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Hugo Gutiérrez Vega
PUERTO RICO Y SU LITERATURA (II DE III)
Paralelamente a las reflexiones sobre el ser nacional, la poesía siguió afirmando los valores de la lengua común. Clara Lair (Mercedes Negrón Muñoz) pasó una larga temporada en Nueva York, regresó a Puerto Rico, escribió artículos muy importantes para la consolidación del pensamiento feminista, y pasó los últimos años de su vida apartada del mundo, en su casa del Viejo San Juan. La perfección formal y la audacia de sus poemas eróticos la sitúan al lado de Alfonsina Storni y de Juana de Ibarbourou. Es notable su Lullaby mayor .
Julia de Burgos, militante independentista, poeta comprometida y amorosa que naufragó al final de su vida en las calles de Nueva York, se ha convertido en un icono cultural. Recientemente, y bajo el título de Song of the Simple Truth , se publicó en Curbstone Pres su poesía completa en edición bilingüe. La poesía de Julia, que va desde el compromiso político hasta el puro lirismo, como su Río Grande de Loíza y los ríos de don Jorge Manrique, desembocan en “la mar que es el morir”.
Olga Nolla y Rosario Ferré (que ahora incursiona en el mundo de la narrativa en editoras peninsulares y estadunidenses) son poetas poderosas y originales. Olga (muerta recientemente) es la única que ha logrado desentrañar el ser oculto del ambiguo Ángel de la Independencia de México que se balancea y equilibra (“de milagro como la lotería”) en lo alto de su columna celebratoria. Mayra Santos, por su parte, retoma algunos aspectos de las bellas “mulaterías” de Julia de Burgos, y busca su propio camino a través de una lírica que asume las mezclas como su única forma posible. Tres poetas del sexo débil, Edwin Reyes (muerto el año pasado), Hjalmar Flax y José Luis Vega, continúan y rompen la tradición puertorriqueña con actitudes y formas libérrimas. Unos años antes, Ramos Otero, poeta y novelista, nos entregó una obra deslumbrante y abismal.
Juan Rulfo me sugirió hace muchos años que leyera la trilogía novelística del doctor Zeno Gandía, especialmente La charca . Encontré en esta obra una visión naturalista y muy personal del Puerto Rico profundo, de sus grupos sociales, su vida campesina y sus sagas familiares. Esta trilogía abrió una brecha que, poco a poco, se convirtió en el camino que ahora recorren con paso seguro las narradoras y los narradores isleños. La lectura de los cuentos de Emilio Belaval me llevó más allá del folclor y de los giros del lenguaje jíbaro, y hacia un humor desesperanzado y compasivo. No hace concesiones, golpea con puño de gran cuentero y siempre hace sangre. Sus Cuentos para fomentar el turismo , junto con Cuentos de la universidad , son ejemplos de un estilo a la vez descarnado y barroco.
Valleinclanesco en el fondo de su alma y de su estilo, barroco caribeño, erudito sin asomo de pedantería, pozo de ciencia literaria, cálido y lejano, Luis Rafael Sánchez escribe sobre su pueblo y para su pueblo. Escritor mayor de la isla, mezcla ironía y compasión para urdir la hermosa saga de su poca tierra, mucho mar y su entrañable gente que, como decía Palés, “se muere de nada”. Guarachas y machos camachos, importantes Danieles Santos, jueyes de pinzas ominosas aterrorizando a las azafatas rubias y a los bien nutridos pilotos de la “guagua aérea”; virtuosas prostitutas negras capaces de bondades metafísicas, niños duros y gárrulos (como los de la barriada meridional de Passolini) defendiendo su vida en las calles de la violencia; políticos melifluos y embaucadores, héroes populares... por esos caminos anda la prosa multicolor de ese maestro de nuestra lengua que ama los fantasmas cinematográficos del subcontinente y sobre ellos escribe con palabras celebratorias y estrictas, pues su barroquismo es de estirpe sorjuanesca; da siempre en el blanco y nunca se pierde en el laberinto. Se hermana con Palés, Walcott, Naipaul, Carpentier, Cesaire, Lezama Lima, Cabrera Infante, Sarduy y Arenas en la danza lingüística antillana.
(Continuará)
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