Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
El extraño canto de la dulce Filomena de San Juan de la Cruz
LUCE LÓPEZ-BARALT
La noche oscura Canciones
SAN JUAN DE LA CRUZ
El género incómodo
NATALIA NÚÑEZ entrevista con PATRICIO GUZMÁN
Cervantes en Italia
SERGIO FERNÁNDEZ
Poesía testimonial de Oaxaca
BERTHA MUÑOZ
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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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El Mono de Alambre
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Mentiras Transparentes
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Felipe Garrido
Yacari
Yacari dicen que es el nombre de la abuela de la hierba. Una joven alta y hermosa, dorada por el sol, que se aparece en los algodonales cuando llega el tiempo de la pizca. Solamente pueden verla quienes de tiempo atrás, de los abuelos de los abuelos a los padres, de los padres de los padres a los hijos, año con año viven de recoger los capullos. Ella los llama por su nombre, entre las matas cuajadas de blanco, y les pide un pacto de fidelidad: mientras dure la colecta no podrán tocar a ninguna mujer. Yacari mata a los infieles; los pierde en el alcohol y en los pleitos, los hace caer en los tajos, los enferma sin remedio. Yacari premia a los que son constantes, a los que se cuidan de no rozar, de no pensar siquiera en mujer. Los ayuda a coger los mejores botones, les quita la fatiga, les permite ver cuando no hay luz. Sobre todo, está a su lado cuando entregan los canastos y los ayuda a engañar a los patrones, en el peso, a la hora de la venta.
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