Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Murakami: literatura en espiral
PAOLA DADA
La doble espiral:
Kafka en la orilla
La tierra libre de Palés Matos
MERCEDES LÓPEZ-BARALT
Tres poemas
LUIS PALÉS MATOS
El cosmos de José Martí
ALBERTO ORTIZ SANDI
La antilógica del sistema
XIMENA BUSTAMANTE entrevista con las GUERILLA GIRLS
Leer
Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Cabezalcubo
JORGE MOCH
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Humor singular, a la yugular
¿Por qué habituarnos desde hace demasiados años ya, a un humor que no exija –salvo honrosas excepciones– nada más que babear frente a la tele? Gruesos sectores del respetable vemos lo que sea que salga de la pantalla y generosos regalamos risa fácil; reiremos casi con cualquier porquería mal escrita, mal producida y peor actuada. Lo malo es que no reímos de ello, sino por ello. Por eso tuvo éxito Adal Ramones y existieron bodrios como La familia Peluche o las atorrantes escuelitas de Jorge Ortiz de Pinedo. Por eso aquel muestrario morigerante y palurdo que fue Puro loco. Simple descanso de ese humor chicloso y mojigato sería sintonizar canales extranjeros, o sea gringos (otras opciones, por ejemplo españolas, no son mejores con ocasional excepción de El show de Buenafuente, en Antena 3). Allí Sony Entertainment Television, o Fox, donde todavía es posible encontrar reciclajes de Seinfeld, Malcom in the Middle o capítulos (si viejos o nuevos no importa, tampoco seamos intransigentes) de Los Simpson, que siguen siendo tablita de salvación para Canal 7 de Azteca a la hora de crujir los índices de teleaudiencia. Algunas de esas propuestas a veces resuelven aceptablemente, como What About Jim, que rescató a Jim Belushi del cementerio del olvido hollywoodense, o algunos capítulos de Scrubbs, Everybody Loves Raymond (lamentablemente mal copiada en México hace poco
hasta en el decorado del plató, pero mal) y alguna otra fácilmente olvidable.
hbo ha venido sorteando el asunto con series de temporadas cortas. El mejor ejemplo es –sí, ya lo dije antes– Curb Your Enthusiasm, de Larry David. Precisamente el programa de David y su formato austero, sin ornamentos pero nutrido de ingentes dosis de sosa humorística, ha sido inspiración, sumada la herencia que cabría esperar de una larga tradición en la tele de su país en eso del humor cáustico, del británico Ricky Gervais en Extras.
Elenco de Extras |
Extras narra los problemas, a menudo creados por él mismo y su natural petulancia, por no saberse quedar callado él o alguno de sus más cercanos amigos, de Andy Millman (el mismo Gervais), ex empleado bancario que un día abandonó todo para intentar forzar el sueño de su vida: ser actor. Consecuencia lógica al histrionismo gimnástico de Rowan Atkinson y su magnífico Mr. Bean, Extras sustenta las cúspides argumentales de cada episodio con situaciones en cómico anticlímax. Quien recuerde El show de Benny Hill o el Monthy Python de sir Johnny Cleese y sus absurdos diálogos medievales entenderá de primera mano la aproximación humorística de Extras. Quien haya visto el mockumentary (algo así como pitorreo falsamente documental para hacer burla de los reality shows) The Office, también, porque Gervais fue su creador. La serie es dirigida por Gervais y Stephen Merchant (quien interpreta a su incompetente manager, Darren Lamb, el que siempre en lugar de conseguirle empleo lo hace perderlo y hasta ser vetado, por ejemplo de los Premios Bafta, versión inglesa de los tv y Novelas, esa lamentable muestra de autoindulgencia de Televisa).
Millman y su inseparable amiga –personaje maravilloso, socialmente discapacitado pero siempre con buenas intenciones, verdaderamente un ejemplo de estupidez y buena leche– Maggie Jacobs (Ashley Jensen) obtienen breves, insignificantes papeles en diversas producciones pero terminan siempre hasta el cuello en situaciones humillantes que los obligan a abandonar el trabajo y probar suerte en otra película, otra serie de televisión como extras prácticamente invisibles, alimentando una frustración que Millman, con cinismo y acrimonia que le nacen de lo más hondo, convierte en maravillosas piezas de comedia.
Uno de los atractivos de la serie es la aparición de esos famosos de verdad, como David Bowie, Samuel L. Jackson, David Radcliffe, Kate Winslet, Orlando Bloom o Ben Stiller, interpretando con maravilloso desparpajo exageradas versiones siempre odiosas de sí mismos, de sus mitos en los medios.
Una magnífica opción de humor sin risas enlatadas, Extras termina convertido (en la segunda temporada Millman consigue su propia serie de humor, previsible, facilona, estúpida, muy en la onda con las mencionadas al principio de esta columna) en una divertida pero mordaz crítica al mundillo deleznable de la comedia televisiva, de lo que son capaces de inventar las televisoras con tal de hacerse con unos puntos de rating y de lo que somos capaces de tragar mientras babeamos frente a la tele, masticamos chatarra y reímos, entretenidísimos y felices.
|