del Císter son sobrios y puros como un chorro de agua. En ellos no encontraremos la minuciosa orfebrería, la piedra labrada o los resplandores de los demás edificios religiosos de Europa. San Bernardo, como los arquitectos japoneses de los templos zen, pensaba que la luz, sin necesidad de colores o joyas, podía ser adorno suficiente para la casa de Dios. Mientras Suger, el abad de Saint Denis, se complacía en mirar su cáliz de “ciento cuarenta onzas de oro”, San Bernardo pugnaba por un recinto donde no sobrara nada. Su color favorito era el negro: “Nada de lo que es negro es deforme”, decía, en abierto contraste con Suger, amante del dorado.

¿Qué tiene qué ver San Bernardo, el inflexible santo del siglo XII, con Calvin Klein? Imagine el lector esta escena: un puñado de monjes benedictinos se pierde en Nueva York. Atraídos por la arquitectura de la tienda de Calvin Klein, entran y deciden que quien la diseñó se está desperdiciando en labores tan frívolas como construir tiendas, y debe planear para ellos un monasterio. Se ponen en contacto con Pawson y éste decide que es el encargo de su vida.

La verdad es que los monjes vieron la tienda en un libro de arquitectura. Sí, le dijeron a Pawson que se desperdiciaba, y sí, Pawson afirma que el monasterio es su obra máxima. Incluso se fue a vivir un tiempo con ellos. Los hermanos hicieron sugerencias y peticiones. Hay quien ronca, por ejemplo. Los conocimientos de acústica de Pawson le permitieron crear un dormitorio donde los ronquidos no son problema.

Yo leí parte de esta historia mientras el monasterio estaba en construcción. Inventé, porque así es la memoria, los diálogos de los monjes con las dependientas de la tienda. Inventé también que Calvin Klein quiso mejorar el corte de las túnicas benedictinas –y que los padres se negaron argumentando que si el diseño había funcionado casi mil años…–, y que los hermanos le pidieron que no fuera tan austero y pusiera algún adornito en el refectorio.

El resultado de este encuentro es el inigualable Novy Dvur, en Checoslovaquia. Creo que Novy Dvur le hubiera gustado a San Bernardo y me parece genial que los monjes hayan encontrado a Pawson a través de fotos de la tienda de Calvin Klein. Lo que no logro imaginar es lo que San Bernardo hubiera dicho ante la foto de Kate Moss.