Número 151
Jueves 5 de febrero
de 2009
Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER
Directora general
CARMEN LIRA SAADE
Director:
Alejandro Brito Lemus
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Carlos Guevara-Casas
Feromonas,
amor a primer olor
Edward O. Wilson, fundador de la sociobiología y eminente entomólogo, asistió alguna vez en los años cincuenta a una conferencia dada por el etólogo Konrad Lorenz. Ahí se percató que los mensajes entre aves que Lorenz identificaba con movimientos de alas y cabeza, eran equivalentes a lo que él había obser-vado en las hormigas, sólo que en este caso producidos por sustancias químicas que Karl Larssons y otros llamarían feromonas.
Si las hormonas pueden interpretarse como mensajes químicos de un órgano o tejido a otro, las feromonas hacen algo similar pero de un organismo a otro. Son sustancias que alteran la conducta en un individuo distinto del que las produce. La primer sustancia con estos efectos identificada químicamente fue el bombikol, producido por la hembra de los gusanos de seda para atraer a los machos. Si bien existen feromonas relacionadas a muchos tipos de comportamientos, es indudable que las asociadas a la conducta sexual son las que más interés causan.
La fórmula del amor
Se dice que el famoso flechazo en medio de una multitud es consecuencia de ellas, que los hombres homosexuales reaccionan a las producidas por otros hombres, y que hasta las violaciones son consecuencia de las mismas. Interesante sin duda, salvo por el hecho de que ningún estudio ha sido remotamente concluyente. El trabajo más relevante es el clásico de Anna Mc Clintock que sugería la existencia de sustancias que unificarían el ritmo menstrual en mujeres que viven juntas. Si bien se trataría de compuestos sin olor alguno, se ha especulado sobre su presencia en el sudor y su efecto en la aceptación sexual, por lo que no han faltado los estudios donde dan a oler camisetas sudadas por hombres a mujeres que indican qué tan atraídas se sienten. Por esto más de un charlatán ha intentado vender perfumes afrodisiacos de feromonas que en realidad nadie ha visto.
En cualquier caso ninguna feromona haría perder la capacidad de decisión sexual a nadie. Así que la siguiente vez que tenga la tentación de comprar un perfume de feromonas considérelo mejor, a menos claro que usted sea un gusano de seda.
Carlos Guevara–Casas es Maestro en Ciencias, profesor en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
http://www.versusprometeux.blogspot.com
S U B I R
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