Opinión
Ver día anteriorLunes 28 de abril de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Estados Unidos: ¡cambiar para seguir igual!
U

n documento que circula dentro de la administración Trump y filtrado a los medios, propone un dramático recorte en el Departamento de Estado que incluye una reducción presupuestaria de 50 por ciento, el posible cierre de un importante número de embajadas y consulados, principalmente en África, la consolidación de subsecretarías incluyendo género, derechos humanos y diversidad, y la eliminación, ya concretada del USAID, las emisoras Voz de América, y Radio Martí.

Inicialmente el secretario de Estado, Marco Rubio, trató de negar la existencia del memorando, ya que probablemente no fue incluido en su redacción, lo cual revela las facciones que existen en el actual gobierno. A primera vista, pareciera que EU está reduciendo su postura internacional, pero en realidad esto no es lo que sucede.

El documento que contenía los cambios propuestos para el Departamento de Estado fue escrito y promulgado por la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB) como parte de los recortes dirigidos por el billonario y ministro sin cartera Elon Musk. La propuesta representa la postura de la ultraderecha estadunidense y sus aliados internacionales, particularmente en Europa que pretenden reconfigurar el orden mundial.

El director de la oficina de OMB es Russell Vought, un nacionalista cristiano y fundador del Centro para la Renovación de América, que propone recobrar el consenso de Estados Unidos como una nación bajo Dios. Pero estos cambios no sólo ocurren en del Departamento de Estado. Como en los tiempos de la Inquisición, la fiscal general de la nación Pam Bondi dirige un comité del gabinete ejecutivo de Trump para erradicar cualquier prejuicio anticristiano que exista en el gobierno federal. Como parte de esta cacería de brujas se les exige a los empleados federales denunciar cualquier trabajador que expresa una actitud anticristiana si definir que implica ser anticristiano.

El uso del nacionalismo cristiano o la manipulación del antisemitismo como arma de guerra no trata de imponer un dogma cristiano o judío. En realidad, al gobierno de Trump le importan poco los valores religiosos de justicia, amor al prójimo, ayuda a los desposeídos o la paz. Lo que Trump busca es la sumisión política de las estructuras del Estado, de los funcionarios federales, los jueces, y de la sociedad civil. El director de contraterrorismo en el gobierno de Trump, Sebastian Gorka, declaró que las opciones son simples, o apoyan al gobierno o apoyan a los terroristas. Por su parte, Stephen Miller, subjefe del gabinete, resaltó que no respaldar a Trump implica apoyar a jueces radicales que destruyen el aparato de seguridad nacional. Ya han comenzado a arrestar jueces.

En realidad, Miller sabe muy bien que no existen jueces radicales de izquierda en el gobierno estadunidense. Al igual que durante la cruzada anticomunista de los años 50, se busca crear un ambiente de miedo. Incluso senadora republicana de Alaska, Lisa Murkowski, confesó que entre sus colegas todos tenemos miedo porque las represalias son reales. Este miedo se extiende a toda la sociedad civil, incluyendo las universidades y los medios de comunicación. Hace unos días el productor ejecutivo del reconocido programa de noticias 60 minutos renunció por la censura a que fue sometido. Por su parte, los ataques selectivos a los inmigrantes y los líderes estudiantiles promueve el miedo y la desmovilización entre estos sectores.

Vought, Gorka y Miller y su enfoque en el Departamento de Estado dejan en evidencia que el proyecto autoritario de Trump es parte de una red internacional de extrema derecha que promueve una visión de nacionalismo religioso como arma de guerra para lograr la sumisión de la población tanto en EU como a escala internacional.

La postura expuesta en el documento sobre el Departamento de Estado refleja el reciclamiento de posiciones evidentes desde el siglo XIX. En particular hace recordar el llamado Concierto de Europa, proyecto reaccionario de las monarquías europeas, que dividió el mundo entre los grandes poderes y creó correspondientes zonas de influencia. El concierto se basó en un consenso antirrevolucionario, y en favor de una jerarquía tradicional que incluía a la aristocracia, la Iglesia y la familia patriarcal. La Doctrina Monroe, que tanto menciona Trump, refleja la política operante durante el concierto europeo. En múltiples ocasiones Trump ha expresado que la doctrina Monroe es la política oficial de su gobierno, lo cual ayuda explicar sus declaraciones sobre la anexión de Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá.

La reorientación ideológica que ocurre en EU parecería impulsar un nuevo concierto global basado en nacionalismos religiosos y una jerarquía tradicional con la cual pretenden llenar el vacío que ha dejado el viejo orden neoliberal. No obstante, es importante recordar que los acuerdos entre potencias europeas en el siglo XIX nunca resolvieron los problemas en el continente. Al contrario, resultaron en guerras desastrosas en toda Europa, y el reparto brutal de África y Asia entre los poderes imperialistas. Un nuevo concierto, o como quieran llamarlo, también sería incapaz de resolver los múltiples desafíos que enfrenta el mundo en el siglo XXI.

*Profesores eméritos, Pomona College

@mtinkersalas y @victorsilverman.bsky.social