Eurídice
Satavros Vavoúris
Arrastrabas un esqueleto a la luz.
Por eso además te habían recomendado:
Que no te volvieras.
Pero, aun así, si no hubieras roto las reglas
jamás habría llegado a la luz contigo.
Huesos sin carne
dos cuencas sin ojos
dientes sin labios
era todo lo que subiendo ceñías en tu mano,
como estaba dispuesta también la trampa
desde el momento que te habían permitido cruzar
la puerta que nadie cruza caminando.
Cuando al final te volviste
me esfumé.
Nada viste.
Sin embargo sábelo ahora.
Arrastrabas un esqueleto a la luz
desde el principio contigo
y era una decisión tomada irrevocable:
Quisieras o no:
Que te volvieras. |
Satavros Vavoúris nació en Atenas en 1925, afectado de parálisis cerebral infantil. Se graduó en literatura, historia y arquitectura en la Universidad de Atenas en 1952, y luego trabajó enseñando en varios escuelas en distintas partes de Grecia y en Atenas. Fue nombrado director de un bachillerato en 1980, cargo que desempeño hasta 1984, cuando tuvo que renunciar a causa de su mala salud. Trabajó también en el Ministerio de Educación de 1964 a 1967. Es autor de doce libros de poesía y ha sido traducido al inglés, búlgaro, polaco y alemán. El poema que presentamos esta tomado de Orfeo descendiendo , 1971, en la antología de Aléxandros Argyríou, La poesía griega, antología y gramatología , t. i , Atenas, Ediciones Panagiotis Sokolis, 1982.
Versión de Francisco Torres Córdova |