Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de junio de 2008 Num: 694

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Entre la carretera y la beatitud
ALEJANDRO MICHELENA

Jesús
DIMITRIS DOÚKARIS

Entre colillas y restos de comida
ARACELY R. BERNY

Contra el olvido injusto
CHRISTIAN BARRAGÁN
Entrevista con RAFAEL VARGAS

Fragmentos de Bahía 1860 (esbozos de viaje)
MAXIMILIANO DE HABSBURGO

¿César Vallejo ha muerto?
RODOLFO ALONSO

Sentándome a comer con la pereza
MIGUEL SANTOS

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Entre colillas y restos de comida

Aracely R. Berny

Si tuviéramos que detener nuestro reloj vital sólo para considerar lo peligroso que es vivir, moriríamos ante el espanto que nos proporcionaría nuestra tremenda fragilidad, deviniendo, eso sí, en dañino para nuestra salud. Hay cifras escandalosas de accidentes viales, atropellos, desastres naturales, falta de alimentación. Al día de hoy, 19 de mayo de 2008, las cifras muestran que a nivel mundial ha habido 1 millón 933 mil 59 muertes relacionadas con contaminación de agua; durante lo que va de este día han muerto 25 mil 174 personas de hambre en el planeta; 1 millón 208 mil 231 muertes han sido causadas por fumar, y el gran total de muertes por año en el mundo hasta esta fecha es de 20 millones 419 mil 171, incluyendo la causada por el cacahuate de la botana, que originó un paro respiratorio por obstrucción.

Cada quién decide cómo vivir, algunos intervienen en cómo dejar de hacerlo, hay otros quienes creen que están interfiriendo y, contrariamente a ello, la nicotina no les arrebata más que el costo monetario del acto de fumar, porque se esfuman de este mundo por causas muy ajenas al cigarro.

Si nos quedamos con las cifras, éstas arrojan que aproximadamente sólo un cinco por ciento de las muertes contabilizadas hasta este momento son originadas por fumar; sin embargo, nadie ha tomado medidas para sacar de los restaurantes a quienes no se terminan la comida que ordenaron, y que dejan el plato repleto de restos de alimentos cruelmente corrompidos, estrujados y contaminados con saliva, en el mejor de los casos, cuando las cifras señalan que más del veinte por ciento de la población en el mundo muere de hambre. ¡No! Porque los malvados son los fumadores que con sus bocanadas le quitan oxigeno a sus semejantes.

Aquel que tenga un auto jamás considerará que dicho “bien” atenta más contra sí mismo por las altas emisiones de co2 emitidas por la combustión vehicular que la tímida nube expelida del cigarro del malintencionado fumador.

Parece que resulta mucho más cómodo arrojar la culpa a la figura del fumador, sobre todo porque no se trata de algo tan general como el caso de los millones de seres humanos que no se comen y, por lo tanto, tiran “restos” de comida en buen estado, o quienes se mueven en transportes a gasolina o diesel: porque ahí todos somos partícipes de causar muerte a aquellos desafortunados… pero todos y aquellos permanecerán en el anonimato, no así los fumadores.

Estos están frente a un peligro aún mayor, el de la crítica y fastidiosa opinión pública. A partir de que se instauró la Ley Antitabaco, el fumador está amenazado nuevamente, debido a que ni las autoridades, ni los restauranteros, previeron la colocación de ceniceros para depositar las colillas de los cigarros.

Los fumadores, que ahora tendrán que fumar en la calle, serán nuevamente blanco de ataques y críticas: sólo porque nadie consideró colocar ceniceros para las colillas, ni concienciar e informar a todos los involucrados: autoridades, restauranteros y fumadores mismos, sobre el daño que las colillas causan en materia medioambiental.


Cartel de la campaña: Fumar mata
Roy Castle Lung Cancer Foundation. Autor: Expok

Es muy cómodo dar por hecho que se posee el conocimiento, mas es obvio que en el vasto mar de datos, informaciones y conocimientos que gracias a las nuevas tecnologías fluye sin cesar, mucho pasa sin dejar huella en un individuo que se encuentra inmerso en el cúmulo de urgencias que le imposibilitan detenerse a meditar mientras fuma.

Sépase que valdría la pena dirigirse directamente al fumador para concienciarle e informarle, por ejemplo, que el filtro de su cigarro es de acetato de celulosa, un compuesto de síntesis que no es atacado por las enzimas de bacterias y hongos encargadas de la descomposición, lo que pareciera deberse a que están habituadas a atacar lo natural, y que, al enfrentarse a un material sintético, tienden a repelerlo, por ello aumentan sensiblemente los tiempos de degradación con respecto a la colilla normal. Por otra parte, si la colilla cae en el agua, la desintegración se realizará en la mitad del tiempo, pero contaminará más de setenta litros de agua potable al mojarse y soltar la nicotina y el alquitrán que contiene, además de que en grandes cantidades la colilla puede obstaculizar el tan lastimado drenaje de nuestra Ciudad de México y contribuir a su colapso.

Otra práctica común es la de tirar el filtro en macetas, sin considerar que el calor contenido en la colilla encendida afecta a la planta, además de que, al contacto con agua, la colilla libera químicos también nocivos para la planta y el tiempo de degradación también es considerable.

Además de atacar al fumador, de echarle intempestivamente de los locales públicos, bien vale la pena informarle en vez de esperar las consecuencias negativas por el exceso de colillas en las calles y nuevamente fastidiarlo: Sea, pues, esta una invitación a contradecir a quienes gustan de dirigir ataques contra los fumadores y evitar darles el gusto de endosarles los problemas medioambientales. Cierto, el fumador puede responsabilizarse de sus filtros, ¿podrá también, el que no es echado del restaurante, responsabilizarse de sus restos de comida?