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El terrorismo sexual en la era Bush
GUERRA SANTA
Sería difícil resistir la tentación de ridiculizar la experiencia militar del presidente y comandante en jefe de las fuerzas armadas estadunidenses, George W. Bush, Jr., cuya única tarea en el ejército consistió en proteger, entre 1968 y 1972, los cielos de Texas de cualquier incursión norvietnamita. No podemos negar que su labor fue un éxito. Sería difícil ignorar las muchas carreras frustradas que ha tenido el exporrista de la universidad de Andover, exdueño del equipo de béisbol Texas Rangers, expetrolero fracasado y exsocio de la familia Bin Laden. Pero si hay algo difícil de olvidar es que el presidente que gusta de pasar sus vacaciones de verano en su “rancho” de la ciudad de Crawford, Texas, en 2003, en Aqaba, le dijo al primer ministro Mahmoud Abbas: “Dios me dijo que atacara a Al Qaeda y los ataqué, y entonces me indicó que atacara a Saddam, lo cual hice y ahora estoy decidido a resolver el problema del Medio Oriente. Si usted me ayuda yo actuaré y, si no, vendrán las elecciones y tendré que enfocarme en ellas.” Estas inolvidables palabras fueron publicadas el 26 de junio de 2003 en el diario israelí Haaretz por el periodista Arnon Regular. Quizás jamás podremos saber si Bush en realidad dijo semejante cosa, pero sí podemos intuir que Abbas no quiso o no pudo ayudar a Bus, ya que la situación en Israel y Palestina está peor que nunca. ¡Qué oportunidad perdida de aprovechar el poder divino que Bush ha despilfarrado en sus guerras!
GUERRA AMBIGUA
No podemos asegurar que Bush crea realmente que sus guerras tienen motivación divina, lo que sí se debería creer es que sus guerras tienen un elemento de terrorismo sexual cada día más ominoso. El presidente dio, en el verano de 2007, una discreta orden ejecutiva que permite a los agentes de inteligencia y espionaje estadunidenses evadir todas las restricciones (imaginadas por la Suprema Corte , el Congreso y el artículo 3 de las convenciones de Ginebra) respecto al uso de técnicas degradantes y humillantes de interrogación. El argumento es que un agente puede humillar y degradar a un sospechoso si considera que al hacerlo puede impedir que tenga lugar un acto terrorista. Se ha hablado mucho, especialmente en los medios estadunidenses, de la controversia del waterboarding o la tortura del agua (a la que dedicamos dos entregas de esta columna), en cambio, se ha omitido deliberadamente toda mención de tortura sexual. Y la genialidad de Bush y su equipo ha sido precisamente dejar todo en la ambigüedad: no dejar documentación alguna de la técnicas de tortura sexual aprobadas. De esa manera, nuevamente han eludido la responsabilidad y futuros cargos por crímenes de lesa humanidad.
LAS TÉCNICAS DE LA PERVERSIÓN
Habiendo tantas formas de provocar dolor, podríamos preguntarnos por qué el énfasis en la tortura sexual. La razón es que este tipo de tormento no sólo provoca dolor físico, sino también heridas emocionales y profunda vergüenza. Dado que no hay memorandums explícitos que instruyan a los agentes de inteligencia militar, de la cia o de cualquier otra organización de inteligencia, el comentarista David Rosen propone que una buena guía de lo que está ocurriendo es el registro histórico documentado de las prácticas y técnicas sexuales usadas por Estados Unidos y otros países para hacer confesar a los sospechosos de terrorismo. Lo más obvio sería pensar en la violación de hombres, mujeres y niños, una práctica que se ha usado desde hace siglos en donde quiera que ha habido abusos de poder. A pesar de que se han reportado pocos casos de violación en la “guerra contra el terror”, se sabe que se han empleado ampliamente las siguientes técnicas:
1. Videograbar y fotografiar a detenidos desnudos.
2. Obligar a los presos a posar en posiciones sexualmente explícitas.
3. Mantener a los presos desnudos durante varios días.
4. Embarrar lo que supuestamente era sangre menstrual en el rostro de los presos.
5. Manosear sexualmente a los presos.
6. Obligar a los presos varones a utilizar ropa interior femenina.
7. Obligar a los presos a masturbarse en grupo para videograbarlos y fotografiarlos.
8. Obligar a los presos a formar pirámides o pilas humanas.
9. Ponerle bolsas de tela en la cabeza a los presos desnudos y luego conectarles cables en las manos y los genitales para darles o hacerles creer que se les darán descargas eléctricas.
10. Ponerle correas de perro al cuello a los presos desnudos, tratarlos como animales y hacerlos posar con mujeres soldados.
11. Sodomizar a los presos con tubos de luz (como los usadas por los buzos) y con escobas.
Estas prácticas han sido documentadas en varias guerras, y sólo en la “guerra contra el terror” se han producido cientos de fotos y por lo menos cuatro videos. Además sabemos que la cia ha destruido deliberadamente numerosos videos y evidencias de interrogatorios hechos en 2002. Resulta difícil creer que en algún momento los autores intelectuales de esta orgía del terror pagarán por sus abusos, pero sería revelador entender qué clase de dios pide a sus seguidores que peleen una guerra semejante.
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