Respirar veneno en Juanacatlán y El Salto, JaliscoO
Cindy McCulligh
Investigadora del Instituto
Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec), AC
Correo electrónico:
[email protected]
El
lugar se solía llamar el "Niágara de México"
por la cascada de veinte metros conocida como el Salto de Juanacatlán.
Hoy en día, el paisaje se asemeja cada vez más a aquella
catarata en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, al
tornarse en una imagen casi navideña con la espuma que acarrea
la entrada de la época de lluvias.
Parado sobre el puente
que une a las cabeceras municipales de El Salto y Juanacatlán
en el estado de Jalisco, arriba de la mera cascada, uno puede apreciar
nubes blanquísimas que ligeras se levantan del fondo de la
cascada con la brisa y según las corrientes del aire encuentran
rumbo en los poblados.
Valiente, con los pulmones
llenos de ácido sulfhídrico, respirando profundo su
característico olor a huevo podrido, esquivando alguna esfera
de espuma que se te acerque, sabrás lo que es estar aguas
abajo, aguas debajo de la segunda ciudad del país, aunque
apenas podrás vislumbrar lo que es vivir aquí al final
del desagüe también de una de las principales zonas
industriales del estado y del país.
Aquí, en este
punto, fue con tapabocas que los integrantes de la Caravana ¡Aguas!
en Movimiento iniciaron su recorrido por el río Santiago
el pasado 25 de mayo. Se unieron con gente de las cabeceras, algunas
portando cruces, en una pequeña marcha, cruzando el puente,
para terminar en la plaza principal de Juanacatlán. Allí
escucharon testimonios de lo que significa vivir a orillas de uno
de los ríos más contaminados del país.
Es una peste de no aguantar,
es una cosa pésima...
Enrique
Navarro Orozco llegó a Juanacatlán a los diez años,
ahora pasa de sesenta, y se acuerda del río de antaño:
"Cuando nosotros caímos aquí el río estaba
completamente limpio, porque yo recuerdo que sacábamos pescado
y nos bañábamos allí en la orilla del río...
sacábamos pescado y con la misma agua del río preparábamos
el caldo y estaba completamente limpia el agua".
Con el tiempo, el panorama
fue cambiando de manera dramática: "Viví un promedio
de 20 años en la puritita orilla del río donde estaban
las mentadas famosas terrazas. Pero la razón de que me tuve
que retirar de allí fue porque el agua se contaminó,
se echó a perder y mi familia se me empezó a enfermar.
Empezamos primero con gripas, con los ojos todos llorosos, y después
mis hijos llegaron al término de que tenían hasta
leucemia y manchas en la piel".
"No es sólo
un río muerto," decía en la plaza la maestra
Estela Cervantes, "es un río que mata". La impresión
de estar cerca de este río fue fuerte para doña Margarita
Mendoza, de La Parota, en Guerrero: "Esto ya no es vida, señor",
exclamó desde el kiosko de Juanacatlán. "Esto
está muy corrompido, compañeros. ¿No sienten
ustedes una pestilencia muy horrible? Me da una tristeza, me puse
a llorar porque me pegó vómito. Hagan algo por su
tierra compañeros, por sus hijos, que no los dejen esa porquería.
Pónganse la pila pero bien
", expresó con
fuerza la diminuta mujer.
"En realidad, vamos
a morir poco a poco fumigados," dice Navarro Orozco, quien
comparte con doña Mago la preocupación por los niños:
"Creo yo que las criaturitas, uno ya grande como quiera tiene
más defensas, pero los niñitos chiquitos aquí
en el pueblo, en realidad son cosas muy crueles".
La cruda realidad
El
río Santiago inicia su escurrimiento en la parte noreste
del Lago de Chapala, a unos cuatro kilómetros al suroeste
de Ocotlán, Jalisco, y fluye 475 kilómetros hasta
su desembocadura en el océano Pacífico cerca de San
Blas, Nayarit. En su tramo hasta El Salto, recibe múltiples
descargas de aguas residuales industriales y municipales, sin tratamiento.
Esta contaminación
tiene ya varias décadas. Los testimonios de pescadores indican
que en 1973 se presentó la muerte de peces que se encontraban
flotando en el río Santiago, así como la muerte de
ganado después de haber tomado de su agua. Ya en 1984 se
señala que la baja en las concentraciones de oxígeno
disuelto en el río llevaban a la pérdida de vida acuática
al tiempo que la descomposición de materia orgánica
se daba en condiciones anaeróbicas, generando así
gases tóxicos como el ácido sulfhídrico.
Actualmente, la fuente
principal de aguas negras en este tramo del río es la parte
sur de la zona conurbada de Guadalajara (municipios de Tlajomulco,
Tonalá, Tlaquepaque, Zapopan y El Salto). Aquí en
la cuenca El Ahogado, el río Santiago es recipiente de unos
815 litros por segundo de aguas municipales crudas.
A esto se añaden
las descargas industriales. Las industrias que descargan al Santiago
antes de la cascada de Juanacatlán están ubicadas
principalmente en tres zonas: la ciudad de Ocotlán, el corredor
industrial que inicia en el Parque Industrial Guadalajara y continúa
a lo largo de la carretera a El Salto y La Capilla, y el corredor
instalado a lo largo del Anillo Periférico Sur de la ZCG.
De acuerdo al Inventario
de Descargas en el estado de Jalisco de la Gerencia Regional de
la Comisión Nacional del Agua (CNA), existen 280 descargas
identificadas, de las cuales 266 vierten sus aguas al río
Santiago. El 36.5 por ciento de este flujo, lo aporta la industria
química-farmacéutica, le siguen la industria de alimentos
y bebidas con un 15 por ciento y la textil con 12.3; después
vienen las de celulosa (papel) y la tequilera.
Podemos
señalar, además, que sólo en la cuenca El Ahogado,
que drena la parte sur de la Zona Conurbada de Guadalajara (ZCG),
existen más de diez parques y zonas industriales.
Los giros más
importantes de estas industrias son la química-farmacéutica,
alimentos y bebidas, minerales no metálicos, metalmecánica
y eléctrico y electrónica. Las industrias con aportes
más significativos de aguas residuales incluyen: Celanese
Mexicana, Ciba Especialidades Químicas, IBM de México,
Compañía Nestlé, Industrias Ocotlán
y Harinera de Maíz de Jalisco.
Mientras algunas de las
industrias mayores cuentan con plantas de tratamiento, la mayoría
no somete sus aguas residuales a ningún tratamiento y, aun
en los casos donde existen plantas de tratamiento, estudios indican
que los efluentes siguen sin cumplir la norma.
En una caracterización
de estas aguas industriales por la Comisión Estatal de Agua
y Saneamiento (CEAS) Jalisco, se indica que: "las descargas
de estos giros pueden contener elementos de difícil remoción
y asimilación en los sistemas de tratamiento biológico
y en los ecosistemas acuáticos. Estos contaminantes presentan
alta resistencia a la degradación al ser de tipo refractario
o incluso tóxico para los microorganismos y otras formas
de vida".
Una causa más
de contaminación del río Santiago, que se ha venido
dando hasta fechas recientes, es el vertido de los lodos de plantas
de tratamiento industriales en el cárcamo de bombeo del Sistema
Intermunicipal para los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado
(SIAPA) en la colonia de La Huizachera, municipio de El Salto, en
el canal El Ahogado, que trae asimismo las aguas del drenaje de
la ZCG. En este lugar, empresas particulares descargaban lodos industriales,
cobrándoseles 15.00 pesos por metro cúbico, sin que
la planta procesara los residuos, vertiéndolos directamente
al río.
Severamente contaminado
En torno a la construcción
de la Presa de Arcediano aguas debajo del Salto de Juanacatlán
se han realizado varios análisis de la calidad de agua del
río. El Estudio de monitoreo y modelación de la
calidad del agua de los ríos Santiago y Verde, realizado
por AYMA Ingeniería y Consultoría a solicitud de la
Comisión Estatal de Agua y Saneamiento (CEAS) de Jalisco,
evaluó diecinueve parámetros de calidad de agua en
los ríos en el periodo de noviembre de 2002 a agosto de 2003.
Para este estudio, se
consultó la normatividad de diversos países y se llegó
a una clasificación del agua superficial en función
de la concentración de demanda bioquímica de oxígeno
(DBO5), demanda química de oxígeno (DQO)
y nitrógeno amoniacal.
Esta clasificación
contempla cinco categorías: excelente, aceptable, ligeramente
contaminado, contaminado y severamente contaminado. Los puntos de
muestreo incluían dos en esta zona: arroyo El Ahogado y río
Santiago en El Salto-Juanacatlán. Tanto en estiaje como en
época de lluvias la clasificación para ambos puntos
fue "severamente contaminado".
Otra forma de medir la
calidad del agua es conforme al Índice de Calidad del Agua
(ICA), un valor en escala de 0 a 100 que indica el grado de contaminación
de un cuerpo de agua. Se obtiene de los IC (índices de calidad)
individuales para dieciocho parámetros considerados de importancia
sanitaria (oxígeno disuelto, coliformes, grasas y aceites,
demanda bioquímica de oxígeno, detergentes, sustancias
activas al azul de metileno, etc.).
Para este tramo del río
Santiago, existen algunos análisis en base a los ICA.
El Estudio de la contaminación
del agua y de los sedimentos del Río Grande Santiago desde
su nacimiento hasta la Presa Santa Rosa del año 2001,
señala que el punto correspondiente a El Salto, el ICA fue
31.69, lo que representa contaminación en exceso; además
se considera que agua con esa calidad es inaceptable como fuente
de agua cruda para potabilizar. Sólo organismos muy resistentes
pueden sobrevivir en ella; cualquier uso recreativo tiene que ser
sin contacto con el agua y requiere de tratamiento para su uso en
la mayor parte de industrias.
Más recientemente,
en febrero de 2004, el Laboratorio del Grupo Microanálisis
SA de CV, realizó un estudio de las aguas del río
Santiago desde El Vado, municipio de Chapala, hasta el Salto de
Juanacatlán. El estudio indica que: "Las aguas analizadas
en todos los puntos de la cuenca se encuentran fuera de los límites
permitidos para considerarlas adecuadas a los usos en riego, contacto
directo o indirecto con personas o animales. Constituyen además
un foco de exposición y riesgo químico (ácido
sulfhídrico) y bacteriológica (coliformes) a personas
y animales".
Destacamos los siguientes
resultados del estudio:
Las
muestras se encuentran por arriba de los límites permisibles
(NOM-001-ECOL-1996, NOM-003-ECOL-1996) para la demanda bioquímica
de oxígeno (DBO) en un rango del 100 al 1,000 por ciento.
Las muestras se encuentran
por arriba de los límites permisibles para el contacto directo
(NOM-003-ECOL-1996) para grasas y aceites en un rango del 25 al
150 por ciento.
Las muestras se encuentran
por arriba de los límites permisibles (NOM-001-ECOL-1996,
NOM-003-ECOL-1996) en coliformes lo que representa un foco de infección
a cielo abierto en el trayecto de las aguas analizadas.
Las muestras se encuentran
fuera de los límites permisibles (NOM-127-SSAI-1994) para
sustancias activas al azul metileno (surfactantes) en un rango de
20 a 400 por ciento.
Las aguas y los sedimentos
del río están contaminados por metales pesados y compuestos
orgánicos altamente tóxicos. Lo que se aprecia, en
conclusión, es un descontrol total con respecto a la normatividad
en cuanto las descargas de aguas residuales hacia bienes federales,
descargas a bienes nacionales y a sistemas de alcantarillado municipal
(NOM-001-ECOL-1996 y NOM-002-ECOL-1996, respectivamente).
Asimismo, los municipios
que conforman la ZCG incumplen el Artículo 91 bis de la Ley
de Aguas Nacionales (2004) que señala que los municipios
deberán tratar sus aguas residuales, antes de descargarlas
en un cuerpo receptor.
Intoxicación crónica
En el río Santiago,
debido a las descargas industriales y municipales, y exacerbado
por obras hidráulicas como la cortina del Salto de Juanacatlán,
que contribuyen a una retención de materia orgánica
y a su descomposición anaeróbica, se dispersan gases
y olores al caer el agua por la cascada. Sobresale al respecto el
ácido sulfhídrico (H2S).
>Se trata de un gas incoloro,
venenoso e inflamable que huele a huevos podridos. Por lo general,
es posible detectar su presencia en concentraciones muy bajas, entre
0.0005 y 0.3 partes por millón (partes de ácido sulfhídrico
en un millón de partes de aire). Sin embargo, en concentraciones
altas es posible perder la capacidad de oler este gas.
Según la Agencia
para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR),
de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC) en Estados Unidos, la exposición a concentraciones
bajas de ácido sulfhídrico puede causar irritación
de los ojos, la nariz o la garganta; dificultad para respirar para
personas asmáticas y líquido en los pulmones.
La exposición
a bajos niveles por periodos prolongados puede ser causa de fatiga,
dolores de cabeza, mala memoria, irritabilidad, mareo y alteraciones
de las funciones motoras. Además, las personas con problemas
cardiacos o del sistema nervioso son más susceptibles a los
efectos de dicho ácido.
El H2S no
ha sido clasificado en cuanto a su capacidad de causar cáncer
en seres humanos y existe alguna evidencia científica de
que la exposición a este químico puede aumentar los
abortos en seres humanos. A concentraciones mayores dicha sustancia
puede causar edema pulmonar, asfixia, parálisis respiratoria
y muerte.
De diciembre de 2004
a marzo de 2005, Juan Gallardo Valdez, investigador del Centro de
Investigación y Asistencia en Tecnológica y Diseño
del Estado de Jalisco AC (CIATEJ), realizó un monitoreo de
la presencia de ácido sulfhídrico en el área
urbana tanto de El Salto como de Juanacatlán y presentó
los resultados en su tesis de maestría en la Universidad
de Guadalajara.
El estudio parte de la
hipótesis que "el ácido sulfhídrico es
uno de los gases más tóxicos que existen en la naturaleza
y sus efectos pueden alterar el bienestar del entorno y salud humanas".
Indica, asimismo, que la toxicidad del ácido sulfhídrico
es similar a la del cianuro, ya que "bloquea la capacidad de
carga del oxígeno de la sangre, inhibe el centro respiratorio
en el cerebro y bloquea el metabolismo aerobio de las células".
Los resultados arrojan
niveles de H2S entre 0 y 7 ppm, y en la mayor parte del
periodo de estudio los niveles se mantienen entre 2 y 4 ppm.
Esta exposición
a ácido sulfhídrico por la población general
es un evento extraordinario para el que no se han estudiado los
límites de exposición segura. Existen parámetros
únicamente para ambientes laborales. En este sentido, tanto
la Agencia para la Protección del Ambiente (EPA), la Conferencia
Americana de Higienistas Industriales Gubernamentales (ACGIH) y
la Administración de la Salud y Seguridad Ocupacionales (OSHA),
todos de Estados Unidos, señalan una concentración
promedio en ocho horas sin efecto adverso (TWA) de dos ppm.
Es esencial resaltar
para este caso de la exposición de las poblaciones de El
Salto y Juanacatlán que, para fines prácticos, la
población en general no debería exponerse a ninguna
concentración de este tóxico, menos aun ancianos y
niños que por sus condiciones fisiológicas son más
susceptibles a presentar daños a la salud, desencadenados
o coadyuvados por la inhalación de este gas tóxico
y altamente irritante.
Hacemos notar, en este
sentido, que algunas veces los niños se exponen a cantidades
mayores que los adultos, ya que el ácido sulfhídrico
es más pesado que el aire y los niños tienen menor
estatura que los adultos. Los niños, además, pasan
cerca del 50 por ciento del tiempo al aire libre, son tres veces
más activos que un adulto, practican deportes y otras actividades
durante las cuales se incrementa su ritmo respiratorio y por lo
tanto la inhalación. En este caso, igualmente, Gallardo señala
que al no salir de la zona por fines laborales, los que pasan más
tiempo en la zona son los niños y los ancianos.
En la zona del estudio
referido, se calculó que había 6 mil 052 estudiantes
entre seis y 14 años, que asistían a 11 escuelas primarias
y dos escuelas secundarias. Cercana a la cascada, se ubican las
escuelas Mártires del Río Blanco y María Guadalupe
Ortiz, con dos turnos, ambas al margen del río en la población
de El Salto.
Tan sólo la escuela
Mártires del Río Blanco, ubicada a 100 metros de la
cascada, tiene 595 estudiantes, y la María Guadalupe Ortiz,
a 270 metros de la cortina de agua, cuenta con 962 alumnos. La cercanía
de estos dos planteles educativos a la caída de agua mencionada,
advierte severos riesgos a la salud de sus estudiantes.
En una encuesta aplicada
en 100 casas en el área de estudio, donde residen 166 niños
entre seis y 14 años, los padecimientos con mayor índice
de incidencia fueron de tipo respiratorio con 49.23 por ciento,
dolor de garganta con 44.61, enfermedades de la piel con 4.61 por
ciento y 1.5 como de otro tipo.
Se reportaron además
los síntomas de dolor de cabeza, nauseas, irritación
de garganta, salpullido y conjuntivitis. Concluye Gallardo que "los
efectos en la salud referidos por la población entrevistada
sugieren que existe una exposición constante a bajos niveles
de H2S que afectan su salud".
Indica Gallardo que los
niveles de concentración de H2S más frecuentes,
entre 2 y 3 ppm: "pudieran provocar reacciones en el organismo
que a largo plazo afectan al sistema nervioso central". En
este sentido, los doctores Kaye Kilburn, de la Escuela de Medicina
de la Universidad del Sur de California (USC), y Marvin Legator,
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas, han estudiado
los efectos de la exposición crónica a niveles bajos
de H2S.
El doctor Kilburn investigó
el impacto de exposición prolongada a niveles de H2S
arriba del umbral olfatorio (aproximadamente de 1 a 50 ppm) en dos
comunidades cercanas a refinerías de petróleo, que
son fuentes de ácido sulfhídrico. Encontró
síntomas como dolores de cabeza, nausea, vómito, depresión,
cambios de carácter y dificultad para respirar, y concluye
que: "El ácido sulfhídrico envenena el cerebro
y el daño es irreversible... el H2S es peligroso
cuando sea que lo puedas oler".
Por su parte, el doctor
Legator analizó la exposición crónica a H2S
por una central termoeléctrica en Hawai en donde el 88 por
ciento de los sujetos decían haber experimentado el tipo
de afectación al sistema nervioso central descrito por Kilburn.
Lo que señala Legator, toxicólogo ambiental, es el
"enorme vacío de información" en cuanto
a los efectos crónicos de niveles bajos de H2S,
una sustancia que describe como una "neurotoxina potente".
Saneamiento total
"Se tiene un programa
muy ambicioso para que al 2006 prácticamente quede terminado
todo el saneamiento de la cuenca de El Ahogado", declaraba
en entrevista en julio de 2003 el ingeniero Raúl Antonio
Iglesias, gerente regional para la región Lerma-Santiago-Pacífico
de la CNA: "La intención es que al 2006 quede totalmente
cubierto todo el saneamiento en lo que es el alto Santiago".
Sin embargo, ya en septiembre
de este año, el prometido saneamiento aún no comienza.
Las autoridades estatales están licitando a alguna empresa
privada la construcción de una sola planta de tratamiento
para esta cuenca de 518 kilómetros cuadrados con el
número señalado de industrias empleando la tecnología
y sistemas de tratamiento propuestos por la empresa. Mientras la
construcción de una planta de tratamiento ha de contribuir
a una mejora en las condiciones sanitarias, se requerirá
de esfuerzos mucho mayores para lograr el saneamiento total de todos
los afluentes y descargas hacia el río Santiago y su restauración.
El año pasado,
la segunda causa de muerte en el municipio de Juanacatlán
fue el cáncer. Establecer científicamente una relación
de causa-efecto entre las enfermedades y la contaminación
del río, especialmente para enfermedades multifactoriales
como la mencionada, requiere de estudios epidemiológicos
costosos y de larga duración.
Médicos locales
citan un incremento en la incidencia de varios padecimientos, incluyendo
leucemia, abortos espontáneos y malformaciones congénitas,
entre otros. En estos casos, es de suma importancia la aplicación
del principio precautorio, incluido en el Principio 15 de la Declaración
de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992): "Cuando
haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza
científica absoluta no deberá utilizarse como razón
para postergar la adopción de medidas eficaces en función
de los costos para impedir la degradación del medio ambiente".
Ya en estos días
de lluvia, uno puede ir y encontrar las grandes bolas de espuma,
maravilla y desgracia de tiempos modernos, que vuelan y se pasean
por la zona. Niños en El Salto y Juanacatlán suelen
jugar con esta espuma que deja manchados hasta los coches. Parado
sobre el puente, si lo aguantas, puedes oler los gases que emanan
a diario de la cascada penetrando casas, escuelas, clínicas
y jardines. Allí es aparente la impunidad con la que los
desechos se vierten día con día. Allí mismo,
todas las promesas de saneamiento se esfuman, comidos por el mismo
ácido sulfhídrico que irrita ojos y piel y que destruye
los pulmones.
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