AMLO y una nueva Constitución // Tal vez a fin de sexenio // Disculpas a Calderón // Vázquez Mota y los migrantes
El globalista Gideon Rachman del Financial Times vaticina 30 años de trumpismo
¿De qué se queja Calderón? // En su gobierno, amplios y generosos favores a Iberdrola
a detención de Jorge Torres López, ex gobernador interino priísta de Coahuila (2011), dada a conocer ayer, así como la liberación condicionada del ex mandatario panista de Sonora, Guillermo Padrés (2009-2015), realizada el sábado anterior, han vuelto a poner en el centro de la opinión pública el problema de la cauda de recientes ex gobernantes estatales envueltos en acusaciones de actos ilícitos de todo tipo, cuyo denominador común es la corrupción.
Aún es posible la paz por vías disuasivas, dice
hora que el gobierno de México ha retomado su autonomía efectiva en políticas interna y externa, en medio de una coyuntura particularmente complicada e incierta para nuestra América Latina, se hace necesario recuperar experiencias históricas de indudable trascendencia, como fue la del proceso de Contadora, en 1983, el cual se llevó adelante en el contexto de las Naciones Unidas, y no sólo al margen, sino frente a la política belicista de Estados Unidos.
l pasado lunes 28 de enero el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, declaró que, gracias a una nueva plataforma cibernética, los maestros de la SEP podrán enseñar inglés sin saberlo hablar. Con este aviso el secretario abrió compuertas para la solución de un problema escabroso que ha obsesionado a muchos. Ya no importa que los maestros estemos mal formados, porque ya no tenemos que conocer las materias que enseñamos. No se había introducido una tecnología así de ahorradora desde el molino de nixtamal.
ómo hacen falta obispos como don Sergio. La Iglesia sería diferente, cercana a la gente; en especial a los más pobres y marginados. Don Sergio no sólo era valiente, sino un hombre de espiritualidad profunda. Un pastor con humor y gusto por la vida. Conocí a don Sergio Méndez Arceo en 1975, en un seminario del Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos, Pax Romana (MIIC). Fue un encuentro latinoamericano efectuado en Agua Viva, hermosa casa de retiros de los dominicos al pie de los emblemáticos volcanes de México: el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl. Dos horas para llegar ahí desde el oriente de Ciudad de México. Entonces tenía 20 años, pertenecía a los estudiantes de la Acción Católica Mexicana y ayudaba en tareas logísticas del evento, era el chofer. Me sentía privilegiado al escuchar voces tan brillantes como la de Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Enrique Dussel, Luiz Alberto Gomes de Souza, Jaime González Graff y muchos otros. Había preocupación en los 70 por la creciente violencia de los regímenes autoritarios militares en la región. La democracia estaba fracturada en el continente y la represión alcanzaba a la Iglesia. A escala de la estructura eclesial, se constataban las regresiones en el Celam encabezadas por su entonces secretario, el colombiano y siniestro Alfonso López Trujillo. La bipolaridad de la guerra fría había penetrado el tejido latinoamericano dentro y fuera de la Iglesia. Don Sergio, hizo acto de presencia bien comenzado el encuentro. De inmediato hizo sentir su presencia. Era poseedor de un carisma recio que impresionaba: un hombre alto, robusto, voz grave, mirada serena y penetrante; un sentido del humor que desarmaba. Un protagonismo involuntariamente escénico, su sola estampa imponía y focalizaba la atención: su brillante calva, túnica blanca impecable y su puro cubano lo confirmaban como un personaje extraído de la literatura, tenía un aire patriarcal. No era histriónico, como el obsipo brasileño Hélder Câmara, ni sencillo y humilde como Leónidas Proaño de Río Bamba, Ecuador. Don Sergio por su porte era un gladiador de la fe.
l título de libertador y padre de la patria
le fue ungido a Simón Bolívar por los próceres independentistas, reunidos el 15 de febrero de 1819 en el Congreso de Angostura (actual Ciudad Bolívar, Venezuela). Siete meses después, sus tropas derrotaron a España en Boyacá (Colombia), y en junio de 1821, tras la batalla de Carabobo (Venezuela), todos convinieron en llamarse colombianos
(Congreso de Cúcuta, agosto/octubre de 1821).
uena parte de la opinocracia, la de penetrante mirada, entró de lleno a su nueva veta descubierta: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) abandona la ley, la norma, para treparse y regodearse en el púlpito. Poco parecen importarle las cifras, los datos duros, las mismas costumbres burocráticas y, menos aún, las instituciones. De aquí en adelante sólo la voluntad del guía contará, sentencian inapelables. Se eligió a un personaje que solicita creyentes, no ciudadanos, es la santa conclusión. Ahora no se tiene un líder político mesurado, sino un pope que tira homilías mañaneras. Desgrana, sin restricción alguna y, una tras otra, sus moralinas consejas hasta marear a cualquiera que ose oírlo en su solitario proscenio de Palacio Nacional. Esa es la nueva tesitura en que lo han colocado, sin mayor recato, los agudos observadores de la vida nacional. Con su escrutadora, penetrante ojeada de enterados, de equilibrados críticos del poder y dictadores de la mera neta. No como cualquiera crítica, sino la que descubre arcanos, motivaciones íntimas, deformaciones estructurales del poderoso. Características básicas de ese ánimo que aspira a ser totalitario, caprichoso, axiomático, trascendente.
uchos estudios muestran que la concentración industrial y el incremento del poder de mercado de unas cuantas empresas ha aumentado en décadas recientes. Al mismo tiempo, se reconoce que la desigualdad se ha convertido en uno de los rasgos más característicos del capitalismo. Entonces, es natural que surja una nueva pregunta: ¿hasta qué punto está relacionada la concentración de poder de mercado con la desigualdad?
lvaro Obregón vio en la educación, el arte y la cultura una plataforma para el desarrollo. Esa visión de Estado funcionó muy bien en un México empobrecido por la guerra. Cohesionó al país, reconstruyó el tejido social y le dio al Estado mexicano una presencia que ninguna otra dependencia gubernamental le podía dar. En lugares tan apartados donde no había siquiera agua potable ni servicios básicos de salud, había maestros.
oco a poco en la agonía de la luz de la Plaza México surgían las medrosas inseguridades del atardecer crepuscular deslumbrante de belleza. Posteriormente las quebraduras de la plaza se oscurecían de sombras. El crepúsculo sembraba con suavidad de misterio y en el ruedo aparecieron uno a uno los ocho toros de Los Encinos, muy bien presentados, bueno mozos, de encastada nobleza que iban a más después de los muletazos. Toros que literalmente planeaban cual aviones desde su edad cinqueña.