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El arte de dar gracias: exvotos pictóricos
Los testimonios de la relación del hombre con "lo sagrado" se remontan a épocas tan antiguas como las primeras manifestaciones pictóricas plasmadas en las cuevas prehistóricas. Conforme se fueron desarrollando las civilizaciones, el hombre tuvo la necesidad de crear deidades específicas a quienes rendir culto, agradecer y rogar por su devenir y por el buen cauce de los fenómenos que le resultaban incomprensibles. Así surgieron en el mundo antiguo las ofrendas votivas y, durante el Renacimiento italiano, lo que actualmente conocemos como "exvotos", cuyo significado literal es "compromiso por el voto o promesa hecha".
En nuestro país, el exvoto de tradición cristiana llega una vez consumada la Conquista, vía la evangelización y el culto mariano, aunque el registro más temprano que se conoce es de 1651, y se conserva en el santuario de Santa María Tulantongo, en Texcoco. La historia de los exvotos ha sido investigada y documentada en el exhaustivo trabajo realizado por Elin Luque Agraz, recientemente publicado en el libro titulado El arte de dar gracias. Los exvotos pictóricos de la Virgen de la Soledad en Oaxaca (Gobierno del Estado de Oaxaca/Centro de Cultura Casa Lamm, 2007).
El estudio de los exvotos mexicanos corresponde a la línea de investigación que la historiadora del arte ha explorado por varios años, a partir del trabajo pionero de catalogación que llevó a cabo –junto con Michelle Beltrán– en las colecciones del Museo de la Basílica de Guadalupe, y que culminó con la exposición Dones y promesas. 500 años de arte ofrenda (exvotos mexicanos), que tuvo lugar en el extinto Centro Cultural de Arte Contemporáneo de Televisa, en 1996. Sus visitas a todos los santuarios del país que conservan colecciones de exvotos, le revelaron la falta de atención que han sufrido la mayor parte de estas pinturas. Fue así como eligió el templo de la Virgen de la Soledad de Oaxaca para realizar la catalogación y registro del rico acervo de 236 obras que ahí se resguardan, y que ahora han quedado documentadas en este espléndido libro. Adicionalmente, Elín Luque se dio a la tarea de conseguir los fondos para restaurar las piezas que se encontraban en grave estado de deterioro, como es el caso del lienzo más antiguo de esa colección, fechado en 1711, que narra una tragedia en alta mar. El visitante puede hoy recorrer ese museo y disfrutar de su encantador acervo debidamente museografiado, catalogado y restaurado por los especialistas Mireya Escalante y José Luis Rodríguez Tenorio.
Además de testimoniar el culto y devoción a la Virgen de la Soledad, patrona de Oaxaca, estas obras ofrecen una visión muy particular del pueblo oaxaqueño, y son una ventana que nos permite asomarnos al modus vivendi de la época y a las costumbres desde el siglo XVIII a la actualidad. Entre los diversos temas que se pueden extraer de las deliciosas escenas en los exvotos, están la arquitectura doméstica, con sus vistas del interior de las viviendas y su mobiliario; la evolución de los medios de transporte, el amplio repertorio de indumentaria de las clases acomodadas y de la gente del pueblo y sus particulares rasgos físicos, la variedad geográfica de la región y el acontecer de hechos históricos y tragedias resultantes de fenómenos naturales como terremotos y tempestades.
Los exvotos tienen la particularidad de cautivar al espectador por la frescura de su concepción y por la gracia y espontaneidad con las que se narran los eventos acontecidos, aun en los casos que relatan verdaderas tragedias. Tradicionalmente, los autores –comúnmente conocidos como "retableros"– fueron en su mayoría autodidactas y anónimos –salvo contadas excepciones, como Hermenegildo Bustos– y no tuvieron más pretensión que llevar a cabo un oficio "intrascendente". Jamás se imaginaron que sus sencillas pinturas habrían de ser consideradas un día "obras de arte" y, por lo tanto, motivo de estudio y objeto de la especulación del mercado. Por eso, lamentablemente, las colecciones de exvotos no han sido debidamente resguardadas y conservadas en los santuarios y hoy en día es de lamentar el saqueo propiciado por la voracidad de los coleccionistas –especialmente extranjeros– y la negligencia en la que todavía se encuentran los restos que quedan en algunos templos. Por ello resulta fundamental el trabajo de Elin Luque, como modelo a seguir en la catalogación y conservación de este patrimonio histórico y artístico sui generis que forma parte intrínseca de la historia de las mentalidades de nuestro pueblo.
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